Uno de los mayores retos al educar a nuestros hijos es saber hasta qué punto poner límites a sus acciones. En un afán por no herirlos solemos ser muy condescendientes y nos cuesta trabajo decir “no”.
Sin embargo, no establecer reglas puede generar mayores problemas a futuro, por eso debemos tener en cuenta que debemos disciplinar a los niños sin importar su edad. Aquí unos consejos para hacerlo de la mejor manera.
No aplazar
Poner límites a nuestros hijos no es una tarea exclusiva de un rango de edad, es algo que se debe trabajar desde que son pequeños. Si no se hace de esa forma, lo único que provocaremos son mayores dificultades para educarlos más adelante.En muchas ocasiones dejamos que nuestros bebés hagan berrinches o le peguen a otras personas porque “están chiquitos”. Pero, ésta es una conducta errónea que no debe ser tolerada en ningún momento.
Congruencia
Al educar a nuestros hijos, debemos poner especial atención en el cumplimiento de las normas que establecemos y los consensos a los que llegamos. Es decir, nuestras acciones y peticiones deben ser coherentes y no cambiar a cada rato.Por ejemplo, si acordamos que los niños no pueden entrar a la cocina, esta regla no puede pasarse por alto o eliminarse y volverse a imponer a los pocos días. Esto generará confusión en los niños y es muestra de indecisión o inseguridad por parte de los padres al intentar poner límites a la conducta de sus hijos.
Comunicación
Es importante hablar con nuestros hijos sobre su comportamiento y hacerlos partícipes de las reglas a seguir dentro y fuera de casa. Involucrarlos en este proceso los hará sentir escuchados, entendidos y así será más sencillo que respeten lo acordado.Antes de sancionar a los niños por una falta, es recomendable escuchar sus razones. Hay que inculcarles que toda acción tiene una motivación, y si ésta no es válida, entonces deben obtener una sanción por lo que hicieron mal.
Asumir consecuencias
Poner límites a nuestros hijos implica enseñarles a asumir responsabilidades. Más que un castigo, los niños deben comprender que las sanciones impuestas por sus padres son producto de sus acciones inadecuadas.Los correctivos pueden variar en dimensiones, sin llegar a los golpes. En ocasiones creemos que pegarle a un niño es la mejor forma de educarlo, pero lo único que provocamos es infundir miedo. Si el niño crece con miedo llegará un momento en el que ya no lo tenga, y de nada habrá valido dicho castigo.
Un castigo o escarmiento adecuado es aquel que hace reflexionar a nuestros hijos sobre sus pasadas acciones. Si logramos que cambie su comportamiento en poco tiempo, entonces estaremos haciendo un buen trabajo.
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