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"Líneas y Entre Líneas"...

... los invita a disfrutar , con otra mirada y con sus opiniones personales, de los encuentros y desencuentros en los distintos roles que hoy nos tocan vivir en la sociedad.

En este espacio, "La Educación" será el centro en torno al cual giren los distintos temas. A veces delirantes, otras veces reales, mutando de una expresión dura a una actitud tierna.

Así serán las interesantes propuestas y sugerencias hacia un mismo objetivo : "Convivir en Sociedad"


lunes, 17 de noviembre de 2014

La libertad se conquista





Foto de Mejor con Salud.  



Foto de Mejor con Salud.


 Estas frases nos hacen reflexionar sobre la importancia de nuestra actitud para lograr la libertad y ser felices.


La Vida


Salud del Colon en la mujer


Cómo cuidar la salud del colon en la mujer
 

¿Eres mujer? ¿Cómo cuidas de tu colon? Puede que no lo sepas, pero en general somos nosotras quienes más solemos padecer enfermedades asociadas a esta parte tan básica de nuestro intestino. ¿Quieres saber cómo cuidar mejor de él?


Masajes para el colon irritable_0

¿Por qué razón la incidencia de enfermedades como el colon irritable incide en mayor grado en las mujeres que en los hombres? La verdad es que no se sabe cuál es en sí la causa que origina este tipo de problemas, pero en ocasiones los expertos nos dicen que factores como los problemas hormonales, el estrés, la ansiedad e incluso malos hábitos alimenticios provocan estos cuadros tan característicos que ya conoces:
  • Problemas digestivos.
  • Dolor y distensión abdominal, como si fuera un cólico. Algo que puede durar horas e incluso días.
  • Alteraciones del ritmo intestinal.
  • El dolor puede aliviarse cuando vamos al servicio, pero las deposiciones en ocasiones son resultado de diarreas o resultado de largos periodos de estreñimiento.
  • Tenemos gases, y basta con comer solo un bocado para sentirnos llenas.
  • Padecemos náuseas, ardor torácico, cansancio, opresión en el estómago…
Por lo general y como ya te hemos dicho, los problemas de colon y sobre todo el colon irritable, aparece casi siempre en mujeres. ¿Y en qué momento emergen los primeros problemas? Generalmente antes de los 35 años. Según nos dicen los médicos suele incidir ante todo en mujeres que padecen dismenorrea. Es decir, dolor fuerte antes de la menstruación, calambres en las piernas, dolor de riñones, migrañas, vómitos… y donde además, se suele sangrar bastante, necesitando abundantes analgésicos para aliviar el dolor. Otro dato interesante es que en ocasiones pesa bastante el factor genético. Pueden sufrirla madres e hijas.

¿Cómo cuidar de mi colon si soy mujer?

mujer-en-cocina-con-verduras

1. Cuida tu alimentación, ten cuidado con las dietas de adelgazamiento

Es un error en el caemos muchas mujeres. En ocasiones seguimos dietas muy estrictas en las cuales nos alimentamos de modo incorrecto. Falta de fibra, falta de proteína o falta de las vitaminas adecuadas, puede provocar que nuestra salud intestinal se altere y con ella, que nuestro colon deje de funcionar como debe, intoxicándose y acumulando demasiadas bacterias. Hemos de ir con cuidado. Si sigues dietas, cuida siempre de consumir abundante fibra, vegetales frescos y alimentos prebióticos.

2. Vitaminas adecuadas que cuidarán de tu colon

La vitamina C, la vitamina A, y el beta-caroteno, son maravillosos antioxidantes capaces de cuidar y restaurar las células de nuestro intestino. Lo fortalecen y lo sana. ¿Qué alimentos podemos tomar entonces para obtener estos nutrientes? Toma nota:
  • Jugo de pomelo.
  • Jugo de naranja.
  • Alfalfa, brécol, zanahoria, apio…
  • Manzana y papaya.
  • Recuerda que siempre será mejor si los consumes frescos y crudos, puesto que disponen de enzimas que favorecen la digestión de los alimentos.

3. Los adecuados probióticos

Los lácteos, siempre que sean fermentados, serán de gran ayuda para cuidar de nuestra flora intestinal. Es pues importante que consumas yogures fermentados, kéfir, bebidas lácteas fermentadas…

4. Los laxantes naturales

¿Qué tal si empezamos el día con un poco papaya o un jugo de naranja? Excelente, tampoco descuides la saludable avena, el plátano, la linaza la manzana, la pera, el pepino, el mango, el jugo de sábila o el aceite de oliva extravirgen. Te ayudará a equilibrar tu tránsito intestinal, a depurar y a evitar el extreñimiento.

5. No olvides beber entre 6 y 8 vasos de agua al día

Te lo decimos en numerosas ocasiones en nuestro espacio. Beber agua es sano, es necesario y cumple una misión esencial en nuestro cuerpo, la de hidratarte, depurar tu organismo, facilitar el trabajo de tus órganos, desintoxicar… intenta beber siempre de entre 6 a 8 vasos al día, de ese modo tu intestino funcionará con más agilidad y la salud de tu colon lo notará. Si se te hace algo pesado pon un poquito de jugo de limón en la botella de la que bebes y verás como te es más agradable.

6. Evita la comida alta en grasas

Sabemos que es más fácil llegar a casa y cocinarnos esa pizza. O ese plato congelado del supermercado. O que en ocasiones, nos apetece más picotear cualquier cosa, unas papas, un pastel, unas frituras… todo ello, a largo plazo va a hacer que nuestro cuerpo se llene de tóxicos, de grasas que no podemos procesar. Se retienen líquidos, nos sentimos hinchadas y poco a poco, nuestra salud se resiente.

7. Cuida tu vida emocional

Puede que te sorprenda este dato, pero nuestro intestino es casi como ese segundo cerebro que rige nuestro cuerpo. ¿Qué pasa cuando por ejemplo estamos muy nerviosas? Los nervios se acumulan ahí, tenemos dolores, el estómago revuelto y padecemos por ejemplo diarreas. Lo que sufre nuestra mente se resiente en el intestino, una correlación que nunca debemos pasar por alto. Busca tiempo para ti, establece prioridades, disfruta de tu tiempo con los tuyos y también de tus aficiones. Cultiva tu autoestima, cuida de la calidad de tu día a día recordando que el objetivo en esta vida es ser feliz, y en ocasiones, necesitamos menos de lo que pensamos para serlo.
 
Recuerda cuidar de tu colon. Recuerda que tu salud es siempre lo primero

martes, 11 de noviembre de 2014

Divino descanso

El divino descanso


La falta de horas de sueño impacta profunda y directamente en nuestro desempeño diario. El poder de las power naps y cómo dormir reduce el estrés, fija lo aprendido y nos prepara para la próxima jornada
Por | Para LA NACION

Foto: Alma Larroca
 Hace siete años, Arianna Huffington, fundadora de The Huffington Post -uno de los sitios de noticias más visitados del mundo-, se desmayó de cansancio. Se fracturó el mentón y recibió cinco puntos de sutura en el ojo derecho. Ella dormía entre cuatro y cinco horas por día, pero ese accidente fue su wake up call. Desde entonces viaja por el mundo hablando sobre las bondades del buen dormir y hasta escribió un libro sobre cómo la impactó la experiencia. "Según la mirada convencional de éxito yo era realmente exitosa, pero si te encuentran en un charco de sangre y nadie te ha disparado, no hay nada de exitoso en eso", comienza ahora sus charlas motivacionales.
"Los argentinos dormimos dos horas menos que hace 40 años, con un promedio de 5,8 horas, y aunque es una función esencial tanto física como mental se la subestima", explica Daniel Vigo, especialista en trastornos de sueño e investigador de la UCA y el Conicet. El sueño está compuesto de dos etapas que se alternan durante la noche. REM, o de movimientos oculares rápidos, con actividad cerebral similar al estado de vigilia y con sueños de mayor intensidad, y no REM, donde ocurre el llamado sueño profundo. "El sueño profundo es la contraparte de la etapa de alto consumo energético de la vigilia y por ello es de extrema importancia", completa Vigo. En el adulto, en unas 8 horas de descanso ocurren 4 a 5 ciclos de unos 90 a 120 minutos.
Mirta Averbuch, jefa de la Unidad de Medicina del Sueño del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro, describe: "El sueño no REM predomina en la primera mitad de la noche, se ocupa de la recuperación física y ayuda a descender el cortisol, la hormona generada por el estrés. Las personas con problemas de insomnio no logran bajar sus niveles de cortisol y esto trae irritabilidad y hasta depresión".
El sueño REM predomina desde las 3.30 am. "Esta etapa es muy importante para la fijación de contenidos, el aprendizaje, la memoria y la mejora de la productividad en general", enumera Averbuch. Es cuando el cerebro selecciona entre lo que descartará y lo que le sirve para la próxima jornada. Si al día siguiente necesitamos estar con todas las luces para una presentación ante un cliente o rendir un examen, es necesario dormir ambas fases. Modificar el hábito de déficit de sueño no es nada fácil. Suele requerir nuevos contratos familiares y una ingeniería compleja. Los expertos aconsejan robar algunos minutos por día. Por ejemplo, adelantar 30 minutos el descanso nocturno o demorar el salto de la cama por la mañana. Ayuda dejar los teléfonos y las computadoras cargando en otra habitación.
Otro gran aliado en esta batalla son las power naps, algo así como minisiestas que pueden durar entre cinco y 30 minutos. "Somos el único mamífero que pasa 18 horas sin tomar pequeños descansos. Una siesta de 15 minutos sentados, en la oficina, o apenas recostados triplica nuestra productividad para el resto del día", dice Averbuch. Existen apps que ayudan a aprovechar los minidescansos. Power nap es gratuita, funciona para Android e iOS para siestas de cinco minutos a una hora. Durante el tiempo elegido suena una melodía suave y cuando se cumple el tiempo un sonido de agua y un trinar de pajaritos avisan que es hora de volver al ruedo. Sleep Cycle y Siesta app son otras opciones más parecidas a una alarma convencional.
No sé a ustedes, pero a mí me convencieron: acabo de modificar la hora de la alarma del teléfono. Sólo me queda respirar hondo, tomar coraje y dejar el teléfono (y sus irresistibles notificaciones) lejos de mi mesa de noche..

Halloween

Halloween en la Gran Manzana
Por más que se diga que en Nueva York todos los días son Halloween -habida cuenta de las extrañas indumentarias que visten los neoyorquinos-, La Gran Manzana se convierte en la Gran Calabaza cuando se trata de Halloween. La más exportada de las celebraciones estadounidenses tiene el máximo sabor cuando se disfruta en casa. Así que nos vamos hasta Nueva York para sacarle todo el jugo a la fiesta en planes inolvidables -e inevitables-
 

Todos los años, más de 50.000 neoyorquinos se echan Sexta Avenida arriba disfrazados con los atuendos más extravagantes que uno se pueda imaginar, acompañados de muñecos gigantes y medio centenar de bandas de música. Cualquiera, incluso un visitante, puede participar si cumple las reglas: ir disfrazado -obvio-, a ser posible con un traje hecho por uno mismo; ser creativo, hasta el punto de que no es extraño que no le dejen pasar a uno en los controles de acceso, que están en la esquina de la Sexta Avenida con la calle Canal. Si no, siempre nos quedará la opción de contemplar el desfile desde las aceras. El desfile comienza a las siete de la tarde y sube hacia el norte, hasta la calle 16.
Los más pequeños de la casa son los verdaderos protagonistas. El Museo Americano de Historia Natural -sí, el de la saga cinematográfica Noche en el Museo que protagonizaban Ben Stiller y Robin Williams- abre 30 de sus salas para que los niños jueguen, pinten, hagan calabazas de Jack O'Lantern, y disfruten de espectáculos de magia y conciertos. Cuesta 12 dólares por persona y el museo está en Central Park West y la 79th Street. Para niños algo mayores, una buena idea es llevarles a la fiesta de Halloween del famoso Museo de Cera de Madame Tussauds (Times Square y la 42nd Street, entre las avenidas 7ª y 8ª ), donde los niños menores de doce años entran gratis (acompañados de un adulto) para darlo todo entre las más de doscientas figuras de cera -de aterradora verosimilitud- y los talleres de todo tipo que les tienen preparados.
Pero es por la noche cuando todos los gatos son pardos, y al terminar el desfile, la noche de Halloween de Nueva York es una colección infinita de fiestas, en una cantidad y variedad tal solo superada por las de Año Nuevo. Todos los barrios tienen sus propios desfiles y fiestas de Halloween, pero de todas ellas, siempre hay una que es unánimente reconocida como "la mejor": Webster Hell, que se celebra desde 1886 en el Webster Hall, uno de los clubes nocturnos más famosos de Nueva York y que, gracias a la fiesta de Halloween, tiene el sobrenombre de "sala de juegos del Diablo".
Las cuatro plantas del Webster Hall -en el 125 de East 11th St, entre las avenidas 3ª y 4ª- se convierten en un mausoleo viviente lleno a rebosar de gente con ganas de pasarlo bien y entre quienes es muy sencillo encontrarse con celebs de la vida social o del mundo del espectáculo, convenientemente cubiertas con máscaras y disfraces. Todo es excesivo en esta fiesta: desde la dificultad de hacerse con una entrada (a la fecha de elaboración de este artículo apenas quedaban) a la espectacularidad de los disfraces del personal de la sala: auténticos devoracadáveres que llenan el espectacular Grand Ballroom del club -no por nada está en un edificio protegido de finales del siglo XIX-, una ceremonia de sacrificio de una virgen -en honor de la Reina del Inframundo- o el más terrenal concurso de disfraces, dotado con un premio de 5.000 dólares. Una fiesta refinada que es una locura a medio camino entre un cómic underground y un besamanos que hay que experimentar en primera persona. ¡Qué miedo!

"¡ El Muro está abierto !"

Anticipo.

¡El muro está abierto!
 
LA NACION revista
 
A 25 años de la caída de un símbolo de la opresión y la discordia, semblanzas de una ciudad que ha transformado el pasado traumático en un estímulo hacia el futuro.
El 9 de noviembre de 1989 fue un día histórico: el Muro de Berlín fue derribado y Alemania volvió a estar unida. Foto: Reuters
Foto 11 de 14

BERLÍN.- Hablar de un destino muy importante requiere a veces mencionar un punto anterior. Es como si el antecedente permitiera ilustrar mejor la significación que tiene ese destino para uno. Por eso, antes de hablar de Berlín, ciudad en la que vivo desde enero de 2012 y en la que se cumplen 25 años desde la caída del Muro, voy a hablar de la capital que, en mi vida, fue su antecesora: Budapest.
Transcurría julio de 1989. Tenía quince años y había llegado con mis padres a esa ciudad, una de las escalas de un inesperado viaje por Europa que nos había posibilitado la venta de una lejana propiedad familiar. Aunque Hungría se había habituado al estilo burocrático soviético, en su capital se respiraba una atmósfera fascinante, mezcla de romanticismo y bohemia. Sobre todo en las calles de Buda, una de las dos partes de la ciudad dividida por el Danubio, donde violinistas gitanos tocaban entre majestuosas casas imperiales. Pest, la otra parte, era más populosa y agitada, pero también muy bella.
Algo sin embargo desentonaba. En Pest, sobre todo, los edificios tenían banderas negras porque acababa de morir el dictador comunista húngaro János Kadar. No pude saber hasta qué punto era luto fingido, pero un dato concluyente me hacía intuirlo: los soldados del Ejército Rojo soviético que encontré en la Colina de las Rosas de Pest, el mismo ejército que había sofocado el levantamiento húngaro de 1956.
También era extraño lo que sucedía con la moneda: el dólar tenía una cotización oficial, pero se cambiaba en las calles a un monto muchísimo más alto. La mayoría de los buenos pagadores callejeros eran alemanes del este. Ellos viajaban a Hungría de vacaciones, cambiaban florines por dólares y se escapaban a Austria por una frontera que los húngaros ya no querían controlar.
Al parecer, la muerte de Kadar había dejado expuestas las grietas que existían en la Cortina de Hierro. El Muro de Berlín ya había caído secretamente en julio en Hungría, aunque faltaban todavía algunos meses para que se derrumbara a la vista de todo el mundo.
 
Enseguida hubo otros puntos de inflexión, en otras ciudades. Por ejemplo, en Praga, donde el entonces ministro de Asuntos Exteriores de Alemania Federal, Hans-Dietrich Genscher, anunció un salvoconducto para liberar a las oleadas de alemanes del Este que se albergaban en la embajada germano-occidental en Checoslovaquia.
El 30 de septiembre de 1989, Genscher les habló a los 4500 refugiados desde el balcón de la sede diplomática. "Hemos venido a comunicarles que su salida...", dijo entonces. Nadie escuchó el "ha sido aprobada hoy". Un rugido de felicidad cubrió las palabras del funcionario, en una de las escenas más conmovedoras de los prolegómenos de la caída del Muro.
Apenas un mes después arreciaban las movilizaciones en la ciudad oriental de Leipzig. Las marchas se habían ido conformando en torno a las oraciones de los lunes de la iglesia protestante de San Nicolás (Nikolaikirche). Pero nadie -probablemente ni los propios protagonistas- esperaba lo que ocurrió el 9 de octubre de 1989: tras una ceremonia en la iglesia, unas 70.000 personas decidieron desafiar a las fuerzas de seguridad de Alemania Oriental.
Pese a que las intimidaciones eran constantes (un diario oficial llegó a publicar la carta de lectores de un militar retirado que prometía sofocar las protestas a sangre y fuego), los manifestantes se atrevieron incluso a desfilar frente a la siniestra Esquina Redonda, donde entonces se encontraba la sede de la Stasi, la policía secreta del régimen.
 
Hoy se erige allí uno de los museos más completos de la temida organización. Entre los diminutos micrófonos y cámaras listos para ser escondidos en los lugares más inverosímiles, destaca por contraste un gigantesco aparato de destrucción de papeles que los espías pusieron en marcha para que la turba no pudiera hacerse, meses después, de algunos de los secretos mejor guardados.
¿Por qué se encendió la mecha en Leipzig? Aunque el totalitarismo comunista golpeaba por igual en todo el Bloque del Este, una clave la puede dar el hecho de que el régimen fue especialmente efectivo en destruir buena parte del pasado de gloria de la ciudad de Bach, que había sido un corazón industrial y cultural de Alemania, sobre todo a partir del siglo XIX.


Justo allí, en Leipzig, se encontraba Barbara Bollwahn el día que cayó el Muro: el 9 de noviembre de 1989. Esta periodista y escritora germano-oriental trabajaba como traductora de español y había participado de las manifestaciones multitudinarias en contra del régimen."Estaba mirando la TV y no podía creer lo que veía. Un miembro del politburó anunció la apertura de la frontera, como si dijera el pronóstico del tiempo. Yo veía la conferencia de prensa y mientras preparaba la maleta para ir a Berlín Occidental. Estaba muy descontenta. No por razones económicas, sino por falta de libertad", declaró Barbara a la cadena televisiva Deutsche Welle.
"Me quería ir lo antes posible porque nadie sabía hasta cuándo la frontera iba a estar abierta. El 10 de noviembre fui a la policía para que me dieran un sello para la salida definitiva. Era muy complicado: todos querían irse", sostuvo.
Sí, era imposible de creer, pero el Muro realmente había caído. Las 138 personas que habían muerto en el intento de atravesarlo durante sus casi tres décadas de existencia (los héroes que inspiraron a David Bowie) podían por fin descansar en paz.

Vidas marcadas

 

Conocí a Bollwahn en esta capital en 2007. Entonces, ella escribía en el diario Tageszeitung (TAZ) sobre temas relacionados con la ex Alemania del Este. Al año siguiente tuvo la gentileza de enviarme a Buenos Aires su segundo libro Der Klassenfeind + ich (El enemigo de la clase + yo). Es una novela para jóvenes que cuenta una historia de amor entre una muchacha de la República Democrática Alemana (RDA) y un chico de Alemania Occidental (el enemigo de la clase) que surge durante unas vacaciones en... Budapest.
Es que, huelga decirlo, la caída del Muro fue la cara visible de un fenómeno regional y una muestra de que la URSS -cada vez más ensimismada en su propia crisis- ya no podía disciplinar a los países del Bloque del Este como lo había hecho, por ejemplo, en la Primavera de Praga.

Checkpoint Charlie, famoso paso fronterizo.
 
Pero el día en que el mundo tembló sigue marcando a fuego la vida de muchos alemanes en esta y otras ciudades. Bollwahn, por ejemplo, tiene un compromiso personal para difundir entre los jóvenes lo que ocurrió en esos tiempos ("saben muy poco de eso", dice) y viaja por Alemania y el mundo dando conferencias sobre el asunto.
Considera que los mayores logros de la reunificación han sido la libertad de opinión y la libertad de viajar más allá de los países del bloque soviético. Pero que hay una deuda importante: "En algunas regiones de la ex Alemania del Este el índice de desempleo es de dos dígitos", sostiene, y agrega que algunos desocupados, sobre todo los de más edad, "quisieran festejar el aniversario de la RDA, el 7 de octubre", porque en ese país que ya no existe tenían trabajo asegurado. "Es algo triste y alarmante", opina.
La amenaza de desempleo, la ruptura repentina del aislamiento y la falta de experiencia con la democracia (los alemanes orientales la obtuvieron en el 90, siete años después que los argentinos) se relacionan, entre otros factores, con la aparición de grupos marginales de neonazis en la ex Alemania Comunista.
En Dresde conocí en 2007 a Josephine Koch, una chica germano-oriental miembro de Bürger-Courage, una ONG que, con apoyo de entidades públicas y privadas, trabaja para comprometer a los habitantes de esta ciudad y sus alrededores en actividades pacíficas contra el rebrote del extremismo de derecha. También realiza muestras artísticas y encuentros culturales para difundir esas ideas.
Koch nació en Weimar, en la entonces Alemania del Este. Esa ciudad fue la cuna de la alta cultura alemana (allí vivieron Goethe y Schiller). Pero también sufrió los excesos del comunismo y, muy especialmente, los del nazismo, dado que se ubica en las cercanías de lo que fue el terrible campo de concentración de Buchenwald. El trabajo actual de Bürger-Courage sería impensable si no hubiese existido la RDA y la posterior reunificación.
 
Por intermedio de Bollwahn también conocí en 2007 a Thomas Lawinky, un actor que confesó haber sido espía de la Stasi y haber traicionado a un amigo que planeaba fugarse. Abordaba ese suceso públicamente en la obra Mala Zementbaum, que se exhibió en el teatro Maxim Gorki de Berlín, y después de la función discutía con los espectadores sobre su propia responsabilidad en esa tremenda historia. "En mi vientre soy una víctima. En mi cabeza, un agresor", declaraba Lawinky por ese entonces.
Conocí poco después a Jens Rübsam, un documentalista nacido en la ex Alemania del Este que ha filmado, entre otras, una película sobre Berlín del Oeste en la época del bloque soviético. El film se llama La isla Berlín Occidental por aquello de que esa parte de la actual capital de la Alemania unificada era una isla capitalista en un mar de comunismo y el objetivo soñado de muchos de sus compatriotas que ponían en riesgo sus vidas para llegar hasta allí.
 
Capital del optimismo
 
Mucho ha cambiado desde el fin de la Guerra Fría: el Muro de la Vergüenza (en el Este había sido llamado Muro de Protección Antifascista) sobrevive sólo en unas pocas partes de la ciudad, que está muy lejos de ser una isla. Berlín, reducida a escombros durante la caída del nazismo, y diezmada y dividida por la Guerra Fría y el comunismo, es hoy la capital de la primera potencia de Europa. Es una ciudad profundamente optimista. ¿Cómo podría ser de otra manera? Fue destruida y está de pie; soportó las peores dictaduras y hoy es símbolo de libertad y cosmopolitismo.
Si bien conserva ese encanto de ciudad pobre pero sexy (según la fórmula de su alcalde, Klaus Wowereit), cada vez hay más proyectos inmobiliarios que ponen en tela de juicio su halo tradicional de urbe en la que todo es posible, también las utopías. Tal es así que el auge de la construcción empieza a amenazar la integridad de los restos del Muro: el proyecto inmobiliario Living Levels logró en marzo del año pasado que se removiera una parte de la East Side Gallery, aquel lugar de la pared repleto de murales que se volvió una de las postales típicas. Como las manifestaciones para evitarlo eran constantes, sólo se pudieron retirar de madrugada -y con 250 policías antidisturbios presentes- cuatro fragmentos de muro de 1,2 metros de ancho.

Cada vez hay más proyectos inmobiliarios; algunos ponen en tela de juicio el halo tradicional de la urbe.
 
La prensa alemana reveló poco después que el responsable de Living Levels había sido trabajador no oficial de la Stasi, lo que le dio un giro inesperado al asunto: según la propia prensa de Berlín, un espía que se había beneficiado de la existencia de la pared parecía querer destruirla o transformarla en la valla del jardín de su proyecto inmobiliario.
Lo cierto es que el proyecto sigue adelante (será terminado a mediados de 2015) y que la East Side Gallery sigue recibiendo multitudes de turistas. También que cualquier otro inversor inmobiliario deberá poner las barbas en remojo antes de intentar borrar siquiera una parte ínfima de la historia.
Berlín es un museo al aire libre y los rastros del pasado siguen aquí, para quien quiera mirarlos. En 2009, durante unas cortas vacaciones en esta ciudad, Bollwahn me sugirió que visitara el Sowjetisches Ehrenmal (el cenotafio soviético) del parque de Treptow, un monumento hecho en la época de la RDA a los soldados del ejército rojo caídos en la liberación de la ciudad. Allí se ve una estatua enorme de un soldado con un niño en brazos que pisa una esvástica hecha añicos. Algunos todavía dejan flores para homenajear a esos soldados -enterrados en el lugar- pese a los excesos del totalitarismo comunista. Le hablé del tema a Nina Apin, periodista del TAZ y berlinesa por adopción. Y su marido, Sebastian Wagner, me dio una frase reveladora: "Aquí en Berlín sobreviven las utopías del socialismo pero no como dictadura del Estado, sino como opción solidaria individual".
Eso les permitiría a algunos berlineses homenajear a los soldados soviéticos que dieron su vida sin que eso suponga un homenaje al extinto régimen comunista. Su frase me hace pensar en muchos de los alemanes que menciono y que he tenido el gusto de conocer. Y en que apenas son un ejemplo de todos aquellos que, en este país, procuran transformar el pasado traumático en un estímulo para construir el futuro más venturoso.