La empatía, el diálogo, la escucha y la comprensión son indispensables para lograr armonía en la sociedad...
En las páginas de este blog, buscaremos el camino hacia una mejor convivencia...
BIENVENIDOS A MI BLOG !!! "Líneas y Entre Líneas"...
... los invita a disfrutar , con otra mirada y con sus opiniones personales, de los encuentros y desencuentros en los distintos roles que hoy nos tocan vivir en la sociedad.
En este espacio, "La Educación" será el centro en torno al cual giren los distintos temas. A veces delirantes, otras veces reales, mutando de una expresión dura a una actitud tierna.
Así serán las interesantes propuestas y sugerencias hacia un mismo objetivo : "Convivir en Sociedad"
Hay que aceptarlos con esa condición, hay que criarlos con esa idea, hay que asumir esa realidad. No es que se van… es que la vida se los lleva. Ya no eres su centro. Ya no eres propietario, eres consejero. No diriges, aceptas. No mandas, acompañas. No proyectas, respetas. Ya necesitan otro amor, otro nido y otras perspectivas. Ya les crecieron alas y quieren volar. Ya les crecieron raíces y maduraron por dentro. Ya les pasó las borrascas de la adolescencia y tomaron el timón. Ya miraron de frente la vida y sintieron el llamado para vivirla por su cuenta. Ya saben que son capaces de las mayores aventuras y de la más completa realización. Ya buscarán un amor que los respete, que quiera compartir sin temores ni angustias las altas y las bajas en el camino, que les endulce el recorrido y los ayude en el fin que quieren conseguir. Y si esa primera experiencia fue equivocada, tendrán sabiduría y las fuerzas para soltarla, así, otro amor les llegará para compartir sus vidas en armonía. Tienen un camino y quieren explorarlo, lo importante es que sepan desandarlo, tienen alas y quieren abrirlas. Lo importante es el corazón sensible, la libertad asumida y la pasión a flor de piel. Tú quedas adentro. En el cimiento de su edificio, en la raíz de su árbol, en la corteza de su estructura, en lo profundo de su corazón. Tú quedas atrás. En el beso que les mandas. En la oración que los sigue. Tú quedas siempre en su interior, aunque cambies de lugar.
La autenticidad e integridad como fortaleza del carácter : Los beneficios de ser auténtico e íntegro By Ana Muñoz
Como todas las fortalezas del carácter, la integridad aporta beneficios a uno mismo y a los demás. Las personas íntegras gustan más a los demás, inspiran más confianza, obtienen más su cooperación, se sienten mejor consigo mismas, tienen menos estrés crónico, un mayor bienestar psicológico y una mayor estabilidad emocional.
Cuanto mejor se conozca una persona a sí misma y más actúe en base a su naturaleza interior, más capaz será de crecer y evolucionar como persona. Por el contrario, la persona que sacrifica su autenticidad para preservar una autoimagen rígida o para engañar o manipular a los demás, está también sacrificando su potencial de desarrollo personal y cambio positivo.
Actuar de manera honesta hace a las personas sentirse bien. No hay ningún motivo para que una persona devuelva a su dueño un billetero lleno de dinero, excepto el hecho de sentirse bien por hacer lo que considera correcto, mientras que quedarse con el dinero produce malestar, culpa y un sentimiento de bajeza.
La honestidad es una de las características que las personas más valoran en sus amigos o parejas, según los estudios, así como en sus líderes. Aunque para nadie es agradable escuchar cosas como: "el trabajo que has hecho no es lo bastante bueno", o "no me siento atraído por ti", la mayoría de las personas prefieren escuchar frases como esas antes que ser engañadas. Al fin y al cabo, si sabes que tu trabajo no es lo bastante bueno, tienes la posibilidad de mejorarlo, y si sabes que no tienes ninguna oportunidad con esa persona, te será más fácil decidir que tienes que sacarla de tu mente.
Y, por supuesto, la persona que recibe las consecuencias de la honestidad de otro, se va a sentir feliz e incluso especial. La gente siente más aprecio por la humanidad en general y se siente más segura cuando ve a su alrededor muestras de integridad y honestidad. Sobre todo en un ambiente donde este tipo de comportamientos no son la norma, ser testigo o beneficiario de la honestidad de los demás es como un bello regalo.
Por último, cuando una persona logra alcanzar una meta "auténtica" le resulta mucho más satisfactoria y más fácil de conseguir, mientras que las personas que ignoran sus valores, necesidades o intereses más profundos suelen obtener peores resultados en la vida y menos satisfacción con sus logros.
El presente alegato lo escribo desde mi
rol de dirigente político acreditado por doce años de participación en dicha
actividad, durante los cuales contribuí a la creación del partido Nueva Unión
Ciudadana, con personería en la provincia de Buenos Aires y fui cuatro veces
candidato a Diputado Nacional y una vez candidato a Diputado en la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, por distintas fuerzas y alianzas. Me mueve a hacerlo
una situación que considero oprobiosa, como es la flagrante y sistemática
violación de los derechos humanos que sufren los militares imputados por
delitos denominados de “lesa humanidad” que es ignorada por la justicia, los
medios y las organizaciones públicas y privadas que deberían velar por evitar
este tipo de agravios. Aspiro a que quede constancia histórica de que al menos
un dirigente político se apartó de la mordaza que impone el temor a exceder lo
políticamente correcto y aunque detento la condición de militar retirado eso no
quitará a mi testimonio el valor de provenir de un miembro de la dirigencia
política nacional.
Hace algunos años, cuando se comenzó a
mencionar la posibilidad de declarar inconstitucionales las leyes de Punto
Final y Obediencia Debida, consulté la opinión de un prestigioso jurista quien
me aseguró que dichas leyes estaban ratificadas por numerosos fallos de la
Corte Suprema de Justicia y que, en todo caso, aunque se consumara un hecho
como el planteado, no tendría validez práctica pues desde el punto de vista del
derecho las leyes no pueden modificarse ni aplicarse en forma retroactiva, ni
se pueden vulnerar derechos adquiridos ni se puede volver a juzgar a quien haya
sido previamente juzgado o indultado. El tiempo me demostró que mi ilustrado
interlocutor conocía profundamente las cuestiones jurídicas pero no podía
anticipar la forma desmesurada y descarada con que la dirigencia política
argentina, avalada por una justicia acomodaticia, sería capaz de pasar por
encima de toda la estructura del derecho en su afán de conseguir un objetivo
político.
Con la llegada de Néstor Kirchner a la
presidencia, se inició el ataque final contra todo lo que se había actuado y
construido en la materia, con el apoyo de legisladores de diferentes corrientes
ideológicas y partidos políticos, algunos de ellos con coincidencia plena y
otros temerosos de que sostener una actitud conforme a derecho los ubicaría
bajo la sospecha de ser cómplices o tolerantes de un gobierno militar. La
anulación de leyes y de indultos en forma parcial, así como la incorporación de
figuras jurídicas novedosas tales como los delitos de “lesa humanidad” se
aplicaron en forma retroactiva violando sin pudor principios universales del
derecho, con el aval de una nueva Corte Suprema de Justicia que reemplazó a la
mayoría de los miembros de la Corte anterior que fueron sometidos a juicio
político. Uno de esos miembros salientes me manifestó que la condición que le
plantearon para evitar ese juicio era precisamente comprometerse a aceptar la
anulación de las leyes citadas a lo que se había negado por razones de
principios. Solo el tiempo y la historia podrán probar esa afirmación pero lo
cierto es que la nueva Corte convalidó todas las aberraciones jurídicas que
quedaron bajo su arbitrio cuando de juzgar a militares se trató.
Si existía alguna duda de que la
justicia en Argentina fue inmolada en el altar de la política fue justamente el
presidente de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti, quien se
encargó de disiparla al expresar en un libro de su autoría que “los juicios de
lesa humanidad forman parte del contrato social de los argentinos y constituyen
una decisión colectiva, un consenso que va más allá de cada dirigente, que no
tiene dueño y que, como dijimos antes, nadie puede ya impedir”.
Esta expresión de voluntarismo de
tono eminentemente político que no admite siquiera la posibilidad de la
preeminencia del derecho, demuestra además una postura absolutamente
comprometida y anticipada de quien preside el tribunal que, en última
instancia, deberá juzgar las apelaciones y los cuestionamientos jurídicos que
pudieren plantearse a esa supuesta “decisión colectiva” de los argentinos.
Expresado en los términos crudos de
un político cínico, lo actuado se puede sintetizar en la idea de que los
militares cometieron para su criterio crímenes tan graves que había que
encontrar los recursos jurídicos para juzgarlos y condenarlos aunque para ello
fuera necesario ignorar los obstáculos planteados por el derecho. Lo que muchos
sectores que adscribieron a esta teoría comprobaron luego duramente fue que el
gobierno una vez que comprobó que podía pasar por encima de los diques que la
ley ponía a sus apetencias, continuó usando el recurso contra otros grupos
arremetiendo contra empresas, medios de comunicación y opositores, llegando a
tratar de imponer una reforma judicial que la Corte rechazó, ya en última
instancia, cuando comprobó que también venían por ella. Estos hechos no
quedarán impunes. Como no quedarán impunes los abusos con las millonarias
indemnizaciones que primero llegaron a los familiares de los “desaparecidos”,
para continuar luego con los exiliados y con los terroristas que cayeron atacando
cuarteles en períodos democráticos hasta llegar al extremo de malversar los
recursos del Estado pagando a familiares de terroristas ejecutados por
terroristas en nombre de la “justicia revolucionaria”. Tanto abuso impune,
tanto descaro para juzgar a militares mientras se ignoran jurídicamente los
crímenes guerrilleros o se rechazan los reclamos de los familiares de víctimas
del terrorismo serán juzgados por la historia y en muchos casos, por tribunales
más ecuánimes y justos que los que actualmente siguen la corriente dominante,
ignorando la justicia y el derecho.
El núcleo
Sin embargo y pese a la gravedad de
lo expresado, el núcleo de mi alegato está apuntado a algo más inmediato y
urgente, más grosero y aún más oprobioso, por lo que su tratamiento no admite
dilación. Esto es la forma desembozada en que se violan los derechos humanos de
los más de mil militares que se encuentran sometidos a juicios en causas
vinculadas justamente a la violaciones de derechos humanos. Esta cuestión, no
la expreso en forma de opinión o de apreciación subjetiva. Las agrupaciones
constituidas por familiares de los detenidos y los abogados defensores, han
expuesto reiteradamente con nombre y apellido los numerosos casos de ciudadanos
con estado militar que cumplen prisión preventiva durante períodos que
triplican lo que autoriza la ley. Peor aún es la sistemática negativa a
conceder la prisión domiciliaria a detenidos con edades superiores a los
setenta años que padecen enfermedades que requieren tratamientos que no pueden
ser seguidos en los centros de detención en que viven en condiciones precarias.
Esa falta de atención médica adecuada ha llegado al extremo de que se prohíba a
los detenidos ser atendidos en institutos médicos dependientes de su obra
social, como castigo por la fuga de dos imputados de un nosocomio militar. Como
consecuencia de estos agravios y de los traslados en condiciones inadecuadas e
insoportables para las patologías y las edades de los imputados, se ha
producido ya un número de más de 200 decesos, algunos de ellos que reflejan una
notoria e inaceptable falta de atención médica. Toda la información al respecto
está disponible y debe ser urgentemente investigada pues estas violaciones a
los derechos humanos se están produciendo en estos días y en esta sociedad en
la que convivimos.
No es en este escrito en que citaré
caso por caso (tengo la posibilidad de hacer llegar los datos específicos a
quien los requiera) pero basta relatar cómo situación paradigmática el
fallecimiento de Jorge Rafael Videla, que según información pública tenía al
morir fracturas producidas en prisión que no habían recibido adecuado
tratamiento. Justamente por ser el mayor imputado, su juzgamiento debería haber
sido un ejemplo del respeto a los derechos humanos, las formas y los
procedimientos, que diferencian a un Estado vengativo de un Estado justo. Pero
si ni siquiera en este caso de segura repercusión se atendieron estas
cuestiones menos aún se les da importancia en el cuidado de la situación de los
cientos de detenidos de origen militar con condena o prisión preventiva.
Si las cuestiones enunciadas son
intrínsecamente oprobiosas en el contexto de una sociedad que pretende vivir en
estado de derecho, se alcanza el paroxismo cuando se trata el caso de los
cientos de militares, de policías y miembros de las fuerzas de seguridad y aun
de algunos civiles, que se encuentran imputados a pesar de que no tuvieron
relación con los hechos vinculados a su acusación. La cuestión es que después
de que fueron juzgados los miembros de las Juntas Militares y los altos mandos
que condujeron las operaciones y establecieron los procedimientos en la lucha
contra la subversión, el afán persecutorio se extendió sobre los oficiales de
baja graduación y suboficiales, elaborando razonamientos y argumentos ajenos a
las normas jurídicas pre existentes, que han llevado a los tribunales a los
imputados tan solo por ocupar cargos propios de su profesión o por participar
de operativos contra la guerrilla aun en tiempos de democracia. La falta de
objetividad y el respeto del principio de inocencia se hacen evidentes y solo
se traen a colación cuando se tratan casos de interés para el gobierno como
sucedió con el actual Jefe de Estado Mayor del Ejército demostrando una
inaceptable parcialidad.
Se han formulado acusaciones bien
concretas contra la animadversión evidenciada por jueces y fiscales y la
respuesta es que “al menos se les concede a los militares un juicio, cosa que
ellos no ofrecieron a sus víctimas”. Según esta aberrante línea argumental se
vuelve al concepto de que la gravedad de los crímenes de que se acusa a los
militares (sin presunción de inocencia) es tal, que ni siquiera es exigible un
juicio justo. Al llegar a este punto es necesario admitir que se hace
imprescindible un replanteo inmediato de este proceso acusatorio que ha
excedido los límites de la justicia para caer en las ciénagas morales de la
venganza.
Es en beneficio de la salud moral de
la república y la dignidad que merece nuestra sociedad, que ante la gravedad de
los hechos que describo, avalado por las denuncias de familiares y abogados
defensores que son sistemáticamente ignorados y desoídos, debería realizarse
una inmediata investigación de la situación procesal de los más de mil
detenidos en causas vinculadas a la violación de derechos humanos.
Dicha acción debería poner un tope a
las “prisiones preventivas perpetuas”, remitir a prisión domiciliaria a los
mayores de setenta años y a los aquejados de enfermedades que requieren
tratamientos que no pueden cumplirse en prisión y liberar de la acción penal a
todos aquellos oficiales y suboficiales que por su jerarquía carecían de toda
capacidad de decisión y contra los cuales no hay acusaciones personales.
Esto responde a un elemental respeto
a los derechos humanos que merece todo individuo y requiere una acción
inmediata, sin perjuicio del análisis de las cuestiones de fondo respecto de
las anomalías jurídicas de la figura de lesa humanidad, su aplicación
retroactiva, la valoración del contexto en el cual se desarrollaron las
acciones objeto de acusación y la asimetría en la consideración de guerrilleros
y militares a la hora de penalizar conductas.
He expresado que escribo este alegato
desde el punto de vista del dirigente político. No persigo por cierto con ello
conseguir votos para la próxima elección, ya que soy consciente de lo
políticamente incorrecto de mi posición en el actual contexto. Tampoco cuento
con que lo que expreso sea del agrado de los detenidos o sus familiares. Mi
objetivo es ofrecer a la sociedad argentina la oportunidad de modificar una
situación que en el futuro llevará a avergonzarse cuando los hechos que relato
cobren notoriedad y obliguen al remanido recurso de pretextar ignorancia.
Hoy, en nuestro país, se están violando los derechos humanos de un numeroso
grupo de detenidos y no hay excusa que justifique ese atropello.
Para asegurar que la información
llegue a quienes tienen que conocerla y actuar en consecuencia espero poder
hacer llegar este escrito a diversos protagonistas de la vida social:
A las autoridades de la Iglesia
Católica Argentina para que hagan visible su proverbial vocación por la defensa
de los derechos humanos.
A su santidad, el Papa Francisco, a
quien no puede privarse de conocer esta oprobiosa situación que se está
produciendo en su país de origen y que ya comenzó durante su episcopado.
A los Senadores y Diputados nacionales,
a pesar de la animadversión que muchos de ellos puedan sentir por los militares
que revistaban en actividad durante el período de gobierno militar, justamente
para que demuestren que su respeto por los derechos humanos está por encima de
la condición de quienes sufren su violación.
A las jueces de la Corte Suprema de
Justicia, quienes ya recibieron información por parte de familiares de los
detenidos pero que aún no han respondido ni actuado al respecto.
A los dirigentes de los partidos
políticos, grandes y pequeños, que consideren que la universalidad de los
derechos humanos no debe admitir parcialidad ni excepciones.
A los medios de comunicación, cuyos
eficientes e inquietos equipos de investigación han ignorado hasta el presente
estas situaciones que algunas veces aparecen tímidamente en alguna de sus
editoriales.
A las organizaciones defensoras de
los derechos humanos nacionales, para darles la oportunidad de demostrar que
sus principios no tienen límites ideológicos y a las extranjeras, que celebran
que en la Argentina se juzgue a los militares pero que callan ante las
denuncias de vicios de procedimiento y violaciones de derechos.
A todos ellos les pido que no teman
hacer oír su voz en defensa de una verdadera justicia y de los derechos humanos
del más excluido de los sectores sociales, el militar argentino, porque ningún
hombre o mujer de buena fe los acusará de complicidad ni de connivencia y
podrán evidenciar, en cambio, la pureza de sus convicciones.
Liberemos a la sociedad argentina del
oprobio de la injusticia, si queremos sinceramente dejar un legado cabal a las
futuras generaciones.
Buenos Aires, 14 de febrero de 2014
Juan Carlos Neves
Presidente de Nueva Unión Ciudadana
El pueblo argentino debe conocer la verdadera historia que tiñó de sangre a nuestro país en la década del '70. Nuestros hijos merecen saber la verdad y para ello debe hacerse verdadera justicia...
Hoy 14 de febrero, recordamos el día de San Valentín : "Día de los enamorados". Qué mejor oportunidad para recordar algún poema de Gustavo Adolfo Bécquer...
Podrá nublarse el sol eternamente;
Podrá secarse en un instante el mar;
Podrá romperse el eje de la tierra
Como un débil cristal.
¡todo sucederá! Podrá la muerte
Cubrirme con su fúnebre crespón;
Pero jamás en mí podrá apagarse
La llama de tu amor.
Cada vez hay más casos de padres abruptamente separados de sus hijos a causa de falsas denuncias de sus parejas. Historias de un drama que se dirime en la justicia, pero que tiene a los chicos como botín de guerra
¿Querés que te muestre su cuarto?, pregunta Eduardo de Marcos. La cama está hecha; la colcha rosa tan prolijamente estirada muestra la evidencia: hace días que nadie duerme ahí. En un rincón hay un sofá repleto de muñecas y, al costado de la cama, un equipo de música. Sólo falta ella para darle sentido a esta decoración infantil que quedó petrificada con su partida.
Desde que nació su hija Jazmín, hace cinco años, debe acudir a la Justicia cada vez que la quiere ver y estar con ella por unos minutos, por unas horas.
En espera de Noah. La habitación que Marcelo Mosenson preparó para su hijo, de quien fue separado hace unos tres años, cuando el niño era un bebe.
En la historia de Eduardo, de 48 años, hay una interrupción del vínculo parental por decisión de la madre, que obstaculiza las visitas con maniobras y argucias legales. Según adelanta De Marcos, su ex pareja llegó a denunciarlo por un abuso sexual que nunca sucedió ni pudo probarse, con el único objeto de impedirle acercarse a la menor. Este padre, como muchos otros, es víctima de un fenómeno muy curioso, advierte el abogado Sergio Dubove, especializado en derecho de familia. "Se crearon herramientas para prevenir, castigar y combatir la violencia familiar que generan otro tipo de violencia familiar, la que padece el padre alejado del hijo, denunciado falsamente y amputado en su paternidad, lo que seguramente es el dato esencial del ser humano", destaca Dubove, de 61 años, desde su estudio en la zona de Retiro.
"A partir de las normas sobre la violencia familiar, hay mecanismos que funcionan de una manera muy expeditiva y no debería ser de otra manera cuando están llamados a resolver situaciones que no admiten los ritmos habituales de la Justicia. Para los jueces, es más tolerable el riesgo de equivocarse y restringir a un no violento que el de permitirle sostener la amenaza de violencia", aclara.
Para entender por qué cada vez hay más historias de padres forzosamente alejados de sus hijos, hay que analizar el actual contexto jurídico. De esta forma se detecta cómo la desnaturalización de una valiosa herramienta legal, como la denuncia de violencia familiar, puede generar consecuencias muy negativas en el terreno de los lazos parentales y en la psiquis de los chicos.
La ley nacional de protección contra la violencia familiar 24417, sancionada en 1994, junto a la ley de protección integral a las mujeres 26485, de 2009, son las responsables de los mayores avances en la defensa de la integridad y el bienestar de mujeres y niños. Basta una presentación ante la Oficina de Violencia Familiar de la Corte Suprema o ante cualquier juez para que el denunciante, con una prueba sumaria, pueda obtener una orden de restricción dirigida al agente de la violencia. Esta orden, que prohíbe el acercamiento al domicilio, al lugar de trabajo y estudio, el contacto telefónico y el correo electrónico, se obtiene rápidamente.
Para la princesa Jazmín. Como un oasis en la dura batalla legal que Eduardo de Marcos mantiene con su ex mujer, el cuarto destinado a su hija de 5 años.
Desde el estudio que lleva su nombre, en la zona de Tribunales, el doctor Alejandro Molina, ex presidente del Consejo Nacional del Menor y la Familia, explica: "Ante una denuncia por violencia familiar, el juez puede excluir a alguien del hogar, restringir el acercamiento del padre a la madre, del padre a los hijos. Aquí es donde hay que ver la otra cara de la moneda. Sabemos que hay muchísimos casos en los que esto es casi imprescindible, conveniente y acertado, pero también sabemos que algunas veces estas denuncias encubren maniobras de hombres y mujeres para sacarse al ex cónyuge de encima o para poner cortapisas en el régimen de visitas de los chicos".
Con él coincide Dubove: "Un número cualitativamente importante de denuncias por violencia familiar son falsas y se presentan para generar represalias injustificadas o seguir objetivos secundarios. Esto pasa", recalca el especialista mientras rescata un estudio de Eduardo Cárdenas, ex juez del fuero de familia, llamado El abuso de las denuncias de abuso, donde se cita una estadística elaborada por la Universidad de Minnesota que detecta que el 77 por ciento de las denuncias por abuso relacionadas con divorcios son falsas. "Lo lamentable es que, a partir de estas falsas denuncias, pierden para siempre a sus hijos aunque no haya pruebas en su contra. Se produce un estado de desvinculación y la madre machaca sobre eso, hasta que es el mismo chico quien no los quiere ver más", agrega Molina. Al consultar con la Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema (OVD), se verifica que no existen estadísticas sobre las denuncias falsas en la Argentina. "Es un dato que no existe en nuestro registro -responde María Emilia Sesin, que trabaja allí-. La OVD toma el relato de la persona y a partir de eso se elabora un informe de riesgo. Luego, quien decide sobre la procedencia o no de la presentación será el juzgado correspondiente." Si bien la desvinculación forzada puede ocurrirle tanto a un padre como a una madre, es más frecuente que lo padezcan los hombres, según calcula la mayoría de los expertos consultados.
Con la autoridad que le confieren sus seis años como juez civil y su experiencia de más de dos décadas como defensor de menores, Molina destaca: "Lo cierto es que son muchos más los chicos alienados, enajenados, alejados del padre que de la madre. Especialmente cuando la madre tiene cuentas pendientes con el padre y se las cobra a través del chico,
Con la autoridad que le confieren sus seis años como juez civil y su experiencia de más de dos décadas como defensor de menores, Molina destaca: "Lo cierto es que son muchos más los chicos alienados, enajenados, alejados del padre que de la madre. Especialmente cuando la madre tiene cuentas pendientes con el padre y se las cobra a través del chico, sacándoselo. A veces hay muchísimas problemáticas psicológicas en la mujer: fracaso en la vida matrimonial, en la vida sexual. Todo esto lo depositan en la otra persona y se convencen de que le va a hacer mal a su hijo. Las denuncias de violencia familiar posdivorcio o separación en estas mujeres son muy comunes".
Por esta razón, cada vez son más los padres que recorren los pasillos de Tribunales y se presentan en las mesas de entradas de los juzgados, cargando las copias de sus expedientes y la esperanza de que la Justicia les permita ejercer la paternidad que les fue negada. Ellos exigen ser padres, con la amplitud que abarca el rol actualmente; ya no se conforman con el pago de la cuota alimentaria; quieren participar de la crianza, el crecimiento, la cotidianidad y decidir sobre la educación de sus hijos.
En las últimas dos décadas, en nuestro país han surgido asociaciones como Padres del Obelisco, Afamse, Apadeshi, S.O.S Familia, que defienden una paternidad más activa. Se están generando otras con objetivos similares en España, México, Irlanda y Francia, entre muchos otros países.
"El fenómeno de los padres desvinculados por la fuerza, a partir de denuncias provenientes de las madres que son refrendadas por los juzgados, está adquiriendo importancia. Lo estamos viendo en los consultorios, en los grupos y también en las redes de instituciones que agrupan estas problemáticas en la Argentina", indica el psicólogo Norberto Inda, que trabaja como asesor en la Asociación de Nuevos Padres (Anupa), una de las redes que surgieron para contener esta problemática. "Se trata de madres que, después de la separación, obstaculizan el contacto de sus hijos con los padres no convivientes. En algunos casos alegan el maltrato y abuso de los menores porque no quieren que los padres los visiten, salgan o convivan
con ellos. En bastantes circunstancias, esto provoca el alejamiento entre los padres y sus hijos."
Como director del Instituto de la Familia, un centro de investigación, docencia y asistencia en terapia familiar sistémica de San Isidro, el médico psiquiatra Carlos Díaz Usandivaras sostiene: "Esto sucede, entre otras causas, por el abuso de poder de la tenencia, que en nuestro sistema matriarcal es otorgada casi sin excepción a las madres, no importa la edad del niño. Algunas madres se erigen en dueñas del hijo, como si fuera una mascota, y castigan al mal cónyuge negándole el contacto. Lo borran de la vida del niño o le roban la identidad filiatoria, cambiándole el padre".
En muchos casos, los niños, principales víctimas de estas batallas, sufren del síndrome de alienación parental (SAP), un trastorno psiquiátrico reconocido recientemente como tal por la Sociedad Americana de Psiquiatría, por el cual los hijos son programados para odiar y rechazar a uno de sus progenitores, sin motivos justificados. En palabras de José Bouza, presidente de la Asociación de Padres Alejados de sus Hijos (Apadeshi), que hace más de 23 años los convoca y recibe en la sede de la organización en Parque Patricios: "El hijo asume un discurso similar de denigración e incorpora como propias las experiencias reales, tergiversadas o inventadas que le cuenta el progenitor alienador".
Con el nombre de disfunción materno paterno-filial, el SAP aparecerá incluido en la próxima edición del Manual de Diagnóstico y Estadística de los Trastornos Mentales (DSM-IV).
Desde la perspectiva del psicoanálisis, Inda profundiza: "La desaparición brusca de un padre tiene consecuencias graves. Los chicos abruptamente ven perdida toda una cotidianidad, con todo lo que significa para ellos tener una expectativa y que ésta no se cumpla. Si yo espero a mi papá y no viene, esto me hace un agujero en mi capacidad pensante".
En la misma línea, pero desde la óptica familiar sistémica, el terapeuta Díaz Usandivaras advierte: "Los niños necesitan de la interacción doméstica con ambos progenitores para el satisfactorio desarrollo de su identidad. La carencia severa de la interacción con uno de ellos genera un déficit en su identidad que se manifiesta en la adultez con una alta incidencia de depresión, adicciones y discapacidad conyugal. Tienen dificultades para la relación social con el otro sexo y, si lo logran, una tasa triplicada de ruptura, divorcios y separaciones".
En estos casos, el dispositivo judicial de la desvinculación, que supuestamente debería desarticular los mecanismos de la violencia, es en sí mismo generador de otras violencias. La desvinculación va a suponer el quiebre de una cotidianeidad, ritmos y expectativas, y la ruptura de un vínculo fundante en la identidad del menor. "Es difícil de narrar la perversidad que encierran las denuncias falsas por violencia familiar y, sobre todo, sus consecuencias. La nulificación del rol y la condición de padre es tan perversa como la violencia. En vez de dejar marcas en la cara deja marcas en la estructura emocional de los chicos", compara Dubove.
¿Cómo se traduce en la vida cotidiana de un padre no violento esta situación de no poder hablar con el hijo, no poder verlo, ir al colegio, a las reuniones de padres, al fútbol, al coro?
Eduardo de Marcos tiene días y días. En la primera entrevista con la Revista, que tuvo lugar en la sede de la Apadeshi, no pudo contener el llanto en dos ocasiones; en la segunda, que fue en su casa, donde la presencia de Jazmín es casi palpable por las varias decenas de fotos suyas que empapelan las paredes, se mostró de mejor ánimo.
"Es como un sube y baja constante", ilustra Bouza, que lo conoce desde hace más de dos años. "La vida de quien intenta recuperar el contacto con su hijo, ya sea madre o padre, es de una gran inestabilidad; no sabe cómo va a estar mañana." Por su parte, el psicólogo Inda aporta: "He observado en la consulta y en los grupos terapéuticos el padecimiento que les genera el ser privados del contacto con sus hijos. Es como tener que seguir actuando, trabajando, con un cuchillo clavado, me dijo un paciente. Los padres necesitan a sus hijos así como los hijos necesitan a sus padres, en un vínculo de apuntalamiento mutuo".
La peor incertidumbre. Marcelo Mosenson, papá de Noah: ''Nunca tengo la seguridad ni la certeza de poder verlo''.
Eduardo describe a su hija como una hormiguita que, en vez de cargar una hoja, lleva una planta entera. En esas pocas horas que pasan juntos aprovecha y la lleva a una psicóloga para que le haga un seguimiento. Allí, y a través del juego, intentan develar el estado emocional de Jazmín.
Hay varios juguetes sobre la mesa. Ella siempre agarra los mismos, y juega a que está ella junto a sus dos hermanas luchando contra el mal, hasta que viene el padre, las salva y se las lleva bien lejos.
"Papá, salvame, me está queriendo decir. Está esperando que alguien la saque de la tensión emocional en la que vive", se lamenta Eduardo, que tiene otras dos hijas mayores con las que mantiene una muy buena relación.
Jazmín tenía apenas unos días de vida cuando la madre se la llevó a Bariloche. A partir de entonces, Eduardo ha viajado cada 45 días al Sur con una orden judicial, subiendo al ómnibus cargado de ilusiones y expectativas. Su lucha es la misma de muchos y el terreno para librar la batalla es el judicial. Por eso, a pesar de estar dedicado al coaching de empresas, ya conoce de memoria artículos, leyes y códigos.
Según el artículo 206 del Código Civil, los hijos, "a falta de acuerdo de los cónyuges, quedarán a cargo de aquel a quien el juez considere más idóneo". Entonces, razona De Marcos, si el padre más idóneo es quien permite a los hijos el vínculo con el otro padre, ¿cómo es posible que haya cientos y cientos de casos de impedimento de contacto y apenas un puñado de cambios de tenencia por año?
En el artículo 1° de la ley penal de impedimento de contacto de los hijos menores con sus padres no convivientes, 24270, se proclama prisión de un mes a un año para el padre o tercero que ilegalmente (con falsas denuncias, por ejemplo) impidiere u obstruyere el contacto de menores de edad con sus padres no convivientes. "¿Cómo es posible que sólo un par de casos por año sean reprimidos por esta ley?", insiste De Marcos, que abandonó muchos compromisos laborales para dedicarse exclusivamente a esta lucha que se libra en el ámbito de la Justicia, pero que tiñe toda su realidad emocional y familiar.
"Fueron varias las veces que me fui hasta Bariloche, luego de un día entero de viaje, y no me dejaron verla", rememora.
Sin embargo, recientemente, su tenacidad se vio recompensada. Tras aguardar más de un año y medio la resolución de una medida cautelar basada en las denuncias de obstrucciones de las visitas, recibió la notificación de que la Cámara de Apelaciones de Bariloche había dado lugar a las peticiones presentadas. Entre lo resuelto, el tribunal ordenó un régimen de visitas muy amplio, que llega a 90 días por año, más tres contactos telefónicos o vía skype por semana.
El de Eduardo puede ser un caso esperanzador para muchos padres a quienes se les arrebata la posibilidad de serlo, se les arranca de un tirón la ilusión de la paternidad.
"El alejamiento forzoso e injustificado de los hijos, que puede durar toda la vida, genera una experiencia de robo sin consuelo. A veces los lleva al suicidio", alerta el psiquiatra Díaz Usandivaras y señala que, actualmente, esta problemática también la padecen las madres.
Las horas perdidas
Están corriendo, saltando y riendo. Están por todos lados y tienen la misma edad de su hijo, Noah, de tres años y medio. Los ve cuando sale a caminar, pero también cuando se reúne con amigos y sus familias. A veces le resulta intolerable.
"Te pone en evidencia la ausencia. Te pone en primer plano lo que no podés tener. Es muy doloroso", describe Marcelo Mosenson, director de cine y escritor de 42 años, que fue separado de su hijo cuando éste tenía sólo dos meses y pasó casi un año entero hasta que pudo retomar el contacto.
Esa no fue la única vez, dice, que la mamá de Noah lo alejó, se interpuso entre ambos e interrumpió el lazo que los une. Marcelo rastrea el inicio del problema en el embarazo. "Ahí me di cuenta de que algo andaba mal. Demasiados celos. Pero, claro, pensé que era por las hormonas", desliza.
Según Marcelo, los celos sólo fueron agigantándose y resquebrajando la salud mental de la madre primeriza. Hasta que aparecieron en escena policías, cartas documento y denuncias por violencia. "El mayor problema es darte cuenta y saber que no elegiste bien. Es que no podés prever del todo cómo va a ser alguien como madre o como padre."
Noah era un bebe de pocas semanas cuando Marcelo se fue del hogar. "Hice de todo. Hacés de todo para verlo." Lo repite para que no haya ninguna duda: "Yo nunca decidí alejarme de mi hijo".
Hoy se acomoda en el sofá de un café en la zona de Belgrano, narra su historia y la de Noah, y sueña con que siempre vayan de la mano. Tiene los ojos de un turquesa profundo, como cada uno de los pensamientos que va hilando para entender lo que le pasó, aquello que él llama padrectomía. Quiso preparar un relato para su hijo y comenzó a grabar un documental que indaga en los tabúes que encierra el concepto de paternidad y maternidad en nuestra sociedad, tanto en la Argentina como en otros países.
Marcelo explica que tiene un par de semanas normales en las que Noah se queda a dormir con él varios días. Entonces van y vienen, de la plaza a lo de sus abuelos, de lo de su mamá a su casa, cocinan pizza juntos. De pronto y de manera abrupta, la madre no deja que se vean. Noah desaparece de su vida sin un porqué. Estas interrupciones o secuestros, como él los llama, pueden durar meses.
Sin perder la esperanza. Tras mucho insistir, este año Eduardo de Marcos, papá de Jazmín, recibió una respuesta favorable de la Justicia.
"Nunca tengo la seguridad ni la certeza de poder verlo. Nunca sé cuándo vendrá el nuevo secuestro", se lamenta Mosenson. Está ansioso; baja las escaleras para buscar un café y, al volver, pregunta si está hablando demasiado. La respuesta es un no rotundo. Quizá no era así antes de convivir con esta incertidumbre, en este mar de angustia y de ausencias. Son las huellas que deja un trauma.
"Fue lo más duro que viví. Tuve dos denuncias de violencia que jamás ejercí. No sabía lo que eran las cartas documento, los policías, los abogados, las amenazas de muerte. Yo lucho por mi tenencia hoy", dice Mosenson, que tiene más de mil páginas escritas para un libro que se fue gestando a lo largo de toda esta experiencia. "No me quería perder la paternidad. Me parecía una injusticia atroz. No hay nada peor que un padre ausente", sentencia.
Para Marcelo, lo más doloroso es ver que pasa el tiempo, que su hijo crece y no saber qué pasa en el detrás de escena, en todo aquello que se pierde. Murmura: "Lo que sé es que no estuve ahí, que no me dejaron estar. Además son tiempos que no se pueden recuperar".
"Es más fácil que un hombre sea golpeado por una cuestión de fuerza, pero no violentado. Yo ocuparía ese lugar, el de haber sido violentado. La violencia puede ser ejercida de distintas maneras", finaliza.
El rol de la Justicia
¿Qué pueden hacer los jueces ante una madre que impide el contacto con el hijo y obstaculiza con falsas denuncias una de las relaciones fundantes en la identidad del menor?
Luego de muchos años dedicado a esta problemática, Horacio Magliano, ex juez civil de la Nación y actualmente abogado de familia, dice que el origen del problema es que se propagan los casos gracias a que no existen sanciones adecuadas para quien promueve denuncias falsas.
Para el abogado Dubove, una vez demostrado que las denuncias por violencia familiar son manifiestamente falsas, habría que imponer sanciones a los abogados que las presentaron. "Hay situaciones que son claramente falsas y, si se prueba que se trata de una estrategia del abogado, hay que sancionarlo, del mismo modo que existe la figura de estafa procesal. Sería disuasivo."
Una mejora vendría de la mano de una reglamentación más estricta del plazo en el cual se debe producir la prueba para resolver si una persona fue violenta o no. Según los expertos, en la mayoría de los casos las denuncias quedan en la nada cuando no son ciertas. Aun teniendo en cuenta todo lo estigmatizante y perjudicial que puede ser para un padre no violento ni abusivo ser catalogado como tal.
Si existe una maniobra muy marcada del que ejerce la tenencia para que el otro no vea al hijo, tiene que perder la tenencia, asevera Molina.
"Sin embargo, muchos jueces no se animan a tomar esta medida. Si durante dos años interrumpe el régimen de visitas, sáquelo de ahí y póngalo en la casa del otro, del padre. Recuerdo un caso que tuvimos donde la madre estaba muy mal, los hijos muy descuidados. Tuvimos que sacar a los hijos con dos asistentes sociales, un oficial de justicia y dos policías. A ese extremo tuvimos que llegar. El padre, por otra parte, estaba desesperado viendo cómo se derrumbaba todo."
Un tormento diario
Pablo Cogo, de 38 años, vive en San Rafael, Mendoza. Padre de una hija de 3 años.
"Desde que me separé, la postura de la madre y su familia fue de contacto mínimo o inexistente entre mi hija y yo. Durante el primer año, las visitas se realizaban una hora, tres veces por semana, dentro del domicilio de la madre, con su constante presencia, restricciones y condicionamientos. Luego de iniciar acciones legales logré realizar las visitas fuera de su domicilio, con permanentes dificultades para el retiro de mi hija. Fueron necesarias cuatro acciones legales."
Padre que prefiere permanecer anónimo .
"Tengo una hija de 3 años. Desde que me separé no tuve paz para verla. Tenía un régimen de visitas, el cual pude ampliar gracias a no aflojar; estar tranquilo, en la medida en que se podía, dada la eterna negativa de la mamá. El juzgado de familia me dio una medida cautelar ampliándome días y horas, luego de litigar por dos años y medio. A pesar de que la mamá de mi hija me denunció por violencia, nunca necesité supervisión de visitas. Me sometí a todo tipo de pericias, las cuales salieron siempre bien. Denuncié cuatro impedimentos de contacto, dado que la mamá deja pasar meses sin que pueda ver a mi hija. El juzgado de familia asignó una asistente perito para presenciar los retiros y las entregas, para que la madre cumpla. En los informes de la asistente sale que mi hija va y viene feliz conmigo, y que los problemas están en el conflicto de los padres.
"Mi ex es abogada y está de novia con un juez penal. Ahora pasó a denunciarme en el fuero penal con los mismos viejos alegatos. Hace cuatro meses que no veo ni puedo acercarme a mi hija."
Ante tantos comentarios y opiniones, creo que no es necesario hacer una reflexión. Simplemente que cada lector saque sus propias conclusiones. La sociedad y nuestros hijos esperan una respuesta.
«Lo propio de Dios es hacer y lo propio del hombre es dejarse hacer». obispo de Lyon, san Ireneo
«Dejarme hacer por Dios». Quizá esta sea la clave del camino Cuaresmal…
Si os dais un paseo por la playa tendréis la oportunidad de acariciar multitud de cantos rodados de matices diferentes. Los hay blancos, pardos, grises, negros.
Algunos irisados con escamas brillantes de mica que reflejan los rayos de sol...; pero todos tienen un denominador común. Son suaves, no dañan, ni siquiera atraen la atención de los que pasan cercanos como las conchas. La gente los pisa y los olvida. Al fin y al cabo son piedras.
¿Cómo llegaron a ser lo que son? me pregunto. ¿Qué eran antes? ¿Cómo se logró su transformación? La respuesta es clara: Se dejaron hacer.
Se dejaron hacer. Su origen, un trozo de piedra dura, que el mar arrancó en su bravura al acantilado. El tesón de las mareas y el fragor de las olas los moldeó con fuerza... Pasó tiempo... Rueda que rueda, entre las algas y la arena, aquellas aristas cortantes, poco a poco, con el roce continuado se fueron limando. Hoy no es una roca punzante, es una piedra rodada, un canto que el pleamar mañanero acercó a las playas tenazmente.
Juguete para los niños. Sus formas son caprichosas, también lo es su color. Lo importante es que son tan suaves y mansos que todos pueden cogerlos sin que les causen dolor.
Un trozo de piedra dura por el roce con las otras, limada por las arenas, por el viento, el agua, el sol, el flujo de las mareas, el tiempo lo transformó en suave canto rodado.
¡Qué examen para nuestra vida! Si así obra la naturaleza en un ser inanimado, ¿qué filigranas no hará el Señor en cada uno de nosotros, si nos dejamos hacer por Dios? ¡Dejar que esta piedra mía se transforme un día en canto rodado es un reclamo, Señor! Las aristas de mi vida se suavizan con el roce incesante del cotidiano vivir. Debo dar gracias a Dios porque el trato con los otros me enriquece, me transforma, pule esquinas cortantes y mi vida se hace canto rodado, que en la convivencia diaria no produce ni molestias, ni dolor.Regreso, despacio, lleno de paz y de deseos al corazón. La llamada ha sido fuerte. La agradezco.
«Dejarme hacer por Dios». Un lema para la vida. Que a lo largo de este tiempo no lo olvidemos, Señor. ¡Dejarme hacer por Dios! sin protestas, ni quejidos cuando las circunstancias imprevistas y desagradables pulan las asperezas y aristas que hay en mi corazón.
¡Dejarme hacer por Dios! acogiendo con gratitud el bálsamo del consuelo que tantas veces recibo de los que amo y cuya unción tan suave alisa esquirlas pequeñas de mi vida. ¡Delicadezas del amor! Hoy quiero agradecerlas y descubrirte a Ti en ellas. Son
tu don.
¡Dejarme hacer por Dios! es abandonarme a su Voluntad santificadora siendo dócil a la acción que el Espíritu suscita en mi interior.
¡Dejarme hacer por Dios! es no atarle las manos expertas y paternales que, a pesar de mi dureza, me moldean con presteza y con tesón.
¡Dejarme hacer por Dios! es el grito que escuché en tantos cantos rodados apiñados al final del malecón.
¡Dejarme hacer por Dios! En sus dedos creadores, escondido y sin temor, voy susurrando muy quedo:
Gracias por esta llamada del obispo de Lyon: «Lo propio de Dios es hacer y lo propio del hombre es dejarse hacer».
Esta reflexión, me produce un sentimiento especial. Lo leo y lo releo y cada vez siento con más fuerza la necesidad de compartir y moldear mi corazón para acercarme aún más al prójimo. El canto rodado de nuestro ser, se va redondeando día a día. El canto rodado ya no es piedra, es simplemente un trozo de vida que compartimos con tantos otros...para dejarnos hacer por Dios...
La conciencia es sin duda, la vara que mide nuestra actitud frente a la vida. Si nuestra conciencia responde a los valores que Dios nos enseñó, podemos entonces estar en paz con nosotros mismos y con los demás. No siempre ese estado de tranquilidad nos da la satisfacción que merecemos, pero pasados los años, veremos en cada uno de nuestros hijos y nietos, plasmada la muestra de la ejemplaridad recibida. El siguiente soneto nos hace reflexionar sobre la "conciencia" y la "injusticia".
Conciencia
Conciencia nunca dormida
Mudo y pertinaz testigo
Que no dejas sin castigo
Ningún crimen en la vida.
La Ley calla, el mundo olvida,
Más ¿quién sacude tu yugo?
Al Sumo Hacedor le plugo
Que a solas con el pecado,
Fueras tú para el culpado
Juez, delator y verdugo.
Extraído de "La Noción de Pecado" de Alberto F. Cañas,
pensador de Costa Rica
Desenmascarar a una persona sin escrúpulos requiere de mucha observación.
Paola Domínguez Boullosa
Hay conceptos que se explican mejor con una fábula que por su significado, escrúpulo es una de ellas. Escrúpulo significa roca pequeña o piedrita, y su fábula es como esa piedrita que tenemos en el zapato que a cada paso que damos se va convirtiendo en una tortura. Una vez liberada, liberados quedamos; ahora, al cuidado de los considerables daños que esa pequeñez haya podido causar.
Explicada la fábula y descrito su significado, escrúpulo se define como la duda o recelo que punza la conciencia, sobre si algo es o no cierto; si es bueno o malo; si obliga o no obliga; lo que trae inquieto y desasosegado el ánimo. Y para cerrar el título, la persona sin escrúpulos es aquella que carece de un nivel de conciencia que le permita delimitar la verdad, clasificar sus actos, sus obligaciones y como consecuencia de lo anterior, se desentiende de toda responsabilidad por los daños causados que además, a su parecer ni son ni existen.
Interesante, porque este tipo de personas tienen características muy bien definidas que no siempre podemos diferenciar de cualquier otro ser, carente o no, de sicopatía alguna. Son empáticos, simpáticos con una adaptación social relativamente óptima y hasta pueden parecer profundamente agradables, porque además son narcisistas, egocentristas y con un alto grado de valoración, y ésta es la circunstancia que nos confunde, porque gente así conocemos mucha, la diferencia es que el sin escrúpulos, además de lo anterior, maneja a la perfección la habilidad de mentir, engañar y hacer sentir mal o no al otro para lograr sus objetivos.
Diferenciar a una persona sin escrúpulos de una persona con ellos, es a todas luces un proceso complejo y posiblemente requiera de un tiempo considerable. Desenmascarar a una persona así requiere de un alto grado de observación, experiencia y de un alto grado de reconocimiento de nuestro propio ego, porque esa será su entrada a nuestras vidas; alimentar nuestro ego para conocer, a partir de él, todas nuestras debilidades.
El primer dato es tener en cuenta que su empatía está perfectamente dirigida a un objetivo: cosifican a los seres humanos, es decir, éstos se convierten sólo en medios para su fin, el remordimiento no es algo que se planteen, así que faltar a cualquier norma o valor humano no representa para ellos ningún desafío, así además, parecen seres valientes y seguros de sí mismos —dos grandes características de un líder—, son ordenados y ritualistas, llevan cuenta exacta de lo que han procurado a fin de lograr su objetivo.
A simple vista, hasta podríamos considerar que son seres admirables y emprendedores. La diferencia entre un ser que tiene y el que no tiene escrúpulos más clara es que los primeros se cuestionan y tienen la capacidad mental y física de controlar sus emociones, impulsos y un grado de capacidad de frustración, es decir si algo no sale conforme a lo esperado, la persona con escrúpulos sabrá valorar, aprender y cambiar el rumbo de sus acciones; el segundo, terminará por manifestar su delirio ante la imposibilidad de ver realizado su objetivo. La próxima vez que se deje seducir por un aparente ser perfecto, desconfíe, la autenticidad no da lugar a perfecciones basadas en el pensamiento del colectivo; la autenticidad se basa en el desarrollo de la perfección sólo personal al margen de las opiniones ajenas, así que no se deje sorprender cuando algo roce en lo perfecto, tenga presente que aquel frente a usted le necesita y está dispuesto a todo, y no por usted, sino por lo que usted pueda proveerle… y obsérvese, si siente la piedrita sáquela y siga a delante.
En realidad es muy difícil percibir, cuándo una persona es auténtica o no lo es. Así también, es muy difícil transitar este mundo, saber discernir entre el bien y el mal, entre las personas que se nos acercan por conveniencia o por amistad. Todo es muy difícil, pero siempre nos queda la posibilidad y satisfacción de aprender a valorar las buenas acciones de quienes nos quieren, de verdad.
Por qué Francisco reúne características de próceres que hoy podrían cautivar a cualquier votante. Les quiero hacer una confesión muy personal. Ya tengo elegido mi candidato a presidente para el 2015. Ya me convenció. Creo que no hay un argentino mejor que él para que conduzca los destinos del país. ¿No me cree? Mi voto de confianza es para un compatriota extraordinario que es lo mejor que se produjo en estas tierras, tal vez, en toda su historia. ¿Sabe por qué lo quiero votar? Porque tiene las virtudes, los valores y las ideas de los dirigentes políticos fundacionales de nuestro país y porque por su capacidad revolucionaria debería estudiarse en los colegios como muchos próceres de la argentinidad. ¿No me cree? ¿Le parece que exagero? Lea y después me cuenta. Yo se lo describo, le doy unas pistas para que entienda porqué siento tanta admiración por ese hermano nuestro que está protagonizando una epopeya.
De José de San Martín tiene el coraje para pelear por la libertad de los pueblos y para enfrentar las más grandes dificultades, incluso las que tienen el tamaño de la Cordillera de los Andes. Se siente un hombre libre y quiere que todos los hombres sean libres.
De Manuel Belgrano tiene la obsesión por la educación, la excelencia intelectual y la flexibilidad para moverse en todos los terrenos. También es creador de una nueva bandera de la fe.
De Mariano Moreno tiene la voluntad revolucionaria. La pasión por romper las burocracias del atraso y la apuesta al cambio de las viejas estructuras. Por algo los conservadores ya lo pusieron en la mira.
De Hipólito Yrigoyen tiene su amor por los más humildes, su lucha eterna para que la tortilla se vuelva, su profunda fe democrática. Su segunda Biblia, su plataforma electoral, el documento más importante que redactó, que sostiene que el Estado debe intervenir para suturar las heridas que produce el mercado, es un producto colectivo. Se realizó en la conferencia de Aparecida, con el aporte de pastores, peregrinos y obispos, pero tiene la síntesis de un sabio. De un sumo sacerdote. De un pontífice que piensa con ecumenismo y que no conoce lo que es el odio. Todo lo contrario, ayer proclamó la cultura del encuentro y llamó a “rehabilitar la política como una de las formas más altas de la caridad”. Dijo que “entre la indiferencia egoísta y la protesta violenta hay una opción de los oprimidos: el diálogo, el humanismo integral”.
De Juan Domingo Perón tiene su habilidad para conducir, ese liderazgo carismático necesario para guiar la organización humana más grande del planeta con 1.200 millones de fieles. Tiene una sensibilidad especial y sabiduría popular que sólo se cosecha con mucho pavimento recorrido. La picardía argentina en el mejor de los sentidos y no la viveza criolla. Tiene humor. Se podría cantar una marchita que diga: “Por ese gran argentino/ que se supo conquistar/ a la gran masa del pueblo/ con astucia clerical.
De Evita tiene su amor por los grasitas y la mirada en la periferia. Su opción por los pobres, por los cabecitas negras de La Matanza a Lampedusa. Ese abrazo que se dio con los Qom que Cristina no recibió o con el indio Pataxo que le regaló su cocar y no se arrodilló porque el Papa se lo impidió. La arenga para que nadie acepte la humillación de nadie, para que se pongan de pie y se rebelen. Por eso dice que quiere que los jóvenes hagan lío y salgan de la Iglesia. Para que ocupen las calles con alegría y peleen por un mundo más justo, más solidario y fraterno. Quiere que sean callejeros de la fe.
Siembra amor y esperanza y lucha a muerte contra los asesinos que utilizan la droga para matar pibes y los que utilizan la trata para esclavizar mujeres pobres.
De aquellos que rezan: “Papa nuestro que estás en el Vaticano, santificado sea tu nombre”.
De Arturo Illia tiene la austeridad republicana y franciscana. Los votos de pobreza, el despojo de todo tipo de vanidad o riqueza frívola. No vive rodeado de millonarios ni de estrellas mediáticas. Se siente a gusto en las favelas del mundo porque conoce profundamente nuestras villas miserias. Pinta su aldea y por eso es universal. No miente, predica con el ejemplo. Tiene las manos limpias, no hace falta que presente su declaración jurada porque vive como piensa. Por eso tiene autoridad moral para decir que se puede perdonar a los pecadores pero no a los corruptos. No roba pero hace.
Es argentino como pocos y no solo porque nació en Flores en una típica familia de tanos inmigrantes. Por el mate, el tango, su San Lorenzo de Almagro y el culto a la amistad. Convoca multitudes apasionadas. Tiene olor a oveja, pero no acepta el verticalismo ni la obsecuencia. Llama a que cada uno construya su propio destino junto a sus hermanos más frágiles. Propone cooperativas para recuperar la paz, el pan y el trabajo y combatir la inflación y la inseguridad. Y si no me creen, lean el documento de Aparecida que es la génesis de su papado. Reparte estampitas cargadas de futuro. Es emocionante ver como emociona. Ya produjo su primer milagro: que todo el mundo quiera a un argentino. Y que la juventud recupere su lucha por las utopías a su imagen y semejanza. Francisco fue forjado por dos matrices que atravesaron la historia de nuestro país. Por el catolicismo y el peronismo. En esas fraguas se formó. En esas convicciones e ilusiones. Muchas veces me pregunto qué me despierta tanta admiración el Papa si yo no soy católico ni peronista, aunque a veces me gustaría serlo. Para tomar lo mejor de ambos. Para tener un oído en el pueblo y el otro en el Evangelio o en la doctrina, como decía Monseñor Angelelli.
Ya sé que no lo puedo votar. Ya sé que no es candidato. Pero es el espejo que refleja lo mejor de este país. Es el argentino que nos transmite esperanza y capacidad transformadora. Es el Papa. Tranquilamente puede ser un presidente y un prócer. Podrán imitarlo, pero igualarlo jamás. Porque el país no está temblando. Esta latiendo patriotismo, solidaridad y emoción. “Se siente, se siente, Francisco presidente”, podrían cantar las tribunas, como si el país fuera el viejo Gasómetro Y si él no puede ser, que sea algún argentino que se atreva a recoger su nombre y lo lleve como bandera a la victoria.
Esta es sin duda, una excelente reflexión de Alfredo Leuco, a la que yo deseo agregar mi propia reflexión, que no hace más que completar la suya. Lamentablemente es sólo una expresión de deseo que quiero compartir con los que piensan como yo:
Francisco lleva, sin duda, el sello indeleble de Jesús, quien vino a la tierra a redimir al mundo. Es por eso que Francisco tiene la misión y el don de buscar la unión y la paz entre los hombres. En estos momentos tenemos, en argentina, mucho odio, injusticia y desunión entre hermanos. Presos políticos que obedeciendo órdenes del estado, defendieron a la Patria y que ahora están abandonados sin atención médica, muriéndose en las carceles. Este odio, esta venganza, esta injusticia, la pagaremos en poco tiempo todos los argentinos.
Por eso creo que Francisco, nuestro Papa, es el enviado de Dios para cumplir con esta misión de Paz y Unión entre hermanos. Entreguemos nuestra confianza en Él , recemos por Él y que inspirados en su amor y justicia, logremos volver a tener una Argentina unida, con valores y en paz.
Un problema preocupante Sin familia no hay sociedad
Los llamados nuevos modelos de familia tratan de hacerse un hueco en la sociedad. Sin embargo, los expertos demuestran que hogares como los formados por parejas homosexuales, divorciados, etc. generan en los niños una serie de problemas que se traducen, a la larga, en dificultades a la hora de entrar a formar parte de la sociedad. Aunque no se puede ser categórico, hay una clara tendencia que demuestra que la familia -hombre y mujer abiertos a la vida- el único modelo de familia digno de tal nombre facilita el proceso de socialización. En España, el Gobierno de don José Luis Rodríguez Zapatero preparó varias leyes que potencian el incremento de esos llamados nuevos modelos. Las consecuencias se dejarán sentir, y muy gravemente, el día de mañana, porque es en la familia donde se forjan los ciudadanos
En 1994, Naciones Unidas celebraba el Año Internacional de la Familia. El logotipo diseñado para el evento representaba un corazón bajo un tejado, símbolo del amor en el hogar. Pero esta imagen no fue la primera que se presentó. El boceto original mostraba la silueta de un padre, una madre y un niño que se daban la mano. Las quejas no se hicieron esperar. Homosexuales, hogares monoparentales, divorciados y separados no se sentían identificados con ese emblema y, sin embargo, sí se llamaban a sí mismos familia. Esta anécdota, que recoge don Juan Manuel Burgos, profesor del Instituto Juan Pablo II, en el libro Conciliar trabajo y familia: un reto para el siglo XXI (Eunsa), ilustra el proceso de transformación que está sufriendo el modelo tradicional de familia.
Los divorcios ya no sorprenden
De hecho, hace unos años, el niño que tenía padres divorciados era centro de atención de sus compañeros, sorprendidos por tan extraña situación en el hogar. Hoy, ya ningún niño se inmuta ante un amigo con padres divorciados. Y, dentro de unos años, se oirán cosas como éstas: «Yo tengo dos papás y ninguna mamá»; «Yo tengo una mamá y no tengo papá, pero mi mamá tiene una novia que vive en casa». Son los llamados nuevos modelos de familia, estructuras que, si bien comparten un hogar, no siempre pueden ser calificadas como familia. Para el profesor Burgos, «la familia tiende a ser relativizada, deformada e identificada con realidades que muy poco tienen que ver con lo que el sentido común parece indicar [que es familia]. El caso extremo [sería el de] las uniones de homosexuales». Dice don José Ramón Losana, Presidente de la Federación Española de Familias Numerosas, que «familias monoparentales, divorciadas, uniones de hecho -del tipo que sean-, separadas, etc., han existido siempre y siempre existirán, de nuevas no tienen nada. La novedad está en querer equiparar a la familia con otras realidades convivenciales. Éstas deben estar amparadas por las leyes, pero no es justicia dar a todos lo mismo, sino a cada uno lo que le corresponde». Además de las cuestiones éticas y religiosas, una de las más graves consecuencias de estas transformaciones en la estructura familiar es que está mutando la célula básica de la sociedad, y eso se dejará notar el día de mañana. El padre Vicente Sastre, director del Instituto de Ciencias Sociales de Valencia, explica que «la institución social de la familia es un modelo de relaciones, papeles y estilos de vida que se sustentan en unos valores socialmente aceptados. Socialmente normalizan». Para don José Ramón Losana, «la familia funcional [llamada habitualmente tradicional] es la que da estabilidad a nuestra sociedad, es la que cumple las funciones que la sociedad espera de ella; así ha sido siempre, y así lo seguirá siendo. Por eso considero una torpeza y una injusticia defender políticamente la formación de familias que no son tal. La familia tiene sus fines y la sociedad los necesita para su subsistencia». SOS Familia explica que «la familia introduce al individuo en la sociedad, le provee los bienes materiales necesarios para su subsistencia, le protege en los riesgos de la existencia, le trasmite los valores culturales y le ejercita en el sacrificio, en el trabajo y en todas las virtudes domésticas que lo elevan y lo ennoblecen. Y aún en la edad adulta, la familia continúa ejerciendo gran influencia moral sobre el hombre, al que mantiene en la senda del deber y atrae al camino de la virtud y la dignidad». La misma idea la explicaba la Conferencia Episcopal Española en su Instrucción pastoral La Familia, santuario de la vida y esperanza de la sociedad: «Las familias españolas han sabido responder en gran medida a los problemas de paro, enfermedad y drogadicción padecidos por alguno de sus miembros, por lo que merecen un gran reconocimiento y son motivo de esperanza en la superación de los problemas ante los que se enfrentan. Por el contrario, cuando no se ha dado el amparo de la familia, o cuando estos problemas han sucedido en familias desestructuradas, las personas se han visto en situaciones enormemente difíciles. Hoy en día, la ausencia de familias o su desestructuración se muestra como un grave peligro para el hombre. Este hecho es el que conduce a algunos a una gran miseria, a la marginación de la sociedad».
La familia también es la encargada de sostener demográficamente un país. En el caso de España, la situación es especialmente preocupante. Cada mujer española tiene, de media, 1,26 hijos, frente a los 1,47 que alcanza la Unión Europea. La pirámide de población apunta a las dificultades que tendrán las generaciones venideras para hacerse cargo de sus mayores. De hecho, el índice de fecundidad necesario para garantizar el reemplazo de la población es de 2,1. Aunque no se debe ser alarmista -el 98,9% de los españoles sigue considerando que la familia es un valor básico, según datos de Eurostat-, merece la pena analizar este proceso de «degradación del modelo familiar único», en palabras de doña Mónica Fontana, profesora de Orientación y Terapia Familiar de la Universidad San Pablo-CEU. En su opinión, los llamados nuevos modelos de familia no son comparables con la familia porque no comparten con ésta los fundamentos básicos. Son, sencillamente, «nuevas formas de unión que nunca deberían llamarse familia». El caso de las parejas homosexuales está de nuevo en la palestra porque el Gobierno de don José Luis Rodríguez Zapatero pretendió sacar adelante una ley que las equipare con los matrimonios. De ahí las protestas de la Iglesia católica, y de tantos otros, que no pueden aceptar como matrimonio una unión distinta a la de un hombre y una mujer, que está cerrada a la vida. El Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal Española, en una Nota hecha pública este mismo verano y que Alfa y Omega recogió íntegra en sus páginas, expresaba que «las personas homosexuales, como todos, están dotadas de la dignidad inalienable que corresponde a cada ser humano. No es en modo alguno aceptable que se las menosprecie, maltrate o discrimine». Pero añadía que «tenemos el deber de recordar algo tan obvio y natural como que el matrimonio no puede ser contraído más que por personas de diverso sexo: una mujer y un varón». Los homosexuales ahora luchan por lo que consideran su derecho a adoptar niños. Las voces que se alzan en contra de esta petición son firmes y llenas de lucidez: tener un niño no es un derecho, sino un don. Sin embargo, sí es un derecho para el niño tener un hogar donde pueda crecer física, mental y espiritualmente. Además, según doña Mónica Fontana, las uniones homosexuales se rompen cuatro veces más que las heterosexuales. Hace pocos meses, Canadá asistía al primer divorcio de una pareja de homosexuales que hacía escasos meses que habían decidido unirse.
Niños: no son conejillos de indias
Para doña Ana Moya, pedagoga del colegio madrileño San José de Cluny, el problema de los hijos educados por parejas homosexuales es que «es bastante terrible darles una visión tan pobre del amor humano. En las uniones homosexuales se pierde toda la grandeza del matrimonio: convivir, cooperar, complementarse, cada uno con sus particularidades, cosa que no ocurre con dos personas del mismo sexo, que además tienen una vivencia tan particular de la sexualidad. La adopción por homosexuales supondría privar al niño de los conceptos fundamentales de familia. Sin embargo -concluye esta experta en educación infantil-, Dios es grande y podrá suplir las carencias que tengan estos niños». Lo más grave de esta situación es que se les utilizaría como conejillos de indias. Según la encuesta del CIS , elaborada ya con don José Luis Rodríguez Zapatero en la Moncloa, a pesar de la aparente aceptación de la población española del fenómeno de las parejas homosexuales, el 76,8% de los encuestados está poco o nada de acuerdo con que una pareja homosexual garantice mejor que una heterosexual el bienestar de los niños. Además, un 74,5% considera que lo más importante es el bienestar del niño. Por otro lado, varios especialistas en psicología de la familia, infantil y pedagogía, consultados por Alfa y Omega, han coincidido al afirmar que, a pesar de la falta de datos empíricos, no es descabellado aventurar que los menores sufrirán las consecuencias de estar educados en un ambiente que no es el habitual, es decir, con un padre y una madre. Dice la madre Begoña Crespo, que dirige al equipo de orientación del colegio de las Concepcionistas Misioneras de la Enseñanza, en Madrid, que, «en un matrimonio bien organizado, el hombre y la mujer se complementan; ¿dónde estará esta complementación en una pareja donde los dos son iguales?» La profesora Fontana considera que, en un ambiente homosexual, al niño se le imposibilita «acceder a su propia identidad personal». Argumenta que, si hoy se pasa por situaciones como ésta, «llevado al extremo, llegaremos a aceptar el incesto». Se puede vivir en un hogar que no tenga padre o madre, como explica doña Ana Moya, pero, indudablemente, no es el mejor clima para el desarrollo de un niño. Según un estudio que recoge Judith Wallerstein en el libro El legado inesperado del divorcio, tras analizar la vida de 100 niños durante 25 años, se llegó a la conclusión de que los hijos de divorciados esperan que sus relaciones de pareja no funcionen, se angustian con el miedo a la pérdida y con el sentimiento de soledad. En palabras de Juan Pablo II, los matrimonios rotos son «un cáncer de la sociedad». Según datos de 2003 facilitados por el Instituto de Política Familiar, en ese año se produjeron 121.968 rupturas, un 6% más que en 2002 y un dramático 18% más que en 2001. El número de separaciones ascendió a 76.520; y el de divorcios, a 45.448. Doña Ana Moya asegura que la mayoría de los casos en los que un niño tiene problemas de aprendizaje, está relacionado con una separación de sus padres, opinión compartida por la madre Begoña Crespo. Aun así, las dos pedagogas coinciden en que, si los padres son suficientemente responsables como para mantener el respeto a pesar de estar separados, seguir aplicando criterios comunes en la educación de los hijos y no abandonar el diálogo en este tema, los niños no acusan tanto esta situación atípica. Lo peligroso, según la señora Moya, «son los intentos de compra por parte de los padres separados, que desestructuran al niño. Siente que él tiene las riendas y está desquiciado porque no sabe manejarlas». Para la madre Begoña Crespo, lo importante es que los niños «no reciban escándalo dentro de sus casas. No se les educa por sermones, sino por lo que ven, que es lo que imitan». En los últimos años, el divorcio parece haberse convertido en la panacea para todos los problemas del matrimonio. Ante cualquier diferencia, por pequeña que sea, las parejas se separan sin plantearse ni siquiera si habrían podido superar el bache. Esta tendencia se percibe también en que cada vez se prefieren más las uniones de hecho frente a los matrimonios. Dice monseñor Juan Antonio Reig Pla, obispo de Segorbe-Castellón y Presidente de la Subcomisión episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida de la Conferencia Episcopal Española, en un libro editado por la asociación SOS Familia, que ciertas «corrientes de pensamiento, leyes, modelos de vida y de comportamiento, parecen querer deformar o destruir la familia fundamentada en el matrimonio». Pareja y familia ya no se consideran dos conceptos unidos. Para Jennifer Roback Morse, investigadora de la universidad de Stanford, «en el centro del problema yace una nueva y moderna definición de libertad, de acuerdo con la cual una persona es libre si es completamente ajena a las relaciones humanas. (...) Una mujer es libre sólo si no pretende tener una relación con un esposo. (...) Las relaciones maritales incondicionales o las relaciones de pareja constituyen un atentado al concepto moderno de libertad personal». En esos hogares, aunque traigan niños al mundo, no se percibe un proyecto común. Las parejas casadas no están exentas de estos problemas. De hecho, cada vez es más frecuente la familia laissez-faire, un modelo en el que cada «individuo persigue su propio interés», explica la señora Jennifer Roback. La familia laissez-faire no funciona, «está probado que las incorrectas aplicaciones del razonamiento económico en la vida familiar destruyen la felicidad de los hogares». «Hoy, todo se ha invertido -afirma la guía que ha publicado SOS Familia, titulada La familia en peligro: amenazas y soluciones-. Como tipo del hombre libre se tiene al hippy o al punk que deambula sin rumbo. Por el contrario, se tiene por atado, no libre, a quien vive en la obediencia a las leyes de Dios y de los hombres». La madre Begoña Crespo, cree que gran parte del problema está en los jóvenes que, a pesar de que cada vez tardan más en casarse, llegan al matrimonio sin la suficiente madurez afectiva. La consecuencia es que aún no tienen capacidad ni voluntad para entregarse al otro. Entonces, en ocasiones reaccionan con comportamientos más propios de los adolescentes. En la reciente Carta sobre el papel del hombre y de la mujer en la Iglesia y en el mundo, la Congregación para la Doctrina de la Fe lo explica con especial claridad: hasta hace unos años, hombre y mujer, diferentes, se complementaban en el matrimonio. Pero ahora, con la obsesión por igualar al hombre y a la mujer, la relación entre los dos sexos se ha convertido en una especie de competición en la que uno sólo da en la medida en que recibe del otro. Como ejemplifica la madre Begoña Crespo, en las parejas modernas, donde sólo se da en la media en que se recibe, parece que sólo se puede aportar el mínimo común múltiplo. La relación entre hombre y mujer se considera como algo diferente de la familia. Como consecuencia, «no hay criterio común porque muchas parejas se meten en la vida sin haberse planteado el porqué y el para qué de esa relación», dice doña Ana Moya. La consecuencia es que los padres ya no marcan el camino a sus hijos. Y los hijos, que a ciertas edades son acríticos con las decisiones de los padres, necesitan sentir la seguridad de las decisiones de sus progenitores. «La autoridad paterna -explican en SOS Familia- es una cosa justa, pero puede haber excesos. Esto no es una razón para eliminar esa autoridad, que es insustituible. Es una razón para hacer todos los esfuerzos destinados a persuadir a los padres de no abusar de ella». Para doña Ana Moya, el problema es que, «en la sociedad, la autoridad está puesta en duda. Si en la familia no hay autoridad, en la escuela tampoco hay armas para luchar». Dice la Madre Begoña Crespo que «la autoridad se adquiere cuando hay un modelo que no sea reprochable para los hijos. Sin autoridad moral, no se puede hacer absolutamente nada. De nada sirve que un padre le diga a su hijo que no dé portazos o que no chille, si él mismo grita y da portazos». Para don José Ramón Losana, tener autoridad implica «ser exigente, coherente, honesto y, sobre todo, estar muy pendiente de nuestros hijos, y no siempre estamos dispuestos a renunciar a nosotros mismos, a predicar con el ejemplo, a hacer nosotros lo que vamos a pedirles que hagan».
«La sociedad de mañana va a necesitar mucho policía, mucho psicólogo y mucho psiquiatra»
El padre Vicente José Sastre García, sociólogo y director del Instituto de Ciencias Sociales de Valencia, responde a las preguntas de Alfa y Omega sobre los nuevos modelos de familia:
¿En qué afectan los nuevos modelos de familia a la sociedad? ¿En qué va a cambiar? Los psicólogos y los psiquiatras preguntan por la infancia cuando inician una terapia de personalidad. Una infancia escasa en comunicación o distorsionada por los problemas de los padres produce personalidades inmaduras, propensas a la depresión, a la violencia y la insolidaridad. La sociedad del futuro, con la crisis actual de la familia, va a necesitar mucha policía, muchos psicólogos y psiquiatras, muchas leyes antiviolencia... Pero vamos a una sociedad represiva si se quiere garantizar sólo el bienestar individual. El problema es mayor si pensamos que podemos tener profesionales, directores de empresas, políticos etc. que no sean personas equilibradas, por no haber tenido una infancia socializada en las buenas relaciones con los padres, o simplemente una sociedad ampliamente marcada por familias inestables. La familia en la actualidad está perdiendo muchas de sus funciones socializadoras y de formación de la personalidad de los hijos. Esto se produce principalmente por los escasos espacios de comunicación entre los miembros de la unidad familiar. Los miembros de la familia son cada vez más extraños unos para otros.
En realidad, los nuevos modelos de familia han existido siempre, ¿por qué nos damos cuenta ahora? Siempre han existido lo que la sociología tradicional llamaba comportamientos desviados. El problema actual es que ya no sabemos dónde está lo normal y dónde lo desviado.
En cuanto a las parejas homosexuales, ¿hay ya algún estudio sobre ellos? ¿Se les puede llamar familia, como ellos piden? El concepto de familia y lo que se entiende por tal en el lenguaje normal comprende no sólo el hecho universal de la complementariedad entre el hombre y la mujer. A ello se añade el fruto normal de un proyecto común de vida y amor, que son los hijos. Llamar familia a una pareja de homosexuales puede ser un despropósito y una confusión. Jugar con las palabras es pervertir las realidades. Que dos personas del mismo sexo quieren vivir juntas es aceptado en una sociedad de derechos individuales. Habría que pensar si nuestras sociedades occidentales, con la insistencia en lo derechos individuales, no olvidan los derechos sociales, culturales y otros derechos propios de una sociedad en su conjunto.
Los homosexuales piden adoptar niños, ¿cree que sería negativo para los pequeños? El niño tiene derecho a tener una familia. Si no la tiene, una sociedad que proteja los derechos de los niños debe considerar alguna forma de suplencia. Pero el derecho a tener un niño es otra cosa. El niño no es un medio, sino un fin. La adopción no es, por tanto, un derecho, sino un medio para que los niños que han perdido a sus padres, o han sido abandonados, puedan tener una familia. Creo que sería negativo para los niños que, pudiendo tener padre y madre, tuvieran como referencia dos personas del mismo género.
Parece que los padres han perdido autoridad sobre los hijos, ¿por qué? Para contestar con brevedad: no tienen tiempo para hablar con sus hijos. Hablar con un hijo es escuchar, tener paciencia y enseñarle a razonar. Hay más autoritarismo que autoridad. Ante el problema de un hijo, se quiere una solución rápida cuando no una evasión. Las soluciones con los hijos no pueden ser ni rápidas ni evasivas. Mucho menos injustas por comodidad.
¿Cree que influye en todos estos cambios el hecho de que las familias ya no dejen entrar a Dios en sus casas? Cuando la idea de Dios entra en la conciencia nace una responsabilidad superior. El respeto a la dignidad del otro tiene nuevos argumentos. Todos los seres humanos son objeto de responsabilidad activa y pasiva. No se pueden hacer experimentos bajo el lema de la utilidad o el propio provecho o negocio. No se puede comerciar con los sentimientos ajenos, ni dejar caer al más débil a la orilla del camino. Cuando la idea de Dios entra en una conciencia, deja de ser prepotente y siente entrañas de misericordia. Hoy se siente por muchos la tentación de desalojar a Dios de las conciencias y de las familias. Grave error. Hay experimentos para los que que no está en nuestra mano la marcha atrás. A Dios se le puede echar de la conciencia, o de la casa, pero no se le puede obligar a entrar de nuevo.