¿Pero cómo vamos a conseguir que la gente, empezando por la
infancia, sea más solidaria?
Victoria Camps propone realizar una llamada al civismo, al respeto
por las cosas, las plantas, los animales y, en especial, las personas. Sabemos
que crear una cierta sensibilidad hacia la naturaleza y los animales puede ser
relativamente sencillo, pero sensibilizar hacia los semejantes que padecen y lo
pasan mal, es más complicado. Debemos ser conscientes de que los valores del
neoliberalismo "la moral del éxito" son más atractivos que la solidaridad. En
este mismo plano, la creación de hábitos cívicos, rutinas que muestren la
deferencia y el respeto que nos merece el otro, porque le cedemos el asiento, no
lo atropellamos, procuramos no molestarle con nuestros gritos, le echamos una
mano si está desvalido, le sonreímos, le saludamos. Conviene practicar y
predicar la solidaridad, porque la falta de solidaridad revierte en una
deficiente vida pública, como educadores tenemos el compromiso de ir
descubriendo los intereses comunes de la sociedad.
La solidaridad debe ser selectiva, y como criterio de selección,
el tercer principio rawlsiano -el principio de la diferencia- es sin duda el más
adecuado. Hay que tender los brazos a la solidaridad de los más desposeídos, a
los que no ven reconocida su categoría de ciudadano o de persona. Además la
solidaridad debe extenderse tanto al nivel público como al privado. No sólo hay
que ser solidario con los países del tercer mundo, a veces uno tiene muy cerca,
a unos pasos, a la persona con quien practicar dicha solidaridad.
La solidaridad trasciende a todas las fronteras: políticas,
religiosas, territoriales, culturales, etc. para instalarse en el hombre, en
cualquier hombre, ya que nunca como ahora se tiene conciencia de formar parte de
la aldea global.
Partiendo de la base de que la solidaridad se aprende, desde y en
la experiencia de personas que manifiestan conductas solidarias. Vamos a tratar
de realizar una propuesta de trabajo para el desarrollo de la actitud de
solidaridad.
Desde la perspectiva pedagógica ,de la que partimos y en la que
hemos estado trabajando a lo largo de los últimos ocho años, estamos ante una
educación moral de mínimos que, mediante el diálogo y la reflexión, la empatía y
la autorregulación quiere ser capaz de facilitar la construcción de unos valores
que sean universalmente aceptables y que permitan no sólo regular la propia
conducta, sino también construir autónomamente formas de vida concretas que en
cada situación se consideren las más justas, mejores y más apropiadas.
La finalidad de nuestra perspectiva es que la persona aprenda a
pensar sobre temas sociomorales, es decir, desarrolle formas de pensamiento cada
vez mejores en el marco de los conflictos de valor. Pretende también que aprenda
a aplicar esta capacidad de juicio a la propia historia personal y colectiva
para mejorarla. Pero, sobre todo, lo que se busca es superar el nivel de
razonamiento y ser capaz de realizar lo que uno piensa a partir de su propia
conducta.
Por lo tanto, podemos dirigir nuestro trabajo pedagógico en el
ámbito de la solidaridad al desarrollo de una serie de dimensiones morales
(Martínez, 1995) que, sin duda, facilitan un aumento de la autonomía, un
espíritu crítico y el desarrollo de determinados valores y actitudes, como la
solidaridad, entre otros.
Autoconocimiento
La primera de las dimensiones a las que vamos a apelar y
trataremos de ejercitar será el autoconocimiento, como capacidad que
facilita el conocimiento de uno mismo y su valoración, permitiendo una
clarificación sobre la propia forma de ser, pensar y sentir. Antes de empezar el
trabajo de la solidaridad, hay que saber hasta qué punto uno es solidario o se
cree solidario. Ejemplos: 1) revisar conceptos erróneos como pobreza-riqueza,
raza-etnia-cultura, colonialismo, desarrollo-subdesarrollo, etc. 2) reflexionar
y completar frases inacabadas como las que siguen puede ser un buen comienzo
(GREM, 1997):
La solidaridad es totalmente necesaria en situaciones como....
Hay personas que se han distinguido por un comportamiento
solidario, como por ejemplo....
Considero que la gente insolidaria es....
Soy solidario/a cuando....
Hay muchas palabras que tienen relación con la idea de
solidaridad, como por ejemplo....
Autonomía
Otra de las dimensiones a desarrollar en la persona es la
autonomía o capacidad de autorregulación que permite a la persona hacer
coherente lo que piensa con lo que hace. Será la propia persona la que establece
el valor y se organiza para actuar de acuerdo con él. Construir una escala de
valores propia de una sociedad pluralista y democrática puede dar la clave a un
mundo más justo e igualitario.
Capacidad de diálogo
También la capacidad de diálogo que permite a la persona
hablar de todos aquellos conflictos de valor no resueltos que le preocupan tanto
a nivel individual como social. Por ejemplo: Intercambiar opiniones, razonar
sobre distintos puntos de vista e intentar llegar a un entendimiento, un acuerdo
justo y motivado racionalmente.
Vamos a reflexionar sobre la disyuntiva entre armamento y paz
desde perspectivas distintas. Intentaremos estimular todas las aportaciones
mediante una representación ante todo el grupo-clase. Tres de vosotros vais a
representar el papel de dirigentes políticos de la Unión Europea, y otros tres
van a hacer el papel de portavoces de colectivos pacifistas. El objetivo de la
representación es, por una parte, exponer la posición del grupo al cual
representáis y, por otra, llegar a una especie de acuerdo que garantice la paz a
escala mundial.
Capacidad para transformar el
entorno
La capacidad para transformar el entorno será otra de las
dimensiones a desarrollar. Esta dimensión va a permitir a la persona formular
normas y proyectos contextualizados donde se pongan de manifiesto los criterios
de valor relacionados con la implicación y el compromiso. Esta capacidad no se
desarrollo únicamente en el aula, sino que lo hace también en distintos
ámbitos.
Formar en la solidaridad, en la comprensión de lo que implica
vivir en un mundo interdependiente y en la corresponsabilidad que todos tenemos
-en nuestra vida cotidiana, hábitos de consumo, nivel de renta- para lograr un
mundo más justo e igualitario implica construir actitudes pesonales y proyectos
sociales cooperativos y emancipadores. Por ejemplo, potenciar desde la escuela
la creación de un proyecto solidario desde la realidad y para la realidad,
evitando la sensación de impotencia e inutilidad. No únicamente se tratará de
sensibilizar, abrir conciencias, generar comprensiones críticas de la situación
planetaria sino de ayudar a las personas a que sean conscientes de su propia
capacidad para influir en la toma de decisiones de la sociedad, a nivel local,
nacional e internacional. Las ONGs son una práctica orientada a crear espacios
de solidaridad con los pueblos y comunidades del sur.
Comprensión crítica
Partiendo de una comprensión crítica -otra de las
dimensiones- como la habilidad de adquirir la información de la realidad
moralmente relevante, analizándola críticamente, contrastándola con diversos
puntos de vista, mostrando además una actitud de compromiso y entendimiento para
mejorarla, vamos a crear personas críticas, participativas, no pasivas, no
individualistas, austeras en el consumo y justas. También podemos aumentar la
capacidad de comprensión de las fuerzas económicas, sociales, políticas, etc.
que moldean e influyen en nuestras vidas. Más aún debemos ofrecer una
información verdadera sobre las situaciones que viven las poblaciones de los
países en desarrollo, sus causas y las vías para su solución. Proporcionando
información podemos despertar el interés por el conocimiento, el respeto y el
intercambio con otras culturas, superando el uso excesivo de imágenes
catastrofistas que en un primer momento impactan pero después acaban por
agotar.
Empatía
Otra de las dimensiones que es, sin duda, óptima para contribuir a
la interiorización de los valores como la cooperación y la solidaridad es la
empatía, porque permite a la persona ponerse en la piel del otro, por lo
tanto, incrementar su consideración para con los demás. La progresiva
descentración posibilita el conocimiento y la comprensión de las razones, los
sentimientos, las actitudes y los valores de las otras personas.
También, y en esta misma línea, están las habilidades sociales y
para la convivencia, que se refieren al conjunto de comportamientos
interpersonales que la persona va aprendiendo y que configuran su competencia
social en los diferentes ámbitos de relación. Éstas permiten la coherencia entre
los criterios personales y las normas y principios sociales.
Razonamiento moral
Por último, habrá que desarrollar el razonamiento moral o
capacidad cognitiva que permite reflexionar sobre los conflictos de valor. El
desarrollo del juicio moral tiene como finalidad el llevar a pensar según
criterios de justicia y dignidad personal, teniendo en cuenta los principios de
valores universales, por lo tanto, desarrolla la actitud solidaria.
A partir de este modelo de educación moral basado en la
construcción racional y autónoma de valores podemos fomentar el desarrollo de la
solidaridad como valor y como actitud.
Además de incluir en el Proyecto Educativo de Centro y los
proyectos curriculares de etapa, el tema de la educación de la solidaridad debe
estar latente en el clima de la institución, y si es posible, la institución
debería utilizar materiales y recursos para desarrollarla.
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