La historia de Italia es una de las más importantes de toda
Europa y de todo el mundo. Íntimamente ligada a la de la
cultura occidental y la
historia de Europa, ha vivido buena parte de los principales acontecimientos históricos del mundo occidental y universal.
Durante la
Edad Media Italia se convertiría en un mosaico de ciudades-estado que luchaban entre sí para conseguir la hegemonía sobre el resto, con frecuentes intervenciones de las potencias circundantes y de la
Iglesia Católica. Su privilegiada situación geográfica hizo que fuera clave en el
comercio europeo y favoreció
repúblicas marítimas conectadas con la historia europea. La lucha entre el poder temporal imperial, que incluía a Italia, y el espiritual papal, que tenía su sede en Roma, tuvo en Italia especiales repercusiones.
Esta herencia de relevancia política lo convirtió en foco de las luchas por el poder en Europa. Además, el legado cultural clásico y eclesiástico fue el caldo de cultivo de nuevas tendencias. En los
siglos XV y
XVI se convirtió en el centro cultural de
Europa dando origen al
Renacimiento y fue uno de los campos en los que se decidió la supremacía europea del
Imperio español con la victoria sobre
Francisco I de Francia.
En la actualidad Italia es en un país prestigioso, democrático, perteneciente a organizaciones tan importantes como la
Unión Europea o el
G-8, y una de las principales potencias económicas de la Tierra.
Definición de Italia[editar]
El nombre de Italia se viene usando desde antiguo para designar a la gente del centro de lo que hoy llamamos
Península Itálica, haciendo referencia a los
pueblos itálicos, hablantes de las
lenguas llamadas igualmente. Su origen es incierto:
Pallotino defiende que deriva de un asentamiento en Calabria y que fue usado por los griegos como término general para designar a los habitantes de toda la península
2
El término se asentó cuando la República Romana unificó a toda la península al conquistar al resto de tribus contemporáneas. El nombre de Italia fue usado también en monedas acuñadas por la coalición de pueblos que se levantó contra Roma en el siglo I antes de Cristo con capital en Corfinium que incluía
samnitas,
umbros,
sabinos y otros. Finalmente, el emperador romano
Augusto incluyó bajo el nombre de Italia toda la península, al que se terminó agregando la
Galia Cisalpina en el
42 a. C., como unidad central del imperio.
Tras la caída del Imperio romano de Occidente, las palabras Italia e italiano pasaron a hacer referencia al conjunto de estados que poblaban el antiguo territorio de la Italia romana y que compartían una cierta afinidad cultural, destacando especialmente un mismo conjunto de dialectos del latín que darían origen al
idioma italiano. Siglos después, el
nacionalismo romántico basó en esta unidad cultural su búsqueda de una unidad política que desembocaría en el moderno estado italiano.
Algunos territorios que bajo esos mismos baremos podían ser llamados italianos no entraron en el estado, como es el caso de
Malta,
Mónaco,
San Marino, el microestado del
Vaticano o regiones limítrofes con
Eslovenia y
Croacia (ver
Cuestión Adriática),
Suiza (la
Valtelina,
Tesino y la parte italoparlante de los
Grisones) y
Francia (
Niza,
Saboya, la isla de
Córcega). Por convención, el presente artículo se centrará en el territorio de la actual
Italia, pero incluyendo la historia de esas zonas cuando se traten periodos en los que compartieron un mismo devenir.
Primeras culturas y Edad del Hierro[editar]
Primeros pobladores[editar]
La población del territorio italiano sube a la prehistoria, la época cuyos testimonios arqueológicos importantes han sido encontrados. Italia ha sido habitada por lo menos a partir del
Paleolítico. Varios yacimiento arqueológico entre los más importantes al mundo se sitúa en Italia. El sitio de
Monte Poggiolo que data del
Paleolítico y
Isernia La Pineta, uno de los sitios más antiguos donde el hombre utilizó el fuego (quizás el más viejo). La
Cueva de Addaura o se encuentra un complejo vasto y rico de grabados, datables entre
Paleolítico superior y
Mesolitico, grabados de hombres y animales. Cuando el hombre se sedentariza y cuando pasa de cazador a pastor y agricultor, dejan los rastros la más importante de la prehistoria sobre una duración de 8 000 años en
Val Camonica.
Las primeras culturas más o menos estudiados en lo que hoy en día es Italia incluyen a los
ligures, un enigmático pueblo que habitaba el norte de Italia. Durante la Cultura de la
Cerámica Impreso-Cardial crearon las primeras sociedades en Italia, con conocimientos de agricultura y navegación. Se sabe relativamente poco de estos pueblos, presuponiéndolos anteriores a latinos, y probablemente no
indoeuropeos, y que pronto fueron asimilados por las subsiguientes culturas.
Primeros reinos[editar]
Ötzi La momia más vieja del mundo encontrada al sur de los Alpes con un importante y rico equipo.
3300 a.C..
De forma similar, en el sur (Sicilia, principalmente), los primeros aventureros incluyen, tras leyendas
ciclópeas, a
élimos,
sicanos y
sículos como habitantes de esas tierras. Sin mucha información sobre ellos, se especula con la posibilidad de que estos fueran o no indoeuropeos. En Cerdeña se desarrolló un pueblo con grandes conocimientos de metalurgia y famoso por sus construcciones megalíticas, las
nuragas, cuyo principal yacimiento se localiza en
Su Nuraxi.
Las similitudes fonológicas hacen a algunos estudiosos relacionar algunas de estas culturas con los
Pueblos del Mar: los
shardana con
Cerdeña, los
shekeleshcon
Sicilia y los
teresh con los
tirrenios, basándose solo en las similitudes
etimológicas. Las evidencias arqueológicas solo sostienen un cierto auge de la cerámica de origen
Micénico por todo el Mediterráneo, en medio de un cambio cultural, diferente según el sitio. Es posible que algunos de los pueblos del mar operaran desde o se movieran por las costas itálicas.
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Llegada de pueblos indoeuropeos[editar]
Mapa lingüístico de Italia en la
Edad de Hierro. El mapa es posterior a la llegada de los pueblos
osco-umbros y de su desplazamiento del norte por los
etruscos, pero previa a la llegada de los galos.
Una primera oleada migratoria, probablemente indoeuropea se dio hacia el II milenio a.C. Son características de este periodo las estelas o estatuarias de tipo
menhir, que frecuentemente llevaban grabados signos solares, aparentemente signos distintivos indoeuropeos. Una segunda oleada entre el final del III milenio y los inicios del II milenio a.C. llevó a la difusión de poblaciones asociadas a la
cultura del vaso campaniforme y del bronce en la llanura padana, en
Etruria y en las zonas costeras de Cerdeña y Sicilia. Hacia la mitad del II milenio a.C. , una tercera oleada
cultura de las terramaras y quizá a pueblos latino-faliscos que difunden el uso del hierro y la incineración de los muertos.
Hacia el final del II milenio y la primera mitad del I milenio a.C. , se da la cuarta y principal oleada asociada a la
Cultura de los campos de urnas y las pueblos Osco-Umbrios (probablemente también a los
Latino-faliscos),
Leponcios y Vénetos . Se trata de la
Cultura de Villanova así llamada por uno de los principales yacimientos arqueológicos. Se sabe, además, que practicaban la
cremación e
incineración de sus muertos, caracterizándose sus necrópolis por unas urnas típicas de forma cónica. Hablaban las
lenguas itálicas, de origen
indoeuropeo. Se asentaron principalmente al norte, junto al
Po y en
Umbría y
Emilia, y en el centro de la península (
Etruria y el
Lacio). Más al sur, aunque la práctica general era la
inhumación se han encontrado también enterramientos de esta cultura hasta
Capua,
Campania.
De esta cultura provienen la mayoría de los pueblos que habitarían el centro y norte de Italia de forma hegemónica desde entonces. Los
latinos, cuya principal ciudad era
Alba Longa, darían con el tiempo lugar a Roma. Los
sabinos, que dieron nombre a
Sabinia, habitaban cerca en ciudades cercanas como
Reate (Rieti),
Interocrea (Antrodoco),
Falacrinum(Cittareale),
Foruli (Civitatomassa),
Amiternum,
Nursia (Norcia). Los
oscos incluyen a
samnitas que se asentaron en
Capua,
lucanos y otros. Los
umbros dan nombre a
Umbría y habitaron en el noreste en ciudades como
Perugia,
Interamna Nahars (Terni),
Fano,
Osimo,
Fermo y
San Severino Marche.
Los Etruscos[editar]
Los
etruscos fueron un enigmático pueblo cuyo núcleo histórico fue la
Toscana, a la cual dieron su nombre (eran llamados Τυρσηνοί (
tyrsenoi) o Τυρρηνοί (
tyrrhenoi) por los griegos y
tuscii o luego
etruscii por los romanos; ellos se denominaban a sí mismos
rasena o
rašna). Su origen es incierto: los pocos registros que quedan sobre ellos parecen indicar que vinieron de Oriente, posiblemente de Asia Menor, lo que parecen corroborar ciertos estudios aunque sin pruebas definitivas. Así, parece haber correspondencias entre el ganado etrusco o su lengua y los de pueblos de
Lidia y el sur de Anatolia que habrían sufrido una etapa de desastabilización tras la
Guerra de Troya
Desde la Toscana se extendieron por el sur hacia el Lacio y parte septentrional de la Campania, en donde chocaron con las colonias griegas; hacia el norte de la península itálica ocuparon la zona alrededor del valle del río Po, en la actual región de
Lombardía. Llegaron a ser una gran potencia naval en el Mediterráneo Occidental, lo cual les permitió establecer factorías en Cerdeña y Córcega. Sin embargo, hacia el
siglo V a. C. comenzó a deteriorarse fuertemente su poderío, en gran medida, al tener que afrontar casi al mismo tiempo las invasiones de los
celtas y los ataques de
griegos y
cartagineses. Su derrota definitiva, por los
romanos, se vio facilitada por tales enfrentamientos y por el hecho de que los
rasena o etruscos nunca formaron un estado sólidamente unificado sino una especie de débil confederación de ciudades de mediano tamaño. Sus ciudades incluían
Veyes,
Chiusi,
Tarquinia,
Felsina (
Bolonia),
Arretio (
Arezzo),
Volsinios(
Orvieto) y
Vetulonia entre otras. Hacia
40 a. C.,
Etruria (nombre del país de los etruscos) fue conquistada por los romanos.
En cierto modo predecesora de
Roma y heredera del mundo
helénico, su cultura (fueron destacadísimos orfebres, así como innovadores constructores navales) y técnicas militares superiores hicieron de este pueblo el dueño del norte y centro de la Península Itálica desde el
siglo VIII a. C. hasta la llegada de Roma. El
arte etrusco, influenciado por el griego, marcaría el posterior arte romano. Son exponentes del mismo el
Apolo de Veyes, el
Marte de Todi o el
Frontón de Talamone. A tal punto llegó su influencia que los primeros reyes de Roma fueron etruscos.
Invasión celtas e Ilirios[editar]
Las tribus en el norte de Italia.
Entre los siglos V y I adC se desarrollaron en
Centroeuropa las culturas de
Hallstatt y su sucesora de
La Tène, de la que derivan los
pueblos celtas que se expandieron por Europa. Su expansión desde el norte los llevó a asentarse en la zona al norte del río
Po, con una constante presión hacia el sur, enfrentados a los pueblos itálicos. Los
taurinos se asentaron en la zona de lo que hoy es
Turín, que fue su capital. Una de las ramas de la gran tribu de los
boyos llegó a la actual
Bolonia, cuyo topónimo es de raíz celta, acompañados por
lingones y
senones (que dan nombre a
Senigallia).
Padania y
Piceno serían llamados por ello
ager gallicum. Otras tribus incluyen a los
insubrios, que se asentaron en Lombardía, y a los
cenómanos. En muchos casos se produjo una asimilación o amalgación entre los celtas y la cultura preexistente ligur.
De forma similar, los
ilirios, empujados por los anteriores, se vieron desplazados hacia el sur poblando el
Véneto (cuyo nombre viene de los
vénetos),
Istria (por los
istrios) y la costa del
Mar Adriático. Algunos defienden que los
mesapios, que ocupaban
Apuliason de origen ilirio, aunque otros les dan un origen helénico.
Magna Graecia en el 280 a. C.
Magna Grecia[editar]
La zona sur de la Península Itálica recibi una fuerte influencia
griega. El descontento con la clase dirigente, el aumento demográfico, la falta de tierras y el deseo de crear nuevas factorías comerciales llevó a los antiguos griegos a crear numerosas
colonias en el extranjero. Su cercanía, así como su relativa poca resistencia a este fenómeno, hizo de Italia una de las principales zonas de asentamiento griegas. Varias de las principales
polis (ciudades) griegas se ubicaron en el arco que forma la
Bahía de Tarento frente a las costas del oeste de Grecia, aunque también se desperdigaron por la
costa Adriática, la isla de
Sicilia y la
bahía de Nápoles:
eubeos y
rodios fundaron
Cuma,
Regio de Calabria,
Nápoles,
Giardini-Naxos y
Mesina; los
corintios Siracusa (que a su vez sería un foco de ulteriores colonias en Italia como
Ancona); los
megarenses,
Lentini; los
partenios espartanos,
Tarento; los
focenses,
Elea y los
aqueos Síbari,
Metaponto,
Turios,
Caulonia y
Crotona.
Heraclea de Lucania y
Locri Epicefiris fueron posteriores.
Esta colonización supuso el primer contacto de los
pueblos itálicos con la cultura clásica griega. Las colonias no fueron meros enclaves comerciales, sino que también fueron hitos de la naciente civilización helénica:
Pitágoras residió en
Crotona,
Arquímedes y
Teócrito eran de
Siracusa,
Parménides era natural de
Elea... No en vano, los griegos conocían a la región
Magna Grecia, la "gran Grecia". Supusieron además las primeras
democracias de Italia. El contraste con las poblaciones locales favoreció en muchos casos una
aculturación de los itálicos cercanos a las colonias.
La colonización griega llegó a sus límites en los territorios insulares que rodean la península. En Sicilia, los griegos se asentaron en la zona norte, cerca del Estrecho de Mesina, y en la costa oriental, donde ciudades como
Siracusa tuvieron un papel importante en el mundo griego. Chocó ahí, sin embargo, con el imperialismo
cartaginés. Las
Guerras Sicilianasentre griegos y púnicos no tuvieron un vencedor, aunque la isla terminó dividida en dos esferas de influencia:
- La zona oriental con Siracusa, Agrigento, Mesina... quedó bajo control griego.
- La zona occidental con la colonia cartaginesa Palermo... quedó bajo control púnico.
Algo parecido ocurrió con los intentos griegos de establecer colonias frente al mar Tirreno. Aunque los comienzos en Córcega fueron prometedores con la fundación de
Alalia y el establecimiento de una base en
Olbia (
Cerdeña) la derrota frente a etruscos y púnicos en la
Batalla de Alalia dejó Córcega y Cerdeña en manos cartaginesas. Los nuevos amos del Mediterráneo occidental se concentraron en el sur de Cerdeña, naciendo
Cagliari,
Nora,
Sulci y
Tharros
Las nuevas colonias importaron el gobierno de
polis (
ciudades-estado) muchas veces compitiendo o aún enfrentándose entre sí. Así la rica
Síbari fue derrotada por
Tarento que se convirtió en una de las potencias de la península. No era infrecuente que se pidiera ayuda a las potencias griegas para combatir a colonias enemigas o a los pueblos itálicos, destacando campañas como las de
Arquidamo II o la de
Alejandro de Epiro. Pero la mayor colonia griega sería
Siracusaque gobernado bajo una serie de
tiranos como
Dionisio I se convirtió en el gran poder de Sicilia, rechazando una
expedición ateniense en el
415 a. C. a pesar de estar Atenas en el cénit de su poder y encabezando la lucha con los púnicos.
Este movimiento de población se repetiría en otros momentos de la historia, dada la cercanía entre ambos países. Durante los siglos de dominio bizantino y las emigraciones con la conquista otomana llegaron nuevas olas de griegos que encontraron en el Sur de Italia un pueblo de raíces comunes y grecoparlante. Nápoles, especialmente, sería durante siglos uno de los mayores puertos del Mediterráneo y un foco de cultura griega.
6
En el
753 a. C. se fundó a orillas del
Río Tíberuna ciudad clave para la historia: Roma. Su origen es incierto: la
mitología romana vincula el origen de Roma y de la institución monárquica al héroe
troyano Eneas, quien, huyendo de la destrucción de su ciudad, navegó hacia el
Mediterráneo occidental hasta llegar a
Italia tras un largo periplo. Allí, tras casarse con la hija del rey de los
latinos, pueblo del centro de Italia, fundó la ciudad de
Lavinium. Posteriormente su hijo
Iulo fundaría
Alba Longa, de cuya familia real descenderían los gemelos
Rómulo y Remo, los fundadores de Roma.
Esto le daría un origen
latino, al que mediante el legendario episodio del
rapto de las sabinas se añadirían sus vecinos centroitálicos
sabinos. Sin embargo, otras teorías, basadas en su cercanía a la Toscana etrusca, su posición en las rutas comerciales de éstos, algunas hipótesis toponímicas y el origen de algunos de sus primeros reyes parecen indicar una notable presencia etrusca.
La Monarquía romana[editar]
Los orígenes de la monarquía son imprecisos, si bien parece claro que fue la primera forma de gobierno de la
ciudad, un dato que parecen confirmar la
arqueología y la
lingüística. Mitológicamente, se enraíza en la leyenda de Rómulo y Remo. De cualquier manera, tras Rómulo y el sabino
Numa Pompilio, llegó al poder
Tulio Hostilio, que expandió el puerto de escala en la ruta costera de la sal que era Roma a costa de sus vecinos, transformando Roma en la más influyente ciudad de
Lacio.
Tras el reinado de
Anco Marcio, ascendió al poder una dinastía de origen etrusco, los Tarquinios, bajo la que Roma amplió aún más su poder en la región. Sin embargo, los excesos de Tarquinio el Soberbio fueron origen de disputas internas, a las que se sumaron la coalición de etruscos y latinos amenazados por la ciudad, desembocando en la expulsión del rey gracias a la intervención de
Lucio Junio Bruto y
Lucio Tarquinio Colatino. Roma perdió la mayor parte de su poder frente a los etruscos liderados por el rey de Chiusi,
Lars Porsenna, a lo que se sumó la humillación de un saqueo por
celtas liderados por
Breno que asolaron varias ciudades italianas.
La República romana[editar]
Ciudad de Roma durante los tiempos de la república. Grabado de Friedrich Polack
1896.
Una característica del cambio fue que la administración de la ciudad y sus distritos rurales quedó regulada en el derecho de apelar al pueblo contra cualquier decisión de un magistrado concerniente a la vida o al estatuto
jurídico.La administración ejecutiva quedó dotada de
Imperium o poder omnímodo el cual tenía un origen
religioso que arrancaba del propio
dios Júpiter. Los magistrados dotados de
imperium eran los
cónsules,
pretores y, eventualmente, los
dictadores. Sin embargo, el
imperium sólo se ejercía
extra pomoerium, es decir, fuera de las murallas de Roma. En consecuencia, tenía un carácter esencialmente militar. En la ciudad en sus funciones civiles, los magistrados estaban sometidos a limitaciones legales y controles mutuos.
Con el paso de los años la ciudad fue conquistando a sus vecinos latinos, etruscos y sabinos, a los que agruparía en la
Liga Latina y recuperando su antiguo poder en el Lacio. La expansión continuó hacia el sur, y aceptando una petición de protección de los
samnitas de
Capua frente a sus vecinos montañosos se involucró en las
Guerras Samnitas, con las que terminaría obteniendo
Campania. La ciudad griega de
Nápoles logró un acuerdo similar. Para asegurar el territorio conquistado se fundaron
colonias romanas como
Ostia,
Urbinum Mataurense (
Urbino),
Aruminium (
Rímini),
Cremona,
Placentia (
Piacenza) o
Mediolanum (
Milán). Una a una las diversas tribus itálicas fueron conquistadas y Roma impuso un protectorado sobre las colonias griegas del sur, encabezadas por
Tarento, que pese a la campaña del rey
Pirro de Epiroterminaron bajo el yugo romano.
Legión en orden de marcha.
El rearme cartaginés liderado por
Amílcar Barca llevó a la ocupación púnica de buena parte de la
península Ibérica y a un nuevo periodo de rivalidad con Roma. Con la excusa del asedio a los aliados romanos de
Sagunto, el hijo y sucesor de Amílcar,
Aníbal invadiría Italia a través de los Alpes. Durante esta
Segunda Guerra Púnica, Aníbal infligió históricas derrotas a los Romanos, culminando en
Cannas, pero finalmente se impuso la victoriosa campaña de
Publio Cornelio Escipión en Iberia, que terminó trasladando la guerra al norte de África y llevó a la victoria definitiva de los romanos en
Zama.
Roma fue a partir de entonces la mayor potencia mediterránea. Se anexionó las provincias cartaginesas en Hispania, que amplió mediante numerosas guerras en los dos siglos siguientes en su
conquista de Hispania, a pesar de contratiempos como el
Sitio de Numancia o la resistencia de
Viriato. Roma comenzó a intervenir en
Grecia y
Macedonia durante las
Guerras Macedónicas, conquistándolas tras una victoria en
Pidna. Tras una
Tercera Guerra Púnica, largo tiempo buscada por el sector más conservador de la ciudad y su portavoz
Marco Porcio Catón, con la que destruyó definitivamente a sus antiguos enemigos cartagineses, Roma puso el pie en África, en lo que hoy es Túnez. La herencia del rey
Átalo III en Asia y de
Nicomedes en
Bitinia, le dieron nuevos territorios en
Anatolia, que llevaron a otra guerra con
Mitrídates VI del Ponto y
Tigranes I de Armenia con las que su dominio se amplió a Siria y Turquía, mientras conquistaba a sus antiguos aliados
númidas liderados por
Yugurta que se habían vuelto contra Roma. Lo mismo ocurriría con el reino de
Cirene, junto a Egipto, legado a Roma por su último rey,
Ptolomeo Apión. La necesidad de mantener las rutas que conectaban estos territorios llevó a campañas contra piratas y a ocupar
Cilicia, a aliarse y realizar pactos de protección con ciudades como
Marsella o
Rodas y a la conquista de la
Galia Narbonense.
Publio Clodio Pulcro dirigiría con el tiempo la ocupación de
Chipre, una alejada provincia egipcia sometida a los vaivenes de la política mediterránea. La construcción de
calzadas romanas facilitó las comunicaciones, tanto en Italia como fuera de ella.
Este incombustible expansionismo tuvo importantes consecuencias sociales, sobre todo debidas al hecho de que el ejército romano no estaba concebido para las largas campañas de ultramar. La ausencia de sus hogares tenía duras consecuencias para los pequeños agricultores que componían la base del
ejército romano, tanto ciudadanos como itálicos conquistados. Una rebelión itálica, fruto tanto del esfuerzo bélico que les era impuesto como de las rencillas con las
colonias romanas en su territorio, (
Guerra Social) fue duramente reprimida, y ante la amenaza de un ejército de cientos de miles de germanos, el ejército fue
reformado por
Cayo Mario siendo a partir de entonces principalmente reclutado entre los más pobres, que recibían tierras al final de su servicio. Se trataba de una reforma clave, que ampliaba el número de hombres movilizables ahora que los pequeños agricultores se iban haciendo más raros frente a los latifundos. Mario aplastó a los germanos en la
Batalla de Vercelae y se convirtió en el primer hombre de la Roma de su tiempo, cinco veces consecutivas Cónsul, pero a costa de un mayor grado de enfrentamiento político. Mario, de extracción humilde, representaba el éxito de las clases populares frente a la tradicional aristocracia de la ciudad romana, que se le opuso agravando un enfrentamiento entre clases sociales que databa de los orígenes de la ciudad.
Las reivindicaciones de las clases más pobres, que desde los intentos de reforma agraria de los hermanos
Tiberio y
Cayo Sempronio Graco aspiraban al reparto de tierras públicas fruto de las conquistas que beneficiaban a los latifundistas, y el nuevo ejército, que dependía del poder de su general para obtener tierras al licenciarse dio pie a una serie de conflictos y pulsiones internas.
Lucio Cornelio Sila, antiguo lugarteniente de Mario que se enfrentó a este en sus últimos años liderando a la aristocracia
patricia, reinstauró la paz tras una
dictadura personal, pero con el tiempo se fueron anulando sus medidas. Se trata de una de las épocas más famosas de la ciudad, con la oratorio de
Marco Tulio Cicerón en el Senado, el intento de golpe de estado de
Lucio Sergio Catilina o la revuelta de esclavos de
Espartaco. Destaca entonces el poder acumulado por el
triunvirato de
Pompeyo,
Julio César y
Craso, que se repartieron los cargos públicos de la ciudad y el gobierno de sus provincias. Craso fue derrotado por los
partos en Oriente durante la
Batalla de Carrhae, pero César ganó la fama inmortal al conquistar a los belicosos
galos y poner el pie en
Britania y
Germania.
Región de Italia del Norte.
Región de Italia del sur.
La enemistad entre el político y general que había conquistado las
Galias y reunido un poder sin precedentes y la mayor parte de la aristocracia desembocaron en una cruenta sucesión de guerras civiles cuando se le trató de desposeer del mando de sus tropas, previa alianza con su otrora aliado Pompeyo. César cruzó entonces el
río Rubicón imponiéndose en Italia, y persiguiendo a los que se le opusieron por los dominios de Roma. Venció en la clave
Batalla de Farsalia y logró finalmente el poder absoluto, pero fue asesinado por un complot liderado por
Marco Junio Bruto que reinició la lucha partidista. En la nueva la guerra civil los cesaristas persiguieron a lo que quedaba de sus oponentes mientras se disputaban entre ellos la sucesión. Después de una lucha con los antiguos lugartenientes de César
Marco Antonio y
Marco Emilio Lépido, el hijo adoptivo y sucesor de Julio César,
Cayo Julio César Octaviano, se hizo con el poder de la facción cesarista y de Roma, terminando con las guerras civiles.
El imperio romano[editar]
El Imperio Romano en su apogeo.
El nacimiento del imperio viene precedido por la expansión de su capital,
Roma, que extendió su control en torno al
Mar Mediterráneo, y la larga sucesión de conflictos internos que marcaron el final de la República. Tras la victoria final de Augusto, se estableció por fin una paz perdurable, caracterizada por la concentración de poder en manos del susodicho, primero como
Princep y luego como
Domine. Paralelamente, se continuó con la pacificación interna y la expansión exterior, buscando la conocida como
Pax Romana, un largo periodo de estabilidad y paz que vivió Europa, el norte de África y Oriente Medio bajo el yugo romano. Augusto buscó consolidar y racionalizar las fronteras y crear un administración que permitiera gestionar los ya extensos territorios bajo el poder romano. Para ello contó con el apoyo de leales colaboradores como el acaudalado
Cayo Cilnio Mecenas o el general
Marco Vipsanio Agripa
Sucedido por
Tiberio, hijo adoptivo de Augusto, comenzó la transmisión del poder imperial, en una familia, si bien muchas veces se dieron sucesiones a hijos adoptivos, como los mismos Augusto y Tiberio. Tiberio resultó un emperador duro y eficaz, aunque algo inestable con una temporada ausente en la isla de
Capri. Fue sucedido por su hijo adoptivo
Calígula, hijo natural del gran general
Germánico. Inicialmente aclamado por todos, fue pronto famoso por su megalomanía, sus locuras y sus excesos. Finalmente asesinado por un complot en el que intervino la
Guardia Pretoriana, fue sucedido por su tío
Claudio, que era considerado incapaz pero se ganó reputación de buen gobernante por su hacer. En sus últimos años se vio marcado por su esposa y probable asesina, que logró colocar a
Nerón, hijo adoptivo de Claudio. Nerón resultó ser un nuevo Calígula, y a su muerte en otro golpe de estado, se produjo el
año de los cuatro emperadores, que muestra hasta que punto la dinastía imperial podía ser frágil frente al ejército.
Vespasiano, hábil general y político, finalmente se impondría, sustituyéndose la
Dinastía Julio-Claudia por la
Flavia. Le sucedieron sus hijos, primero el querido
Tito y luego el cruel
Domiciano, que murió en otra conspiración. Tras el llegaron los conocidos como
cinco buenos emperadores, que llevaron Roma a su culmen territorial, económico y de poder:
Nerva;
Trajano, de origen hispano y gran conquistador;
Adriano, querido emperador que realizó grandes reformas y visitó numerosas partes del imperio;
Antonino Pío y
Marco Aurelio, pensador a la par que defensor de la fronteras. A este último le sucedió su hijo natural
Cómodo, con el que reaparecerían muchos de los problemas previamente presentes en cuanto a sucesiones e inestabilidad. El
año de los cinco emperadores fue seguido de la nueva
Dinastía Severa, de origen romano-africano.
Septimio Severo fue un capaz general que restableció el imperio tras la dejadez de Cómodo. Le sucedió su hijo
Caracalla, de costumbres militares y buen general aunque impopular por haber matado a su hermano
Geta y que murió asesinado en campaña. Durante un par de años ocuparon el poder el general que le había asesinado,
Macrino, con su hijo, pero se impuso finalmente la dinastía Severa con
Heliogábalo, un polémico adorador del sol. Tan polémico resultó que su propia familia apoyó a su primo y respetado general
Alejandro Severo. El nuevo emperador, tranquilo y pacífico, terminaría abandonando el poder en manos su madre y abuela, que se dedicaron a reparar los errores cometidos durante la administración de Heliogábalo. Acabó siendo asesinado. Fue el último gobierno civil de Roma y el final de la
Dinastía Severa: con su muerte en el 235 se inician cincuenta años de anarquía militar en el Imperio. Es la llamada
Crisis del siglo III.
El Imperio Romano fue el mayor foco cultural, artístico, literario, filosófico, científico y técnico de su tiempo. La
Cultura de la Antigua Roma no solo es relevante por el Derecho o la asunción del Cristianismo como religión dominante; también, fue especialmente fructífera en materia de ingeniería civil; se construyó la primera red de carreteras europeas cuando las
calzadas romanas se expandieron por todo el imperio; entre las obras civiles, destacaron los puentes y los
acueductos para llevar agua desde los acuíferos a las ciudades. La cultura urbana romana permitió el desarrollo de ciudades complejas tanto en Italia como fuera de ella. Roma tomó el relevo de la cultura griega. Destacan
autores como
Virgilio (autor de la
Eneida, principal poema épico romano), los historiadores
Plinio el Joven,
Plinio el Viejo,
Tácito,
Suetonio y
Flavio Josefo, el comediante
Plauto o filósofos como
Séneca. La
romanización de los territorios ocupados, tanto por la superioridad cultural, la conquista militar y la creación de
colonias llevaron a expandir el
latín por toda Europa y siendo el germen de las
lenguas romances. En sentido inverso, los romanos importaron numerosos conocimientos de otros pueblos: la
filosofía helenística, el calendario
egipcio... El
sincretismo romano importó numerosos cultos de todas partes como la
Cibeles anatolia, el griego-egipcio
Serapis o el fenicio
Melkart. Hacia los últimos años del imperio cobraron importancia sectas y cultos orientales como el
judaísmo, su escisión
cristiana, el
mitraísmo o el culto al
Sol Invictus. La capital del Imperio, Roma, se convirtió en una de las mayores urbes del mundo, con habitantes venidos de todas las provincias romanas y numerosos
arcos triunfales como los de
Tito,
Augusto o el de
Trajano, columnas como las de
Trajano y
Constantino y templos votivos por las victorias militares; se trajeron obeliscos de Egipto.
La paz exterior, la seguridad, la red de comunicaciones que implicaban calzadas y rutas marítimas impulsaron el
comercioy la
economía. La
Agricultura y ganadería en la antigua Roma continuó el proceso tardorrepublicano de concentración de propiedad de la tierra en
latifundios merced a la distribución de las tierras conquistadas y a la ruina de los pequeños agricultores. El
esclavismo fue clave en la explotación de dichos latifundios y otro motivo del militarismo romano. La ingeniería romana permitió explotar por primera vez a gran escala minas en Hispania y Britania. Con gremios nacieron primitivas industrias como el
vidrio romano, el
garum o el
púrpura. La existencia de una serie de estados organizados a lo largo de Eurasia permitió la creación de la
Ruta de la Seda, que enlazaba Occidente con el
Imperio chino y la
India.
Bajo la etapa imperial los dominios de Roma siguieron aumentando. Augusto, después de que las guerras que le llevaron al trono le enfrentaran a
Cleopatra conquistó
Egipto, incorporó el antiguo protectorado romano de
Galacia y en su intento de crear un imperio cohesionado
terminó la conquista de Hispania contra cántabros y astures, la de
Nórico y
Rhetium al norte de los Alpes y la cuenca del
Danubio (
Panonia,
Moesia y
Tracia). Tiberio incorporaría como provincia
Capadocia, que desde los tiempos de la República había dependido de Roma para sobrevivir entre los imperios de la región. Calígula, en uno de sus excesos asesinó al rey de
Mauritania y se anexionó el país. Claudio, tratando de ganarse la fama invadió
Britania, que sería conquistada finalmente tras varias campañas.
Tito es famoso por haber conquistado
Judea, desde tiempos de César aliado o protectorado romano. La lucha con Roma marcó muchos hitos nacionales en dichos países, como la rebelión de la reina britana
Boudica, las campañas contra los pictos de
Cneo Julio Agrícola o la última resistencia judía en
Masada. El imperio llegó a su máxima extensión durante el reinado de
Trajano, conquistador de
Dacia (actual
Rumanía) tras las
guerras Dacias,
Petra y de
Asiria,
Mesopotamia y
Armenia tras una
guerra con los persas. Abarcaba desde el
Océano Atlántico al oeste hasta las orillas del
Mar Negro, el
Mar Rojo y el
Golfo Pérsico al este, y desde el
desierto del Sahara al sur hasta las tierras boscosas a orillas de los ríos
Rin y
Danubio y la frontera con
Caledonia al norte. Su superficie máxima estimada sería de unos 6´14 millones de
km².
Recreación de una legión imperial.
Con el tiempo las fronteras se fueron estabilizando. La derrota ante los germanos de
Arminio en
Teotoburgo en tiempos de Augusto arruinó la conquista de Germania proyectada por el emperador. Las constantes guerras con el
Imperio Parto en el oeste marcaron el límite final por Oriente, teniéndose que librar muchas guerras con persas o estados levantiscos como
Palmira para conservar lo conquistado. Las dificultades para gestionar el ya inmenso territorio imperial llevaron a la construcción de
limes o fronteras fortificadas para defender un imperio que comenzaba a dar señales de agotamiento. El sucesor de Trajano,
Adriano abandonó parte de su conquistas en Oriente Medio para mejor gestionar el imperio y creo el
Muro de Adriano frente a los
pictos escoceses.
Marco Aurelio pasó buena parte de su reinado luchando en las
Guerras Marcomanas contra los
sármatas en el Oriente y los
marcomanos en el Danubio, a medida que la presión de los
hunos empujaba a estos y otras tribus (
godos,
alanos...) contra las fronteras del imperio.
El Bajo Imperio y la decadencia[editar]
Desde Diocleciano, el imperio se volvió a unir y a separar en diversas ocasiones siguiendo el ritmo de guerras civiles, usurpadores y repartos entre herederos al trono hasta que, a la muerte de
Teodosio I el Grande, que hizo del
Cristianismo no arriano la religión oficial, quedó definitivamente dividido.
La oleada de pueblos orientales terminó empujando a las
tribus germánicas, empujadas hacia el Oeste que varias veces penetraron en un Imperio Romano cada vez más débil. Las fronteras cedieron por falta de soldados que las defendiesen, después de que Caracalla hubiera extendido la
ciudadanía romana a todo el Imperio. En muchas ocasiones se llegaron a ceder provincias fronterizas a los germanos a cambio de que las defendiesen de sus compatriotas (
foedus), pues el servicio militar había sido abolido entre los italianos. Otras veces se vio como generales se autoproclamaban emperadores en
Galia o
Britania, provincia que fue finalmente abandonada para concentrar las tropas en el continente. El imperio, sofisticado y rico como pocos en la historia, era ya decadente, y en los siglos III y IV, sus últimas glorias vinieron de generales de origen bárbaro como
Aecio, que derrotó a
Atila en la
Batalla de los Campos Cataláunicos y
Estilicón, que logró las últimas victorias contra los germanos. En el Medio Oriente, la rebelión de
Zenobia en
Palmira y las guerras con los
sasánidas pusieron varias veces en aprietos al Imperio. La frontera del Rin fue rebasada por los
francos un día que el río se heló y la del Danubio cedió ante los
godos que causaron una histórica derrota a las últimas legiones en la
Batalla de Adrianópolis. En el culmen de la debilidad, la misma Italia fue atacada. La gloriosa ciudad de Roma
fue saqueada por los
visigodos de
Alarico I en
410. Atila atacó la península devastando
Aquilea(cuyos supervivientes fueron el germen de la desde entonces pujante
Venecia) y llegó hasta Roma, que sin embargo no atacó después de un parlamento con el Papa
León I el Magno.
Paralelamente, la capitalidad había sido desplazada a
Milán primero, y a la fácilmente defendible
Rávena después, mientras que varias provincias iban siendo conquistadas por diversos pueblos germanos o directamente abandonadas por el poder central. La parte oriental, más rica y militarmente fuerte, se convirtió en el gran foco de poder del Mediterráneo, el naciente
Imperio Bizantino a costa de reducir los recursos de Italia y Occidente. El
cristianismo, otrora perseguido, se convirtió en religión oficial gracias a los edictos de
Milán de
Constantino I el Grande de 313, que proclamaba la libertad religiosa y el
Tesalónica de
Teodosio I el Grande que hizo el cristianismo oficial en el 380. El Obispo de Roma, el
Papa, empezó a cobrar importancia política y a ser uno de los principales dirigentes cristianos. Las ciudades decayeron, produciéndose una emigración al campo, con el consecuente efecto negativo en el comercio, la cultura y la ciencia.
El emperador de Roma ya no controlaba el Imperio, de tal manera que en el año 476, un jefe bárbaro,
Odoacro, destituyó a
Rómulo Augústulo, un niño de 10 años que fue el último emperador Romano de Occidente y envió las insignias imperiales a
Zenón, emperador Romano de Oriente.
Alta Edad Media (s. V al XII)[editar]
Los ostrogodos[editar]
Mapa del reino ostrogodo.
Los
ostrogodos eran un grupo de
godos que habían sido sojuzgados por los
hunos. Tras su liberación de aquellos, eligieron a
Teodomiro como rey y se asentaron bajo protección bizantina en
Panonia, en el cauce del Danubio. A este le sucedió su hijo
Teodorico el Grande, que con la bendición del emperador de Oriente condujo a su pueblo a Italia en 488.
En la península gobernaba el
hérulo Odoacro tras deponer al último
emperador romano en
476. Tras una campaña en el Norte de la península, Teodorico tomó la capital,
Rávena, matando a Odoacro en
493 y estableciéndose como señor del país. Su reinado fue recordado por mantener la administración romana, que protegió, logrando mantener la estabilidad de Occidente. Regente de sus primos
visigodos al ser abuelo del joven rey, Teodorico llegó por un tiempo a parecer ser capaz de reconstruir el antiguo Imperio de Occidente. Mandó construir y decorar joyas como la
Capilla Arzobispal de Rávena, el
Baptisterio Arriano ó su
mausoleo, joya del
arte ostrogodo.
Sin embargo, en
526 la muerte de Teodorico acabó con esta etapa de paz, heredando Italia su nieto,
Atalarico. El
Reino Ostrogodo de Italia se desmoronó, con un sobrino de Teodorico,
Teodato, asesinando a
Atalarico, nieto y heredero del gran rey e iniciando una guerra civil. Los excesos de Teodato rompieron con el apoyo del
Imperio Romano de Oriente al dominio ostrogrodo y propició una invasión bizantina paralela a las luchas nobiliarias.
Los bizantinos[editar]
El emblema del Imperio bizantino.
Bajo
Justiniano I, el
Imperio bizantino inició una serie de campañas con el objetivo de reconstruir la
unidad mediterránea. La debilidad del reino ostrogodo, y los deseos bizantinos de recobrar la ciudad de Roma convirtieron a Italia en un objetivo. La guerra civil ostrogoda le dio la oportunidad de intervenir en la
guerra gótica, para lo que mandó a su mejor general,
Belisario.
El Imperio bizantino en el 565, con las conquistas de Justiniano destacadas
En 535 Belisario había invadido Sicilia, Cerdeña y Córcega dentro de sus campañas contra los
vándalos y desde allí marchó a través de la península, entrando en
Reggio di Calabria, tomando
Nápoles (donde cayó el usurpador ostrogodo Teodato) y llegando a Roma en 536. Bloqueado allí, tuvo que mantener la posición hasta que la llegada de refuerzos que desembarcaron en
Rímini cambió las tornas. Prosiguió hacia el norte y tomó
Mediolanum (Milán) y Rávena en 540 acabando con el nuevo rey ostrogodo,
Vitiges. Un acuerdo con los ostrogodos, que conservaron un reino en el noroeste de Italia, trajo la paz.
Belisario fue entonces llamado a Oriente, donde los persas amenazaban las fronteras. Su sucesor, Juan, no logró mantener el control en un momento en que el Imperio Bizantino andaba escaso de recursos, y en 541 los godos estaban enfrentados de nuevo con Bizancio, liderados por un enérgico rey llamado
Totila que había recuperado Italia del Norte y tomado Roma. La vuelta de Belisario permitió recuperar Roma, para perderla de nuevo no mucho después.
En 548, el eunuco
Narsés sustituyó a Belisario. Totila fue asesinado en 552, y el ejército del último rey godo,
Teias, cayó derrotado en 553. Hacia 561 los bizantinos habían pacificado la zona.
Los lombardos[editar]
Entre los diferentes pueblos germánicos que habían abandonado su antigua morada para vivir en mejores tierras, se contaban los lombardos (o longobardos), a los que
Justiniano I había dejado asentarse en
Panonia, a condición de que defendieran la frontera. Atraídos por la riqueza de Italia y la presión de los
ávaros, atravesaron los
Alpes ocupando las actuales regiones de Piamonte, Liguria, Lombardía y Véneto sin mucha oposición. Milán, el centro del norte de Italia, cayó en el 569. Le sucedió la caída de la
Toscana,
Spoleto y
Benevento. Se habla de
Longobardia Major a la zona del norte de Italia, donde se concentraron principalmente (aún hoy llamada
Lombardía) mientras que Spoleto y Benevento, sus avanzadas en el sur de Italia eran conocidas como
Longobardia Minor.
Así, mientras se enfrentaban a la oposición de los remanentes del
Imperio bizantino en Oriente, y a la de los
francos, naciente potencia en Occidente, los lombardos consiguieron recomponer una monarquía común electiva, tradicionalmente germánica. Es de destacar el reinado de
Agilulfo que abandonó el
arrianismo y se convirtió al
catolicismo generando persecuciones religiosas entre ambas confesiones.
Mientras los conflictos
iconoclastas ocupaban a Bizancio y lo enemistaban con el
Papa (pues la posición del Emperador de Oriente también regía en sus provincias italianas) los lombardos aumentaron sus dominios, so pretexto de socorrer al Papa. En el
750,
Aistolfo tomó la ciudad imperial de
Rávena.
Los francos y el Imperio carolingio[editar]
Miniatura del papa
Adriano Isolicitando la asistencia de Carlomagno durante un encuentro cerca de Roma.
La presión de los
lombardos sobre el
Papa hizo que el rey de los
francos,
Pipino el Breve, realizará entre
756 y
758 repetidas campañas en el norte de Italia. El Papa, en agradecimiento, le confirmó como rey de los francos (a pesar de haber usurpado el título) y concedió el rango de
patricio a la familia real de Francia.
La situación se recrudeció a la muerte de Pipino. El reino franco fue dividido entre sus hijos, aumentando de nuevo la presión lombarda sobre el papado. Sin embargo la reunificación de los francos bajo
Carlomagno llevó a una nueva intervención en Italia en el
774. Tras una breve batalla, Carlos se hizo con el reino de Lombardía, que, manteniendo su autonomía, se integró en el
Imperio carolingio que con el tiempo uniría a la mayor parte de Europa Occidental. Carlomagno auspició un
renacimiento cultural y una unidad política y religiosa, que cristalizó con su coronación como
Emperador de Occidente por el Papa
León III en el año
800. Su nuevo imperio se consideraba heredero del
Imperio romano de Occidente, siendo el emperador la máxima autoridad temporal de Europa y el encargado de velar por la
Cristiandad.
Desde entonces el norte de Italia formó parte de los territorios carolingios como
Reino de Italia
Los Estados Pontificios[editar]
Bandera de los Estados Pontificios.
Desde los tiempos en que
Constantino I hiciera el cristianismo religión oficial, el poder de la Iglesia se había ido acrecentando en Italia. La
Donación de Constantino, una falsificación histórica, fue la base de reclamaciones del poder temporal sobre la ciudad de Roma por parte del Papa, que ganó fuerza a medida que los emperadores la abandonaban. Valga como ejemplo como Atila parlamentó con el Papa
Gregorio I Magno al aproximarse a la ciudad. Ya en tiempos de los bizantinos y en medio de los enfrentamientos
iconoclastas, se eliminó el ducado de Roma ganando la ciudad
Gregorio II, con reconocimiento de su gobierno por parte del rey lombardo
Liutprando. Era el
Patrimonio de San Pedro.
Ante la ocupación del territorio por los lombardos, la ayuda de Carlomagno y los francos a
León III fue vital. Comenzó así el
cesaropapismo, una estrecha vinculación
Papa-
Emperador. Parte de las tierras arrebatadas a los lombardos fueron cedidas al Papa, que creó entonces un estado en el centro de Italia, los
Estados Pontificios, germen histórico del actual
Vaticano. Estos eran administrados directamente por él o mediante vasallos.
El gobierno de estos territorios atravesó una fase clave durante el periodo conocido como
pornocracia. Dicho periodo se caracteriza por numerosas luchas por el poder en la Iglesia, Roma e Italia central entre intrigantes muchas veces motivado por cortesanas y nobles (particularmente los señores de Spoleto). Se inicia en el año 904 con
Sergio III y su amante
Marozia y data hasta la encarcelación en el 935 de
Juan XI por el
Duque de Spoleto Alberico II, ambos hijos de Marozia.
Mapa político de Italia hacia el año 1000, en la víspera de la llegada normanda.
Los ducados lombardos del sur no llegaron a ser conquistados por Carlomagno, que tuvo que marchar al norte a combatir a los
sajones y no formaron parte de su imperio. Los duques lombardos de
Benevento mantuvieron su independencia, llegando a convertirse en el
Principado de Benevento y a empujar hacia el sur a los bizantinos. Sin embargo, el asesinato del duque
Sicardo de Benevento dividió el país entre su hermano
Siconulfo de Salerno, que fue proclamado
príncipe de Salerno. y su asesino
Radelchis, que se hizo con el poder en Benevento. La división permitió ganar autonomía a nobeles en
Gaeta,
Capua y
Amalfi, que formaron condados y ducados propios. Al sur,
Nápoles,
Sicilia y la parte más meridional de la Península Itálica (
Bari,
Calabria,
Apulia) seguían siendo una provincia bizantina.
El auge del
Islam azotó el sur, que fueron víctimas de
razzias desde el norte de África. Cerdeña había sido ocupado por los árabes en el 710 tras ser abandonada por los bizantinos a su suerte, pero 70 años después, aprovechando la lejanía con las bases árabes, se produjo una revuelta local que estableció gobiernos locales conocidos como
giudicati. Córcega sufrió también los ataques musulmanes, combinados con intervenciones francas, lombardas y del
marqués de la ToscanaBonifacio II para asegurar la frontera.
En el 826, un desertor bizantino ofreció el territorio siciliano al emir musulmán de
Ifriquiya, lo que llevaría a una serie de guerras. Para 965 la isla había sido convertida en el
Emirato de Sicilia, desde el que se lanzaban ataques a los puertos de la península. Los bizantinos reformaron sus posesiones en la zona sur de la península tras repeler uno de los ataques musulmanes sobre
Bari en el 876, creando el
Catapanato de Italia, en guerra con musulmanes y lombardos.
La situación dio un vuelco con la llegada de
normandos. Diversas leyendas envuelven su llegada, siendo la más famosa como unos peregrinos del norte se ofrecieron como mercenarios a los lombardos. Inicialmente sirvieron a estos, pero en palabras de
Amatus de Montecassino:
Los normandos nunca desearon que ninguno de los lombardos ganara una victoria decisiva, lo que les hubiera dejado en desventaja. Pero apoyando a uno y luego ayudando a otro evitaron que nadie fuera totalmente arruinado.
Baja Edad Media (s. XII al XV)[editar]
La fragmentación política: Guelfos y gibelinos, el Sacro Imperio y la Liga Lombarda[editar]
La muerte de Carlomagno y las luchas por retener su imperio repartido entre sus diversos hijos inició un periodo de guerras civiles que no se estabilizaron hasta la creación a principios del siglo X del
Reino de Francia y del conglomerado del
Sacro Imperio en lo que hoy es Alemania, el norte y centro de Italia, Suiza, Países Bajos y otras provincias orientales de sus dominios. La ausencia de un poder central fuerte supuso la atomización de estas regiones en principados, obispados, condados y ciudades prácticamente independientes y con frecuencia enfrentados entre sí. Esto fue particularmente importante en Italia, donde las ricas ciudades del norte emergieron como ciudades-estado comerciales cuasi-independientes. El emperador era elegido por los principales nobles, lo que facilitó este clima de enfrentamiento que tuvo en numerosas ocasiones Italia como campo de batalla.
Enrique IV delante de Gregorio VII en Canossa.
En el siglo X, se introdujo un nuevo elemento de discordia: el enfrentamiento entre la Iglesia y el Imperio, que fue conocido como la
Querella de las Investiduras de
1073 que inició una serie de conflictos por la primacía del
Papa o el
Emperador en la cristiandad y el Sacro Imperio. Ambos se discutían el sometimiento teórico del poder temporal imperial al religioso papal o viceversa y el derecho al nombramiento de los obispos. La lucha dividió Italia entre
güelfos (por los
Welfen de
Baviera) que apoyaban al Papa y
gibelinos(por el castillo
Hohenstaufen de
Waiblingen) o defensores del poder imperial. A raíz de esto diversos emperadores, como se enfrentaron al Papa e invadieron Lombardía, apoyando cuando les convenía a
antipapas. En respuesta, diversos emperadores fueron excomulgados, mientras los Estados Pontificios rechazaron el poder temporal del Emperador y promovieron facciones pro-eclesiásticas.
Ciudades como
Florencia,
Milán y
Mantua abrazaron la causa güelfa, mientras que otras como
Forli,
Pisa,
Siena y
Luccase unieron a la causa imperial. Se trataba en general de una lucha por la autonomía, donde las ciudades que temían el poder del emperador trataban de contrarrestarlo con la influencia papal y las cercanas al Lazio Papal buscaban una autoridad imperial que les garantizara su libertad. Otras veces, eran las luchas intestinas entre ciudades rivales las que convertían rencillas locales en nuevos episodios de este enfrentamiento: la güelfa
Florencia presentó batalla a la liga gibelina de las otras ciudades toscanas (
Arezzo,
Siena,
Pistoia,
Lucca y
Pisa) en un largo conflicto que tuvo como máximo exponente las batallas de
Montaperti en
1260 (que se celebra en la famosa fiesta del
Palio di Siena) y la de
Altopascio en
1325. Sin embargo, muchas veces en el seno de una ciudad coexistían ambas tendencias alternándose según la que fuera más fuerte en el momento. Con el tiempo incluso se desarrollaron subfacciones dentro de cada grupo.
Escudo de los emperadores de la casa de
Hohenstaufen, reyes de Sicilia y Emperadores del Sacro Imperio.
Enrique IV, comenzó la querella al enfrrentarse a
Gregorio VII. Llegó a presentarse descalzo y en penitencia ante él durante el
Paseo de Canossa en
1077 para lograr que le levantaran la excomunión, pero luego volvió a apoyar al antipapa
Clemente IIIcontra Gregorio y su cuñado
Rodolfo de Suabia. Los siguientes papas no lograron desactivar el conflicto, hasta que
Calixto II logró con el
Concordato de Worms, la paz con el hijo y sucesor de Enrique IV,
Enrique V. Por sus términos se diferenciaba entre la coronación canónica del emperador por el Papa y la laica y se admitía la autoridad del emperador sobre la Iglesia en Alemania, previa invasión de Italia por Enrique en 1110.
Tras los Enriques, gobernó
Lotario II, derrotado por
Rogelio II de Sicilia y enfrentado a
Conrado III. Este noble era el primer
Hohenstaufen, familia que comenzó a acumular poder en Alemania. Probablemente el mayor enfrentamiento entre papa y emperador se produjo con su hijo
Federico I Barbarroja, emperador entre
1155 y
1190, cuya activa
política italiana acentuó la intervención imperial. Las ciudades del norte de Italia se vieron involucradas en la guerra, cambiando frecuentemente de partido. La
Liga Lombarda fue una alianza establecida el 1 de diciembre de 1167 entre 26 Ciudades Opositoras del Norte de Italia, entre las que destacan
Milán,
Cremona,
Mantua,
Bérgamo,
Brescia,
Plasencia,
Bolonia,
Padua,
Treviso,
Vicenza,
Verona,
Lodi,
Parma y
Venecia. Posteriormente se unieron otras cuatro ciudades más, hasta formar un total de 30. El propósito inicial de la Liga era combatir la política italiana de Federico I, que en aquel momento reclamaba el control total sobre el norte de Italia. La respuesta imperial quedó expresada en la
Dieta de Roncaglia y fue llevada a cabo con la invasión de 1158 y luego otra vez en 1166. La Liga recibió el apoyo incondicional del Papa
Alejandro III y sus sucesores, deseosos tanto de verse libres de la influencia imperial como de aumentar su poder en la Península Itálica. En la
Batalla de Legnano (29 de mayo de 1176), las tropas imperiales fueron derrotadas y Federico se vio forzado a firmar una tregua de seis años (1177-1183). La situación se resolvió al finalizar ésta, cuando ambas partes firmaron el
Tratado de Constanza, según el cual las ciudades italianas reconocían la soberanía del emperador de Alemania, pero a su vez éste se veía obligado a reconocer la jurisdicción propia de cada ciudad sobre sí misma y su territorio circundante, lo que supuso el reconocimiento de su independencia
de facto.
Tras Barbarroja, su hijo
Enrique VI reuniría tanto el reino alemán como el de Sicilia, por su matrimonio con
Constanza I de Sicilia. El Güelfo
Otón IV gobernaría brevemente (1208-1218), dejando el
Ducado de Spoleto bajo dominio papal en 1213, pero terminó alejándose del Papado y tratando de restaurar la autoridad imperial en Italia, solo para caer ante el gibelino
Federico II Hohenstaufen, rey de Sicilia e hijo de Enrique VI. Con Federico II,
Stupor Mundi (el asombro del mundo), los Hohenstaufen recuperaron el trono imperial alemán. Federico reagruparó la población de su reino para fundar la ciudad de
L'Aquila en
1254, reorganizo el reino con las
Constituciones Amalfitanas y fundó la
Universidad de Nápoles. El intento del papa de reunir a las ciudades güelfas contra él desencadenó en 1229 una nueva invasión imperial, que fue seguida por nuevas luchas e incluso una excomunión de Federico en 1239. Hacia el final de su vida, el papa
Inocencio IV logró sin embargo una victoria en la
Batalla de Parma. Su muerte en 1250 marcó un interregno en el trono imperial, a medida que su hijo
Conrado IV y su nieto
Conradino de Hohenstaufen se enfrentaban al papa en Alemania e Italia.
Enrique VIII, terminó con el interregno al ser elegido emperador en 1308, y pese a pertenecer a una dinastía distinta volvió a enfrentarse por Italia con la Iglesia. El papa,
Clemente V, contó esta vez con el apoyo de Sicilia, que, pese a la disputa con
Aragón, estaba en manos de los proeclesiásticos
Anjou de Francia. En 1314 fue elegido
Luis IV de Baviera, que acogió a teólogos contrarios al papa como
Marsilio de Padua o
Miguel de Cesena y se enfrentó al papa
Juan XXII. Apoyó al
antipapa Nicolás V contra él, mientras el papa apoyaba a
Carlos IV de Luxemburgo como Rey de Romanos. Este accesió en 1355 al trono, con apoyo del papa. Su hijo
Wenceslao de Luxemburgo tuvo que afrontar la creciente independencia de los nobles italianos y el
Cisma de Occidente desde el comienzo de su reinado como
Rey de Romanos en 1376. En 1400, fue depuesto por
Roberto del Palatinado, que fue derrotado por
Gian Galeazzo Visconti cuando trató de imponer su autoridad sobre Milán.
Segismundo de Luxemburgo llegó al poder en 1410, volviendo a usar el título de
emperador y reinó hasta que en 1437
Federico III de Habsburgo comenzó la desde entonces interrumpida sucesión de emperadores de la familia austríaca de los
Habsburgo.
Ciudades estado: Communi y Signoria. El poder milanés[editar]
Así, estos continuos conflictos dieron la ocasión para forjar ciudades-estado autónomas, gobernadas por repúblicas (
Comuni) o por gobernantes nobiliarios (
Signoria) locales, que gracias al enfrentamiento entre los grandes poderes de la época, no estaban supeditados a nadie. Historiadores contemporáneos suelen asociar la Signoria al fracaso de las Repúblicas en mantener la ley y el orden. No era raro que una ciudad se ofreciera a un líder poderoso para garantizar su prosperidad:
Pisa lo hizo posteriormente con
Carlos VIII de Francia y
Siena con
César Borgia ante la presión de sus enemigos florentinos. Cada ciudad mantenía su peculiar equilibrio entre un gobierno y otro con distinto poder de los gobernantes. A veces, una república nominal enmascaraba el control de una pequeña aristocracia o incluso de una sola familia.
Florencia era una república controlada sin embargo por la familia
Médici, la más rica de la ciudad. En otras, directamente los derechos hereditarios de una familia eran parte del derecho de la ciudad como en las
monarquíasmodernas.
El delicado equilibrio entre la Iglesia, la nobleza local y una pequeña burguesía, fluctuante con los conflictos permitió establecerse a repúblicas como la
República de Pisa, cuyas leyes de mar son reconocidas por el papa en 1077, la
República de Lucca, nacida en 1119 o la
República de Siena en 1125, las tres en la región de la
Toscana.
Bolonia, sede desde 1088 de la
primera universidad italiana también tuvo una república, alternada con épocas bajo la órbita de Milán o el papado. Ciudades costeras como
Venecia,
Génova,
Ancona o brevemente
Amalfi crearon un subtipo particular de república, las
repúblicas marítimas, fuertemente ligado al comercio internacional. De forma no sostenida en el tiempo, otras muchas ciudades alternaron gobiernos nobiliarios con revoluciones y repúblicas de dispares duraciones.
En Verde, la máxima extensión del poder milanés de los Visconti.
Particularmente clave fue la evolución de
Milán, que devendría en la mayor potencia del norte de Italia. El señorío de Milán estuvo en manos de la Familia
Della Torre, que lo perdió al enfrentarse al arzobispo de la ciudad,
Otón Visconti. Con el ascenso de Otón y su sobrino
Mateo I Visconti, cabeza de sus ejércitos, al poder en 1277 comenzó el reinado de los
Visconti. Apoyaron al emperador en el norte de Italia, llegaron a sitiar Génova en 1318.
Azzone Visconti conquistaría las ciudades papales de
Bérgamo,
Cremona y
Lodi, ampliando su poder en la región.
Otras dinastías también aprovecharon los acontecimientos para fundar estados en el norte de Italia. La
Casa de Saboya, una familia borgoñona que había unificado la
Marca de Turín y el
Condado de Saboya alcanzó el título
ducal del emperador
Segismundo en 1416. La familia
Montefeltro controlaba
Urbino y
Pésaro desde 1213, siendo agraciados en 1443 con el título de
Duques de Urbino.
Rávena, que estaba bajo dominio papal, cayó en 1218 bajo los
Taversari, a los que en 1270 sustituyeron los
Da Polenta.
Rímini cayó en manos de la
familia Malatesta en 1239, que desde 1285 también gobernaron en Pésaro y que temporalmente ocuparon
Ancona.
Camerino, destruida en 1256, fue desde su reconstrucción en 1262 liderada por los
Da Varano, que lo convirtieron en el
Ducado de Camerino. La
familia Gonzaga se hizo bajo
Luigi Gonzaga con el dominio de
Mantua en 1328, que convirtieron con el tiempo en marquesado y
ducado. La
Casa de Este, vicarios del Papa en
Ferrara desde 1332 recibieron en
1452 el gobierno del
Ducado de Módena del Emperador
Federico III de Habsburgo y el
Ducado de Ferrara del papa
Paulo II en 1471. Los
Baglioni controlaron, salvo interludios, la ciudad de
Peruggia desde 1393.
Muchos de estos estados nobiliarios fueron, en diversos periodos, sometidos u anexionados por los milaneses (tanto en la etapa Visconti como en la Sforza), que pasaron a ser la principal potencia de
Lombardía.
Pavía,
Alessandria,
Lodi o
Parma pasaron a depender de Milán. Diversos miembros de la familia Visconti intervinieron en
Cerdeña. El cénit de este dominio fue el reinado de
Gian Galeazzo Visconti, que alcanzó la máxima expansión territorial después de guerras contra los señores de Padua en el Véneto y Florencia en Toscana. Conquistó
Verona,
Vicenza,
Bolonia y temporalmente Padua. Compró el título de
Duque de Milán en 1395 por cien mil florines al emperador
Wenceslao y derrotó a su sucesor
Robertocuando trató de acabar con su poder.
A su muerte, sin embargo, empezó el declive de los Visconti, que fueron perdiendo territorios. Venecia, que había comenzado su expansión en el Véneto, erosionó las posesiones milanesas en el oriente de Italia. El intento de su hijo
Filippo Maria Visconti de conquistar la Romaña en 1423 le hizo enfrentarse al emperador y perder
Bérgamo y
Brescia. Cuando con su muerte la dinastía
Visconti se extinguió en
1447, Milán pasó a ser la
República Ambrosiana, a pesar de las pretensiones del
duque de Orleans, legítimo heredero. Orleans fue incapaz de tomar posesión de su herencia, pero la República fue corta. El aventurero
Francesco Sforza, casado con una hija del último Visconti, tomó Milán en
1450 y se autoproclamó duque, en enfrentamiento a los pretendientes franceses.
Como la mayor parte de Europa, Italia fue asolada en ese tiempo por la
peste negra, que en
1348 causó un grave daño demográfico al acabar con un tercio de la población del país.
7 Culturalmente, esta convulsa época sentó las bases del esplendor culturar siguiente, destacando el poeta
Dante Alighieri y su
Divina Comedia, una de las obras clásicas del
idioma italiano, que datan de estos tiempos.
Lucha entre aragoneses y franceses por el Sur[editar]
Mapa del Reino de Nápoles. En rojo, la isla Sicilia, casi siempre bajo control aragonés. En naranja la parte continental de Nápoles, controlada hasta Fernando el Católico por los Anjou. En amarillo, las conquistas de Ladislao I, perdidas a su muerte.
A la muerte de
Conradino de Hohenstaufen en 1266, el papado maniobró para colocar en el trono napolitano a
Carlos de Anjou, hermano del rey de Francia, a fin de acabar con al influencia imperial
gibelina en el reino. A esta intromisión papal se opuso
Manfredo I de Sicilia, hijo del rey, que logró algunos éxitos iniciales en su lucha, pero fue definitivamente derrotado – y muerto – en la
Batalla de Benevento. La oportunidad llevó al rey aragonés
Pedro III a reclamar el reino, al ser su mujer hija del rey, como último representante de la dinastía legítima. Carlos fue impopular por sus impuestos y su administración francesa, que en
1282 le valió una revuelta popular conocida como las
Vísperas Sicilianas. Pedro acudió entonces en apoyo de los sublevados, ganando la isla de Sicilia. En
1302 la
Paz de Caltabellota dejaba la isla a Aragón y el Nápoles continental a Anjou. Como fue típico en la Corona de Aragón, este nuevo territorio terminó en manos de una rama menor de la familia real, siendo Pedro sucedido por su segundo hijo
Jaime II de Aragón. En Nápoles, los Angevinos reorganizaron la administración y protegieron las universidades y la cultura.
La
Corona de Aragón en
1443 en su momento de máxima expansión territorial, mostrando sus posesiones en el Sur de Italia.
Mientras, los aragoneses seguían su expansión marítima. A raíz de una concesión del Papa
Bonifacio VIII que trató de reunificar el reino siciliano en
1295 con la
Paz de Anagni dando a
Jaime II de Aragón Córcega y
Cerdeña a cambio de su renuncia a Sicilia comenzó la intervención aragonesa en el resto de islas. La oposición siciliana a los Anjou hizo que en el trono siciliano continuaran los aragoneses con
Federico II de Sicilia, sin embargo. Por otro lado, el dominio aragonés de las islas tirrenas fue disputado por potencias marítimas como la
República de Pisa (cuyo obispo había recibido también en donación
Cerdeña de
Gregorio VII durante la Guerra de las Investiduras) y la
República de Génova, cuyo interés comercial chocaba con los anteriores. La dominación efectiva significó largas guerras y conflictos dinásticos. Córcega, que no llegó a ser ocupada de forma efectiva por Aragón terminó entregándose en
1347 a la República de Génova a cambio de protección.
Las repúblicas comerciales[editar]
Bandera que agrupa los emblemas de las cuatro principales repúblicas marítimas: desde arriba a la izquierda, en sentido horario, los emblemas de Venecia, Génova, Amalfi y Pisa.
El
resurgimiento económico y demográfico de los siglos XI y XII tuvo un gran efecto en Italia, donde confluían dos de los principales de los grandes ejes económicos de la
cristiandad. Ahí se interconectaban la ruta que desde las ciudades comerciales del norte de Alemania y el Báltico (agrupadas en la
Hansa) atravesaba el
Rin y el
Ródanohacia Italia con las rutas marítimas que a través del Mediterráneo trasportaban las especias y productos de lujo de Oriente y los países musulmanes.
Convertidas en emporios comerciales, muchas ciudades italianas experimentaron un desarrollo económico que les llevó a crear flotas mercantes y barrios comerciales en Oriente (Palestina,
Bizancio,
Egipto...). Algunas, particularmente
Génova y
Venecia, extendieron su dominio a islas y puertos a lo largo del mar Mediterráneo y el mar Negro forjando auténticos imperios de ultramar. Políticamente, supuso el ascenso social de los comerciantes, que formaron una
oligarquía gobernante en muchas de las ciudades del centro y norte de Italia. Es la etapa de las
Repubbliche marinare, las
repúblicas marítimas.
Venecia estaba formada por las islas pobladas por los supervivientes de Aquilea, que habían estado nominalmente bajo soberanía bizantina como Ducado del
Exarcado de Rávena. Con
Orso Ipato en el
726comenzó un autogobierno local que terminó reconocido en el 803 por el
Imperio Bizantino y el
Sacro Imperio. Aunque evolucionó en el tiempo, las grandes familias de la ciudad lograron un sistema en la que el
dogo o gobernante era electivo y un consejo le supervisaba. Poco a poco, Venecia se extendió hasta dominar el
Véneto, a medida que el
ducado de Milány el
Patriarcado de Aquilea perdieron poder. Sus rutas marítimas surcaban el
mar Adriático hasta las islas del Mediterráneo Oriental. Sus posesiones incluyeron en su apogeo
Friuli,
Istria,
Dalmacia,
Zara,
Rávena,
Ragusa,
Durazzo,
Corfú, las
Islas Ioninas, el
Archipiélago egeo,
Eubea,
Imbros y
Tenedos,
Creta y
Chipre. Sus delegaciones comerciales abarcaban hasta Oriente Medio y expedicionarios como el famoso
Marco Polo llegaban hasta el
Imperio Mongol en
Chinasiguiendo la
Ruta de la Seda y trayendo nuevos inventos a Europa.
Génova era un antiguo puerto ligur que, dejado de la mano imperial, terminó sin más señor que su
obispo. Sin embargo, con el tiempo las magistraturas elegidas ganaron importancia. Las principales familias nobiliarias y comerciantes, como los
Grimaldis, los
Dorias y los
Spínolas lucharon por el poder sobre un estado que llegó a controlar
Liguria,
Córcega,
Cerdeña,
Lesbos,
Samos,
Caffa... Sin embargo con el tiempo decayó, perdiendo Cerdeña frente a Aragón, posesiones en Oriente frente a Venecia en la
Guerra de Chioggia y trayendo la
peste a Europa desde el mar Negro. Terminaría entrando primero en la órbita de Francia (1394–1409) para después tener una etapa en la que fue regida por los
Viscontimilaneses.
Otras repúblicas marítimas incluyen a
Pisa,
república que tuvo su parte en la lucha marina contra los árabes en
Salerno,
Reggio y
Palermo, además de controlar Córcega, Cerdeña y el
mar Tirreno antes de ser desbancada por Génova y entrar en la órbita florentina.
Amalfi,
independiente de facto del poder bizantino y lombardo cuando estos flaquearon, tuvo una breve importancia histórica antes de ser tomada por los normandos, siendo el origen de las
leyes amalfitanas sobre derecho marítimo. Las ciudades de
Ancona y
Ragusa (sita sin embargo en la costa croata) son también a veces consideradas repúblicas marítimas.
El mediterráneo oriental hacia el fin del periodo de las repúblicas marítimas. Los estados italianos incluyen las Repúblicas de Venecia y Génova y el ducado de Naxos
El Renacimiento (s. XV al XVI d. C.)[editar]
El
Renacimiento italiano inició la era del
Renacimiento, un período de grandes logros y cambios culturales en Europa que se extendió desde fines del siglo XIV hasta alrededor de 1600, constituyendo la transición entre el
medioevo y Europa moderna.
Aunque los orígenes del movimiento confinado principalmente a la cultura literaria, el esfuerzo intelectual y el
mecenazgo pueden rastrearse hasta inicios del Siglo XIV. muchos aspectos de la cultura italiana permanecían en su estado medieval y el Renacimiento no se desarrolló totalmente hasta fin de siglo.
La palabra
Renacimiento (Rinascimento en
italiano) tiene un significado explícito , que representa el renovado interés del período en la cultura de la antigüedad clásica, luego de lo que allí mismo se etiquetó como la
"edad oscura".
8 Estos cambios, aunque significativos, estuvieron concentrados en las clases altas, y para la gran mayoría de la población la vida cambió poco en relación a la Edad Media.
El renacimiento italiano comenzó en
Toscana, con epicentro en las ciudades de
Florencia y
Siena. Luego tuvo un importante impacto en
Roma, que fue ornamentada con algunos edificios en el estilo
antiguo, y después fuertemente reconstruida por los
Papas del siglo XVI. La cumbre del movimiento se dio a fines del siglo XV, mientras los invasores extranjeros sumían a la región en el caos. Sin embargo, las ideas e ideales del renacimiento se difundieron por el resto de Europa, posibilitando el Renacimiento nórdico, centrado en
Fontainebleau y
Amberes, y el renacimiento inglés.
Políticamente fue un periodo de constantes luchas por el poder, cambios dinásticos, guerras e invasiones extranjeras.
Escudo papal de Alejandro VI.
En
1492 ascendió al trono papal el cardenal de origen español Rodrigo Borgia, que tomaría el nombre de
Alejandro VI. Su gobierno pronto se hizo famoso por su nepotismo y su legendaria falta de moral. El nuevo Papa era partidario de una recuperación del poder político en Italia por la Iglesia, lo que lo llevó a establecer múltiples y cambiantes alianzas con sus vecinos.
César Borgia por Altobello Melone.
Sin embargo, la muerte del rey francés en
1498, siendo sustituido por su primo
Luis XII, le permitió cambiar de bando. Así, emitió una bula que permitía el nuevo matrimonio del rey con la mujer de su predecesor,
Ana de Bretaña, necesaria para garantizar la fijación de la poderosa
Bretaña a Francia a cambio del apoyo galo. El nuevo rey, emparentado con los Visconti, antiguos duques de Milán, reclamó exitosamente el
Ducado de Milán que había sido ocupado por los
Sforza. Fue la
Guerra italiana de 1499 - 1501. Con sus tropas, el hijo del Papa y capitán de los ejércitos pontificios,
César Borgia, conquistó una tras otra las ciudades de la
Romaña, (
Imola,
Forli,
Rímini,
Pésaro,
Faenza...) a pesar de la resistencia de sus señores (
Caterina Sforza, los D'Este). César lo convirtió en su señorío particular como representante del Papado, antes de ser nombrado en
1501 Duque de Romaña. Invadió también el Ducado de Urbino y amenazó Bolonia y Florencia. César se convertiría en uno de los prototipos de hombre renacentista y en un claro ejemplo de
condottiero o caudillo militar que marcarían esa convulsa etapa de Italia. Venecia aprovechó la ocasión para anexar
Cremona
En
1503, mientras la situación se complicaba, el Papa murió, siendo elegido como sucesor un cardenal de la familia
Della Rovere, con el nombre de
Julio II. Se trataba del principal antagonista desde hace años de los
de Borja o Borgia dentro de la Iglesia. César Borgia cayó en desgracia y terminaría sus días en Navarra, con sus tierras reincorporadas al papado. Bolonia fue saqueada en 1506 y definitivamente reintegrada en los Estados Pontificios. Su hermano
Francesco Maria I della Rovere ganó también el trono ducal vacante de Urbino. Temeroso del beneficio que sacaba Venecia de la lucha en Italia, el Papa reunió a las potencias contra ella en la
Guerra de la Liga de Cambrai en
1508 y recuperó
Rávena. Sin embargo, el juego de alianzas se complicó, con el Papado uniéndose a una Venecia derrotada en
Agnadello y luego salvada por la intervención francesa en
Marignano. En 1516, los contendientes aceptaron volver al mapa previo a esta lucha.
Las guerras hispano-francesas[editar]
El paso del tiempo trajo el relevo generacional y
Francisco I se convirtió en rey de Francia y
Carlos I en rey de España. Ambos, se enfrentaron por el título de
emperador, desembocando en la
Guerra Italiana de 1521-1526. Francisco I invadió Italia para sufrir derrotas como
Bicoca y sobre todo,
Pavía. En esta batalla de 1525, donde Francisco I fue capturado, se marcó el punto de inflexión a favor de España. Francisco tuvo que abandonar muchas de sus pretensiones sobre Italia y Borgoña. Aunque tras su liberación se negó a cumplir los términos del acuerdo, España se había convertido en la mayor potencia del momento.
Alarmado, el nuevo papa
Clemente VII reunió a múltiples estados italianos en una liga contra España. La
guerra de la liga de Cognac de 1526 resultó un desastre: las fuerzas españolas tomaron Florencia y en 1527 se produjo un afamado
Saco de Roma por lansquenetes imperiales. En 1528, el almirante genovés
Andrea Doria cambia de bando pasando de Francia a España y expulsando a los franceses de
Génova. Con la retirada de Francia con la
Paz de Cambrai de 1529, la guerra terminó con el poder español revalidado y Florencia de nuevo bajo control de los Médici.
Escudo de armas de los Médicis, señores de Florencia y mecenas del Renacimiento.
Florencia no había intervenido especialmente en las luchas de poder por la península, pero influidas por ellas había sufrido sus propias convulsiones. La República Florentina había pasado a estar controlada por la patriarca de la
familia Médici, principal casa de comerciantes de la localidad. Tras la muerte de
Lorenzo de Médicien
1492, quien había llevado a la ciudad al esplendor cultural y económico que le ganó el sobrenombre de
il Magnífico, la ciudad cayó en manos del predicador y monje
Savonarola, fanático religioso y defensor de una reforma eclesiástica. Esto condujo a una temporada de disturbios famosos por sus hogueras de vanidades en las que se quemaron numerosas obras de arte.
El enfrentamiento con el papa Alejandro VI les llevó a excomulgarse mutuamente, lo que terminó significando el arresto y, tras la muerte de su defensor
Carlos VIII de Francia, la ejecución en la hoguera del monje con la consiguiente restauración de la preeminencia de los Médici, liderados por el hijo de Lorenzo,
Piero de Médici. Sin embargo este careció de la diplomacia de su padre, labrándose numerosos enemigos entre los defensores del gobierno republicano, que terminaron expulsándole. Dedicó desde entonces su vida a intentar recobrar el poder, infructuosamente.
Esta República se vio marcada por las guerras contra
Pisa,
Arezzo y otras ciudades de la
Toscana que intentaron aprovechar estas disputas para minar la supremacía florentina en la región. La ascensión en
1513 de uno de los hijos de Lorenzo como Papa, bajo el nombre de
León X, fue determinante para el retorno de la familia a la preeminencia en la ciudad. Tras un interregno en el que volvieron a perder el poder tras la muerte del Papa, se restablecieron con la elección del también Médici
Clemente VII. Las posteriores alianzas con el Papado y el Imperio de
Carlos V reforzaron su dominio y lo convirtieron en un señorío hereditario a partir de
Cosme I, al principio duque de Florencia y, tras unificar el resto de ciudades de la región en
1537,
Gran Duque de Toscana.
Similarmente, la elección en
1537 de
Paulo III como papa favoreció a su familia, los
Farnesio. Legitimado su hijo bastardo
Pedro Luis Farnesio, le concedió los dominios papales de
Parma,
Piacenza,
Camerino y
Guastalla con lo que fundó el
Ducado de Parma, además del
Ducado de Castro. El nuevo estado reunió las tierras entre el poder Médici del sur y el Milanesado de Carlos IV, cuyo vicario
Ferrante I Gonzaga llegó a invadir el nuevo estado. Sin embargo, la alianza con Carlos V con cuya hija bastarda
Margarita de Austria y Parma se casó el heredero,
Octavio Farnesio, salvaría a los Farnesio.
El dominio español (1559-1714)[editar]
La
Cruz de Borgoña, estandarte de las fuerzas españolas y bandera del Imperio español.
Carlos V acabó abdicando en su hijo,
Felipe II, que heredó las numerosas posesiones de su padre, incluyendo Cerdeña, Sicilia, Nápoles,
Presidios de la Toscana y Milán. Aunque el rey se estableció en España, designó
virreyespara los antiguos reinos aragoneses y un
gobernador para Milán que gestionaran la administración de las provincias italianas.
Las numerosas guerras que encaró la monarquía hispánica también tuvieron su efecto en Italia. Aunque como parte de la Corona de Aragón se libró de soportar la parte más dura del esfuerzo bélico (que llevó a un endeudamiento soportado gracias a los banqueros genoveses
9 ), pasó a ser parte del
camino español, la ruta por la que los soldados españoles marchaban a los campos de batalla de los Países Bajos y Alemania. El hijo de Margarita de Parma (y nieto de Carlos V),
Alejandro Farnesio alcanzó por ejemplo un notable éxito al mando del ejército español en las guerras que este libraba en Europa.
Asimismo, la actividad pirata de
turcos y
berberiscos asoló las costas del
golfo de Tarento y
Sicilia, llegándo a tomar los turcos brevemente el puerto napolitano de
Otranto en
1480.
Malta, tradicionalmente dependiente del poder siciliano fue entregado a los
Caballeros Hospitalarios en 1530 como baluarte contra los turcos tras la caída de su base en
Rodas. La contribución italiana, no ya napolitana y siciliana sino incluso de aliados venecianos, genoveses, florentinos y romanos, reunidos en la
Liga Santa fue constante en las guerras contra el Imperio otomano, como en el
Sitio de Malta (1565) o la
Batalla de Lepanto (1571).
Pescara fue asediada por los turcos en 1566 infructuosamente.
Su hijo y sucesor,
Felipe III centró su política italiana en el asunto de la
Valtelina, los valles del norte de Milán que comunicaban con Suiza y Alemania. El territorio, históricamente disputado entre Milán y los
grisones, fue ocupado por los españoles sólo para ser expulsados de nuevo por los protestantes suizos con el polémico apoyo francés del
Cardenal Richelieu. También bajo su reinado, los recelos de
Saboya y
Venecia al poder español en Italia explotaron en la llamada
Conjuración de Venecia, que supuso la persecución de los pro-españoles.
El reinado del último Habsburgo,
Carlos II de España, no trajo grandes cambios en la vida política italiana, aunque el problema sucesorio que plantó su testamento, en favor de un pariente francés generó una
Guerra de Sucesión que implico a prácticamente toda Europa occidental. Mientras en la península ibérica los acontecimientos favorables a uno y otro bando se alternaban, el Duque de Saboya y
Austria tomaron las posesiones españolas en Italia. La victoria final de
Felipe V llevó a la
Paz de Utrecht, que supuso el fin de la presencia española en Italia.
Armas de los Habsburgo-Lorrena, grandes duques de Toscana y emperadores de Austria.
Borbones y Habsburgos (1712-1796)[editar]
Pero sobre todo, el reparto de los reinos fue perturbado por la
Guerra de Sucesión Austríaca (1740-1748). La muerte de Carlos VI dejando como heredera a su hija
María Teresa I de Austria, ante la falta de hijos varones, no fue reconocida por las potencias europeas pese a la
Pragmática Sanción de 1713 que su padre había promulgado. Con diversos intereses, Prusia, Francia y España atacaron y comenzaron una guerra que terminó en Italia con la devolución a los Borbones de Parma, Guastalla y Piacenza.
Felipe, hijo de
Felipe V de España, dio con ello nacimiento a los
Borbones-Parma. Las implicaciones en Alemania y el resto de Europa de la guerra causaron
Guerra de los Siete Años (1756-1763) como revancha sin más efectos en Italia. El matrimonio de María Teresa con
Francisco Esteban supuso la incorporación de Toscana a sus dominios en la nueva casa de
Habsburgo Lorena.
Las Guerras napoleónicas (1796-1815)[editar]
Mapa de Italia durante el dominio Francés.
Tras la
Revolución francesa de
1789 Italia no se convirtió en un gran campo de batalla, aunque hubo enfrentamientos con
Saboya cuando los franceses trataron de ocupar las tierras situadas más allá de los
Alpes (
Niza y el condado de Saboya). La cosa se complicó dado que el
Imperio austríaco, enemigo de los revolucionarios, dominaba buena parte del país. Por ello, se encomendó en 1796 al joven general
Napoleón Bonaparte que realizara una maniobra de distracción contra los intereses austríacos en el sur, mientras que las principales fuerzas atacaban por el Norte.
Sorprendentemente, fue el débil ejército de Italia el que en batallas como
Lodi y
Dego obtuvo la victoria mientras el ejército del
Rin se quedaba estancado. Napoleón puso fin al dominio austríaco de Italia, que dividió en repúblicas afines a Francia como la
República Ligur, la
República Cisalpina, y la
República Partenopea mientras conquistaba la gloria militar y escalaba puestos en su ascenso al poder. Tras sufrir repetidas derrotas, los austríacos firmaron en
1797 el
tratado de Campoformio con el que Austria se rendía a Francia y le reconocía sus conquistas, incluidas Lombardía, a cambio de Venecia. El fracaso de la siguiente expedición de Napoleón en Egipto dio la oportunidad a Austria de volver a intervenir en Italia, pero la derrota en la
Batalla de Marengo supuso la definitiva renuncia a Italia, que desde entonces fue uno de los territorios más firmemente controlados por Napoleón.
Durante el posterior transcurso de las
Guerras Napoleónicas Italia estaría controlada por los franceses hasta los últimos momentos. El
Congreso de Viena de
1815 marcaría la restauración del sistema político previo.
La unificación (1815-1914)[editar]
Giuseppe Mazzini, uno de los primero ideólogos del Risorgimiento.
Tan temprano como en 1820, coincidiendo con la
revolución liberal en España, hubo insurrecciones sin éxito.
Guglielmo Pepe llegó en el
Reino de las Dos Sicilias a tomar la parte continental y forzar al rey a una constitución liberal, pero la intervención de la
Santa Alianza, una coalición de monarcas absolutistas abortó la situación. En 1823,
Santorre di Santarosa trató de producir una revolución en el
Piamonte, usando los colores de la antigua
República Cisalpina. Sin embargo, la intervención del rey
Carlos Félix de Cerdeña motivó que fuera un fracaso. En 1830, se repitió la situación. Tras unas declaraciones de
Francisco IV de Módena en las que alentaba el nacionalismo italiano, los revolucionarios se organizaron y produjeron levantamientos en
Bolonia,
Parma,
Pésaro,
Urbino y
Romaña. El papa
Gregorio XVI pidió ayuda a Austria, y en 1831
Metternich había sofocado la revuelta.
Italia en 1860 durante la unificación italiana y la anexión francesa de Niza y Saboya
El Conde de Cavour, Primer Ministro del Piamonte.
El
Reino del Piamonte fue el protagonista final de este proceso. El Camilo Benso,
conde de Cavour, primer ministro desde 1852, obtuvo el apoyo del
Segundo Imperio Francés. El 14 de mayo de 1859, un ejército francosardo declaró la guerra a Austria e invadió con apoyo francés
Lombardía en
1859. Con sucesivas victorias en
Montebello,
Palestro y
Magenta, la región fue conquistada y el 5 de junio, los sardos entraban en Milán.
Giuseppe Garibaldi, vuelto del exilio y al mando de los
Cazadores de los Alpes, operó al norte retomando
Como. Tras una última y dura lucha, con la victoria de
Solferino fueron liberadas
Brescia,
Bérgamo y
Verona. Los austríacos se replegaron detrás del
Quadrilatero, su línea defensiva que separaba el Véneto. La crudeza de la lucha motivaría a
Henri Dunant a escribir
Recuerdos de Solferino y a fundar la
Cruz Roja. El 10 de noviembre, se firmó el
Tratado de Zúrich ratificando la tregua que se había alcanzado en Villafranca. Según sus términos, Austria cedía Lombardía a Francia que a su vez se lo cedía al Piamonte a cambio de
Niza y la comarca de
Saboya. Los estados italianos formarían una coalición liderada por el papa.
Giuseppe Garibaldi, revolucionario italiano.
Carmine Crocco, bandolero italiano.
Entre tanto, después de la anexión del Reino de las Dos Sicilias, hay una rebelión en las regiones del sur, debido a los problemas sociales persistentes y promesas incumplidas por parte del nuevo gobierno. La rebelión, conocida como "brigantaggio post-unitario", se convirtió en una sangrienta guerra civil que duró casi diez años. El gobierno borbónico en el exilio explotò la rabia del pueblo en un intento de recuperar el trono, nombrando algunos bandoleros para conducir las revueltas, el más famoso fue
Carmine Crocco.
En 1866, aprovechando que Alemania se enfrentaba a Austria en la
Guerra de las Siete Semanas los italianos también les declararon la guerra a Austria. Al concluir esta se anexionaron el
Véneto con su capital,
Venecia, aunque
Bolzano,
Trento y algunas de las regiones en disputa seguían en manos austríacas.
Por último, en 1870, y aprovechando que Alemania en su propio proceso de
unificación había desencadenado la
Guerra francoprusiana y que Francia tuvo que llamar a todas las tropas que defendían Roma de una posible invasión italiana (
Napoleón III, ferviente católico era el principal defensor del papa), Victor Manuel invadió los
Estados Pontificios y declaró a Roma la capital de Italia. Esta anexión generó un conflicto entre Iglesia y Estado conocido como
Cuestión Romana que no se resolvería hasta 1929 con la creación del
Vaticano.
El nacionalismo italiano siguió manteniendo sin embargo sus reclamaciones sobre regiones que ellos consideraban italianas, pero que permanecían en manos extranjeras, a las que calificaban de
Italia Irredenta. Esto incluía varias ciudades y comarcas en la frontera con Austria y Croacia, a las que los sectores más extremistas añadían
Niza y
Saboya,
Malta,
Córcega y la región italoparlante de
Suiza.
Reino de Italia (1861-1946)[editar]
Desde
1861 hasta
1946, Italia fue el reino gobernado por la
casa de Saboya, esta entidad política fue el
Reino de Italia.
Reino temprano[editar]
Fue llamado Statuto Albertino, y permaneció sin cambios desde que Carlo Alberto lo concedió en
1848 incluso a pesar de los amplios poderes concedidos al rey (como, por ejemplo, nombrar a los senadores).
La final expansión del Reino de Italia fue en el Adriático oriental con la
Dalmacia italiana.
En color violeta los territorios del
Reino de Italia en Dalmacia entre 1918 y 1947, con las islas de Cherso y Lussino cerca de
Istria, la provincia de
Zara al centro y las islas de Lagosta y Cazza en el Adriático meridional.
En color amarillo los límites del italiano
Gobiernatorado de Dalmacia entre 1941 y 1943, durante la segunda guerra mundial.
El nuevo estado sufría varios problemas tanto por la
pobrezageneral y el
analfabetismo como de las profundas diferencias culturales (no había un lenguaje común) entre varias partes: incluso hubo revueltas por el retorno a las antiguas leyes.
La política nacionalista del Reino de Italia estuvo centrada a finales del XIX siglo alrededor de las "Tierras italianas irredentas", especialmente en el mar
Adriático. Los territorios de
Trieste,
Istria,
Dalmacia, poblados mayoritariamente por Italianos, fueron objeto de muchas reivindicaciones políticas por parte del
Irredentismo italiano y terminaron por llevar a Italia a la
primera guerra mundial en contra del Imperio austriaco.
La Primera Guerra Mundial (1914-1918)[editar]
Las agitaciones en los Balcanes permitió a Italia para ocupar las Islas del
Dodecaneso, con las que formó el
Dodecaneso italiano y la actual
Libia ante la debilidad del
Imperio otomano. Mientras el ambiente internacional se iba enrareciendo, Italia se acercó al bloque alemán, debido a los conflictos coloniales con Francia, que en su expansión por Argelia y Túnez amenazaba la posibilidad de extenderse por el norte de África de Italia.
Sin embargo, al comienzo de la
Primera Guerra Mundial, Italia permaneció neutral, ya que la
Triple Alianza sólo tenía intereses defensivos, y el
Imperio austrohúngaro era el que comenzaba la guerra. Sin embargo, ambos bandos trataron de acercar a Italia a su lado, y en el
15 de abril de
1915 el gobierno italiano se unió al
Pacto de Londres al declarar la guerra a
Austria a cambio de varios territorios (
Trento,
Trieste,
Istria,
Dalmacia). En octubre de
1917, los austríacos, que habían recibido refuerzos alemanes, rompieron las líneas italianas en
Caporetto, pero los italianos, ayudados por los aliados, pararon su avance en el
río Piave, no lejos de
Venecia. Después de otro año de guerra de trincheras y una triunfal ofensiva italiana, la exhausta Austria se rendía a los aliados el
4 de noviembre de
1918, siendo pronto seguida por
Alemania.
El régimen fascista (1919-1939)[editar]
En la posguerra, Italia recibió los territorios prometidos en el acuerdo de
1915 excepto
Dalmacia, que pasó al recién formado reino de
Yugoslavia, siendo el origen de la
Cuestión Adriática. Italia prosiguió su expansión por el Adriático, bombardeando y ocupando
Corfú en
1923 como respuesta al asesinato de un diplomático italiano, y anexionándose la ciudad de
Fiume (hoy
Rijeka) en
1924 que había sido
declarada libre.
Algunos trabajadores italianos, inspirados en la
Revolución rusa, causaron miedo al gobierno, lo que produjo la aparición de un pequeño
partido fascista, liderado por
Benito Mussolini (un antiguo
socialista convertido en
nacionalista), cuya violenta reacción a las
huelgas fue mucho más apreciada que la tibia reacción del gobierno. Después de varios años de incidentes, en octubre de
1922, los fascistas emprendieron una
marcha sobre Roma (
Marcia su Roma). Los fascistas eran un número reducido, pero el rey dio orden al ejército de no intervenir, y formó una alianza con
Mussolini, convenciendo al partido liberal de aprobar el gobierno liderado por los fascistas. Durante los años siguientes,
Mussolini (al que se apodó el "Duce", el líder) suprimió todos los partidos políticos,
11 y limitó las libertades para "prevenir revoluciones".
Ocupación italiana de Albania y Etiopía[editar]
El imperio italiano en 1940.
Cuando
Alemania se anexionó
Austria e invadió
Checoslovaquia, Italia vio la oportunidad de convertirse en un miembro del eje. Después de que
Hitler invadiera Checoslovaquia sin avisar a Mussolini, este decidó anexionarse
Albania. El rey italiano
Víctor Manuel III, se opuso al plan, por ser excesivamente arriesgado.
El régimen fascista trató de ampliar su imperio colonial, retomando la conquista de Etiopía, que, tratando de evitar las reivindicaciones italianas, firmó acuerdos comerciales con Japón y Estados Unidos para buscarse su favor. En la noche del 2 al 3 de octubre de 1935, tropas italianas procedentes de Eritrea invadieron Etiopía. La capital,
Adís Abeba, fue tomada por los italianos el
5 de mayo de
1936. Italia se anexionó formalmente Etiopía el
9 de mayo de
1936. El emperador tuvo que exiliarse en Gran Bretaña y la Sociedad de Naciones no resolvió el conflicto en favor de los intereses etíopes a pesar de las reclamaciones de
Francia y el
Reino Unido.
A pesar de ello, Roma dio un ultimátum a
Tirana el
25 de marzo de
1939, exigiendo la aceptación de la ocupación italiana. El rey,
Zog, rechazó aceptar dinero en compensación por la colonización de su país, y en el
7 de abril de ese mismo año, las tropas de Mussolini invadieron
Albania. Tras una breve resistencia, especialmente intensa en
Durrës, los italianos resultaron vencedores.
El rey Zog, su mujer, Geraldine Apponyi, y su hijo Leka huyeron a
Grecia y, posteriormente, a
Londres. El
12 de abril, el parlamento albanés votó a favor de unificar el país con Italia. Victor Manuel III tomó la corona albanesa, y los italianos establecieron un régimen fascista bajo
Shefqet Verlaci, cuyos servicios militares y políticos dependían de Italia.
La Segunda Guerra Mundial (1939-1945)[editar]
Después de que el ejército alemán invadiera
Polonia,
Francia y
Dinamarca, Mussolini decidió usar
Albania como cabeza de puente para invadir Grecia. Las fuerzas italianas desembarcaron el
28 de octubre de 1940 y en un encuentro entre ambos dictadores, Mussolini sorprendió a Hitler con el anuncio de la invasión. Mussolini contaba con una rápida victoria, pero la resistencia griega fue superior a la esperada, rechazando el ataque italiano, y contratacando en Albania. Los griegos tomaron
Korçë y
Gjirokastër y amenazaron
Vlorë.
El miedo a caer bajo el dominio griego evitó la cooperación entre los albaneses y las fuerzas griegas, y las tropas de Mussolini se reagruparon en Albania Central. Incómodo ante esta situación en los Balcanes, Hitler intervino el
6 de abril de
1941, en coalición con
Bulgaria y
Hungría contra
Grecia y
Yugoslavia. Un mes más tarde la Albania dominada por Italia se había visto engrandecida con el territorio de
Kosovo. Irónicamente, el nacionalismo albanés consiguió sus metas bajo dominio extranjero.
Mapa del
Mare Nostrum Italiano en 1942. El color verde delimita las áreas controladas por Italia, mientras que el rojo delimita las inglesas.
El
22 de mayo se firmó el
Pacto de Acero, que consolidó la alianza entre las dos dictaduras. Con la sola excepción de la armada, las fuerzas italianas colaboraron con las alemanas en
Grecia y el norte de África. Desde la primavera de 1941 hasta noviembre de 1942 la Italia de
Mussolini consiguió extender su control a toda el área central del Mediterráneo (
Mare Nostrum Italiano).
Tras la fallida invasión de la
URSS (1941-42) y la entrada de los Estados Unidos en la guerra (1941) la situación del
Eje se deterioró. En mayo de
1943 el mariscal
Bernard Montgomery derrotó definitivamente a las
Afrika Korps en el norte de África y en julio tropas aliadas invadieron
Sicilia. El rey Victor Emmanuel III mandó arrestar a Mussolini y nombró al
mariscal Badoglio primer ministro. Entre tanto, las tropas coloniales británicas habían logrado que
Haile Selassie recuperara el trono etíope.
El nuevo gobierno continuó oficialmente como aliado del eje, pero comenzó a negociar la
paz con los aliados, lo que no gustó a Hitler que envió tropas a Italia con el pretexto de luchar contra la invasión aliada. El
8 de septiembre de
1943 el nuevo gobierno declaró un armisticio con los aliados, sin declarar la guerra a Alemania, lo que dejó desorientado al ejército. Badoglio y la familia real se desplazaron entonces a la zona controlada por los aliados. En la subsiguiente confusión el ejército italiano fue barrido por los alemanes (excepto en Roma y en la isla griega de
Cefalonia), quedando las tropas de Hitler como dueñas del norte de Italia que, tras la liberación de Mussolini, se convertiría en la
República Social Italiana. Con la ocupación alemana surgió un movimiento de oposición armada (la llamada
Resistencia partisana) que aglutinó a los opositores al fascismo y al nazismo. A través de una
guerra de guerrillas los partisanos contribuyeron a desestabilizar el poder de los alemanes y del gobierno de Mussolini.
Mientras los aliados empujaban lentamente a las tropas alemanas al norte (
Roma cayó en junio de 1944 y
Milán en abril de 1945) la monarquía finalmente declaró la guerra a Alemania. La liberación italiana se concretó en
abril de
1945.
República de Italia (1946-presente)[editar]
Foto de Aldo Moro el segundo día de su secuestro.
Durante la década de los
años 70 Italia sufrió una crisis social llamada posteriormente como los
anni di piombo (años de plomo), en donde la insatisfacción por la situación política-institucional caótica con gobiernos que duraban apenas unos pocos días, se tradujo en un principio en violencia callejera y sucesivamente en lucha armada, llevada a cabo por grupos organizados de izquierdas que usaron el
terrorismo como arma con el objetivo de crear las condiciones para influenciar o derrocar el orden institucional y político italianos. Tras algunos ataques y asesinatos contra jóvenes neofascistas ("matar un fascista no es delito", se decía), algunos no dudaron en responder formando a su vez grupos armados. Estas turbulencias llegaron a su apogeo en
1978 con el asesinato del líder cristianodemócrata
Aldo Moro por las
Brigadas Rojas, que supuso el fin de la política de reconciliación con los comunistas conocida como
compromiso histórico italiano. La intervención de los servicios secretos italianos y de algún otro país, a los que se les considera responsables de una "
estrategia de la tensión", agravó la crisis deteniendo a miles de activistas de extrema-izquierda.
12 El
brutal atentado contra la estación de Bolonia fue uno de los más duros golpes de aquellos enfrentamientos. Atribuida a
Ordine Nuovo, un grupo terrorista de ultraderecha, nunca se llegó a aclarar completamente.
Esa Italia inestable se vio asimismo salpicada por escándalos judiciales. Es conocida la lucha contra la
mafia, que saltó a la fama con el asesinato del juez
Giovanni Falcone (1992). El ex primer ministro democratacristiano
Giulio Andreotti fue acusado de ser un padrino político de la mafia. También fue un escándalo el reconocimiento oficial de la existencia de la
Operación Gladio, en la que servicios secretos de la
OTAN auspiciaban actividades anticomunista. En 1992 los jueces del Tribunal de Milán, el más famoso
Antonio Di Pietro, empezaron muchos procesos, conocidos como
Operación Manos Limpias, contra partidos políticos descubriendo una corrupción enorme. La mayoría de los diputados del Parlamento fueron involucrados.
En
1994 aprovechando de la crisis de los partidos tradicionales,
Silvio Berlusconiempresario mediático y propietario de tres cadenas de televisión privadas fundó un nuevo partido
Forza Italia que ganó las elecciones con la ayuda de su control de los medios de comunicación. Berlusconi gobernó en coalición, con el apoyo de la federalista e incluso separatista
Liga Norte, que empezó a ganar influencia en el norte del país (
Padania), rico e industrializado y otros partidos conservadores o neofascistas como
Alianza Nacional por sólo ocho meses.
Acusado de corrupción y de hacerse con el control del estado, Berlusconi fue un revulsivo para la oposición. En
1996 ganó las elecciones una coalición de centro izquierda,
el Olivo, encabezada por
Romano Prodi. Las tensiones internas en la coalición de izquierdas hicieron que solo dos años después hubiera sido sustituido por
Massimo D'Alema y permitieron en
2001 a Silvio Berlusconi recuperar el poder. Bajo su segundo gobierno, Italia fue miembro de la alianza que participó en la
lucha antiterrorista de Estados Unidos, en Afganistán e
Irak, países en los que aún mantiene tropas.
La historia se repitió cuando Prodi logró volver al cargo de Primer Ministro. El 9 y 10 de abril de 2006, en elecciones generales, la coalición de Berlusconi fue derrotada por la centroizquierdista alianza
L'Unione, que postulaba al ex presidente de la
Comisión Europea y ex primer ministro
Romano Prodi, por un estrecho margen, que le llevó a depender de los senadores vitalicios en el senado. Este nuevo gobierno comenzó un proceso de reformas para modernizar el país, pero tuvo que encarar numerosas crisis por la fragilidad de la coalición, como en la elección de los presidentes del Congreso y Senado, que dividió a la coalición, o la pérdida de una moción de confianza sobre la política exterior, que se ganó la oposición de los comunistas. El 25 y 26 de junio de 2006 los italianos rechazaron en un referéndum la propuesta del ex primer ministro Berlusconi para dar más poderes al jefe de gobierno y dar los primeros pasos al federalismo, reclamación de una Italia del Norte cada vez más federalista. Los resultados fueron una victoria política para Romano Prodi. Sin embargo, varias polémicas en torno a un caso de espionaje móvil o controversias sobre cambios en la dirección de la Guardia de Finanzas han seguido poniendo en jaque a la clase política.
En abril de 2008 Silvio Berlusconi gana las elecciones al frente de una coalición y es nombrado primer ministro. Su gobierno volvió a dar escándalos como la
Ley Alfano, uno de los intentos de Berlusconi de evitar su persecución legal por delitos de corrupción o los escándalos de su villa en
Cerdeña. Paralelamente comenzó un proceso de reorganización política buscando disminuir las coaliciones inestables: en marzo de 2009 los partidos que formaban la coalición, Forza Italia, Alianza Nacional y otros, se unen para formar un nuevo partido, el
Popolo della Liberta. El sucesor de Prodi y ex-alcalde de Roma,
Walter Veltroni congregó a las izquierdas en un nuevo
Partido Democrático que no ha logrado recuperar el poder ni bajo Veltroni ni bajo una variedad de líderes. Tampoco ha logrado Berlusconi la estabilidad política afrontando la secesión de
Gianfraco Fini, presidente del Parlamento, que abandonó el partido gubernamental dejándolo sin mayoría en el congreso.
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Véase también[editar]