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"Líneas y Entre Líneas"...

... los invita a disfrutar , con otra mirada y con sus opiniones personales, de los encuentros y desencuentros en los distintos roles que hoy nos tocan vivir en la sociedad.

En este espacio, "La Educación" será el centro en torno al cual giren los distintos temas. A veces delirantes, otras veces reales, mutando de una expresión dura a una actitud tierna.

Así serán las interesantes propuestas y sugerencias hacia un mismo objetivo : "Convivir en Sociedad"


lunes, 7 de septiembre de 2015

De lectura obligatoria...

Tómense su tiempo. Es de lectura obligatoria. Por lo relatado que sé que es así, debemos poner todas las fichas a Macri en primera vuelta ya que es el que mejor chance tiene. Si gana Scioli, el poder lo tendrá Zannini, y para que no haya dudas ya lo manifiestan abiertamente !!!
 


Quién es Zannini, el presidente fallido?

Se cumple el ciclo iniciado en los setenta. Carlos Zannini es, desde
la muerte de Néstor Kirchner, el virtual presidente de este país. Ha
recaído sobre él la decisión política y el designio del curso del
gobierno.
Zannini no es solo el Secretario de legal y técnica de presidencia.
Es, también, el mentor y verdadero líder de La Cámpora, esa agrupación
que pretendió ser montoneros del siglo XXI, y se quedó en el fervor
adolescente de los cuadros bajos, asfixiados por la búsqueda de lujos,
desde el cargo oficial, de sus cuadros mayores.
Zannini completa el ciclo de la toma de poder iniciado en los setenta.
Afortunadamente para los argentinos, ha fracasado.
En los años ´70, el objetivo de las agrupaciones guerrilleras era
acceder al poder utilizando al General Perón. Las facciones
provenientes del peronismo, como Montoneros y Far, estaban convencidas
de que Perón, a su regreso, gobernaría rodeado de aquellos jóvenes
maravillosos que le habían hecho la revolución, para que volviera.
Desde el ala más radicalizada del guevarismo no peronista, el ERP, por
caso, siempre le desconfiaron al general, aunque sucumbieron de una u
otra forma a la idea  fácil de acceder al poder utilizando al último
Perón, al que consideraban un cascarón viejo y vacío.
Si habían conseguido volcar a la guerrilla peronista, de base
católica, hacia el marxismo, iban a hacer un doble juego de control
sobre los muchachos de Montoneros, e indirectamente sobre el propio
Perón.
Cuando fue Héctor Cámpora el elegido por Perón para ganar las
elecciones de 1973, la presunción marxista pareció convalidarse.
Cámpora reivindicó la lucha armada, declaró la amnistía para los
luchadores sociales que estaban encarcelados, y metió en el congreso a
algunos diputados provenientes de montoneros, tales los casos de Nilda
Garré y Dante Gullo.

Pero la utopía marxista duró apenas 49 días. Fueron los que tardó
Perón en darse cuenta que con esos fanáticos enamorados de la sangre
era imposible hacer la política de unidad, bajo su mando, y perpetuar
el poder del peronismo en el tiempo.

Perón echó a Cámpora luego de aquellas palabras ya casi legendarias.
¿Qué me ha hecho Camporita?..me ha llenado el movimiento de zurdos y
de putos!.
Perón ganó las elecciones luego de la renuncia del Tío Cámpora, los
apretó poniéndoles los puntos acerca de quien mandaba, y se le
rebelaron abandonando bancas y pasando, luego, a la clandestinidad.
Llegaron a desafiarlo abiertamente matándole a José Rucci, emblema del
sindicalismo al que Perón privilegió antes que a los guerrilleros, y
terminaron enfrentados tanto con las fuerzas legales del estado,
cuanto con las fuerzas paramilitares que Perón mandó organizar para
exterminarlos, la triple A.

Quisieron acceder al poder usando un presidente manejable, les salió
demasiado mal.
30 años pasaron hasta que la política les permitió ir infiltrándose
paulatinamente, desde el Frepaso, y acceder a una cuota de poder con
la fallida Alianza. Estaban desperdigados y no pudieron acceder
masivamente hasta que llegó el tal Néstor Kirchner, un gobernador
feudal que los usó para sus negocios y se inventó un inexistente
pasado de lucha social y persecución.

Si bien los antiguos jóvenes maravillosos se sintieron cómodos desde
el acceso al poder y a las finanzas de las agrupaciones de DDHH, como
Madres, Abuelas e Hijos, y desde los movimientos piqueteros, Kirchner
los había metido en el mismo guiso con esos referentes de siempre del
Pj. El sindicalismo peronista, tradicionalmente de derecha, y los
dirigentes PJ standard.

A la muerte de Néstor Kirchner, en 2010, se produjo el ansiado
movimiento de fichas por parte de Cristina Kirchner. Desoyendo todo
mensaje que le llegara del  más allá, de parte de Él, rápidamente
desperonizó su entorno y se rodeó del remanente de la juventud
maravillosa a la que tanto admira.

Finalmente, lo habían logrado. Estaban en el poder con una presidente
ideal para sus logros. Una mujer tan carente de límites como de ideas,
y allí estaban ellos, la guardia revolucionaria, para abastecerla.
Así cobró mayor predicamento ante la presidente gente como Horacio
Verbitsky y su segunda Nilda Garré. Así Carlos Kunkel se convirtió en
uno de los voceros semioficiales, y el secretario de legal y técnica,
Carlos Zannini, se convirtió en el ideólogo político del cristinismo.
La salida de la CGT tradicional, del firmamento kirchnerista, terminó
de darles, a los viejos terroristas, el control casi absoluto de la
situación, y del gobierno.

Puede decirse, promediando el 2013, que es Zannini el verdadero
presidente de la nación, reemplazante de Néstor Kirchner en la toma de
esas decisiones políticas que a CFK tan poco le interesa acometer.
Ella siempre necesitó la referencia política ajena, porque jamás le
interesó meterse de lleno en esa cuestión.

Las diferencias de conducción desde la muerte de Néstor Kirchner son
ciertamente notables. La radicalización de la presidente avasallando
instituciones de la república así lo demuestran. Cero muñeca política
y 100% cuadro militar. Verticalismo a ultranza y mandar antes que
gobernar. Abolición de cualquier diálogo democrático y pragmatismo
desembozado. Para adentro y para afuera.

Carlos Zannini es Maoísta. Juega perfectamente con los talibanes
stalinistas  como Diana Conti, Sabbatella y tantos otros. Todos
provienen del Partido Comunista, en cualquiera de sus ramas y
subramas.
Uno se plantea qué hubiera ocurrido si las agrupaciones guerrilleras
hubieran llegado a tomar efectivamente el poder, allá por los setenta.
Hay que imaginarlos con la sangre joven de la edad temprana, con los
fierros y con la soberbia que siempre los caracterizó. Mario Santucho,
el líder histórico del ERP, había resumido con claridad el pensamiento
pragmático de la juventud maravillosa. Para hacer nuestra revolución
calculo que deberemos matar a un millón de personas. Afortunadamente,
diferentes circunstancias lo impidieron.

Pero volviendo al presente, se han dado el gusto de llegar. Y este es,
acaso, un ciclo histórico que la Argentina debía cumplir, para poder
abrochar de una buena vez, y para siempre, el capítulo más negro de
nuestra historia reciente.
Porque los jóvenes maravillosos demostraron varias cosas, desde el poder.
1) Que no tenían la mínima capacidad de conducir una nación; porque
son bastante buenos para mandar pero son pésimos para gobernar.
2) Que son absolutamente incompatibles con una democracia republicana
donde el diálogo y la mesura deben primar ante el arrebato y la
imposición.
3) Que la misma falta de moral que mostraron en los setenta, para
matar gente indiscriminadamente, la exhiben hoy cuando suscriben un
modelo falaz y a dos presidentes que perpetraron el robo más grande de
la historia de la Argentina.

Tienen las decisiones, tienen el 80% de los medios de comunicación,
tienen las mayorías legislativas y tienen a su gente en todos los
organismos de la función pública. No obstante lo cual, fracasan
estrepitosamente.
La secuencia de finalización de un ciclo histórico la sustenta la
ciudadanía desde las calles. Cuando pide república, defiende a la
justicia y desenmascara cada movimiento oficial totalitario.
El gobierno integrado por la juventud maravillosa, hoy encanecida, se
debate ante su imposibilidad de integrarse al sistema que los
argentinos hace ya 30 años elegimos para gobernarnos entre nosotros.
La democracia republicana.

El presidente Zannini choca contra la trampa ideológica, porque la
clase media y los grupos de poder le han puesto freno a su locura
setentista.
Si hubieran accedido de este modo en el 2001, hoy la Argentina
ciertamente sería mucho más parecida a Venezuela de lo que es.
Pero terminaron de integrarse a finales de 2010, y se mostraron
descarnadamente luego de las elecciones de 2011.
Afortunadamente, cuando ellos se estructuraron, los argentinos ya
estábamos demasiado democráticos como para que esta gente se saliera
con la  suya.
Hoy como siempre están buscando cómo reciclarse para seguir en el
poder pero los hemos desenmascarado, no hay más utopías, ni mártires,
se terminó el relato.

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