Se preguntó por qué le costaba tanto
disfrutar el presente y decidió frenar
su ritmo
Carolina vivía orgullosa de su capacidad de hacer varias cosas al mismo
tiempo hasta que un día se dio cuenta que no disfrutaba nada.
En qué consiste el entrenamiento de Mindfulness que mejoró su bienestar.
Hasta hace unos años Carolina vivía orgullosa de su habilidad para hacer varias cosas a la vez. Pero un día se detuvo a repasar sus días y hubo algo que no le cerró: vivía en piloto automático, sin disfrutar el presente ni conectarse con nada. Además, estaba cansada, desbordada. La cabeza no le daba respiro, siempre había algún problema de turno sumado a la demanda constante del exterior.
"Me sentía una máquina. La hiperproducción del ser humano hoy cotiza en bolsa. Cuanto más producimos mejor. Cuanta más actividad tenemos más admirable. Es como si nuestro objetivo fuera hacer en 24 horas lo que deberíamos hacer en 60. De todo esto sólo tenemos registro cuando nos enteramos de alguno que le dio un paro cardíaco mientras jugaba con los amigos a la pelota y tenía sólo 40 años. Nos asombramos, hacemos algún comentario de lo mal que se vive con tanta presión y minutos después nos fundimos en un abrazo interminable con nuestras preocupaciones cotidianas", dice Carolina.
El presente y nada más
Mindfulness era algo que a Carolina le resonaba en la cabeza desde hacía algunos años. La razón principal por la que no iniciaba un curso era la falta de tiempo. Le parecía una locura disponer de 40 minutos por día para meditar o aprender a estar presente.
Finalmente se animó y se anotó en un entrenamiento de ocho semanas. "Cada encuentro -dice- era una revelación. Al principio me resultó muy difícil mantenerme quieta y ni hablar de intentar aquietar mi mente que se disparaba a cada instante con cosas que no podían esperar, tales como si había comprado cartuchos para mi lapicera o si el celular tenía suficiente carga. Es impresionante como la mente se resiste a frenar. Es como si no supiera funcionar de otro modo, pero llega un momento en que hacés un click y te lo empezás a permitir".
Mindfulness enseña a vivir el presente con atención plena. El objetivo es que las personas sean conscientes de sus actos, se conecten con sus emociones y eviten el piloto automático con el que suele actuar la mente. Es decir: busca que la vida no pase de largo.
Carolina cuenta que la práctica tiene dos partes centrales: la formal, que consiste en una serie de meditaciones, escaneos y movimientos de yoga; y la informal, en la cual los participantes deben tratar de estar presentes en las actividades que realizan cotidianamente durante el día. Para el fin del entrenamiento esto se vuelve un hábito.
La hiperconectividad disminuye la felicidad
"Lo que aparece cuando estamos presentes es simplemente maravilloso. Es ahí donde descubrimos que sólo podemos ser felices ahora, en este instante, que depende de nosotros. Se trata de vivir los momentos ordinarios plenamente", cuenta Carolina. A partir de esa búsqueda y de esa entrega ella empezó a valorar la capacidad de conectarse con una cosa a la vez.
En lo concreto Carolina dice que tiene mayor registro de lo que hace, está más conectada con sus emociones, lo que la lleva a tomar decisiones con más claridad y logró disfrutar de cosas cotidianas que antes pasaban totalmente desapercibidas.
Si estamos bien, eso se contagia
Carolina y su pareja siempre intentaron inculcarle a su hija la importancia de disfrutar lo que vive en el día a día. Pero en lo concreto, luego de su entrenamiento Carolina pudo hacer un giro en cosas muy puntuales. Como ejemplo cuenta: "Hace unas semanas que mi hija venía intentando hacer una masa pegajosa que se conoce como slime. En cada prueba usaba elementos diferentes. En el medio tuvimos varias discusiones por el dinero que yo gastaba comprando los ingredientes. Un día me dijo: 'Mamá ya sé que me dijiste que no un montón de veces, pero te juro que si me compras líquido para lentes de contacto capaz me sale'. Le respondí que le iba a comprar ese líquido con la condición de que fuera su último intento. La masa le salió y ella estaba súper contenta. Mientras la miraba, mi cabeza fue más allá y pude mostrarle algo tan importante que me hubiera llevado mucho tiempo explicárselo de otra forma. Le dije: 'Lo qué pasó hoy fue muy importante y quiero que pienses en esto cada vez que no puedas hacer algo. ¿Cuántas veces te dije que no hicieras estos experimentos? Bueno, en la vida esto te va a pasar un montón de veces. Te van a decir que no se puede, que es imposible, que no lo vas a lograr. Si vos crees que algo se puede hacer no importa cuantos 'no' se crucen en tu camino, vos siempre lucha para conseguirlo".
Estar en el presente y lejos del piloto automático le permitió a Carolina poder darle a su hija una lección de vida. "Si hubiera estado a mil, sin conectarme con su deseo y su momento, no hubiera podido ver la importancia de lo que sucedió ese día", concluye.
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