Filosofía de vida y muerte.
Siempre me gustó la frase “no le temo a la muerte” hasta que empecé a descubrir que algunas personas la usaban muy alegremente y el significado o la intención que ellos transmitían no era el que yo le daba. Para algunas personas, “no temer a la muerte” está demasiado cerca de “no aprecio la vida”. Y no es lo mismo. Quienes no temen a la muerte pueden hacerlo porque no tienen nada que perder, entonces no valoran la vida o lo que ya tienen. O también pueden hacerlo porque se sienten tremendamente satisfechos con su vida y no les asusta que la muerte les llegue sin haber disfrutado de la vida. Hablando del miedo a la muerte aparte de temer por los que quedan atrás el otro de los grandes arrepentimientos es siempre no haber disfrutado de la vida que deseaban. No quieren morir, bien por las personas que dejan, bien por la vida que aún querían vivir y no pudieron.
La filosofía de vida de bastantes alpinistas es muy cercana a disfrutar la vida a cada instante, llevando la vida a sus límites. Se enfrentan a la muerte a diario, no a una muerte lejana, sino una muerte cercana, mañana, pasado, en unas horas. Tener la muerte tan cerca dispara su sensibilidad hacia la vida. Eso algunos, como todo, otros no. Habrá quienes vivan intensamente, de manera muy consciente, y mueran también intensamente, felizmente, de manera muy consciente. Habrá quienes vivan de manera inconsciente y mueran del mismo modo. Locos hay por todas partes, y no somos quien para juzgar cuáles están más locos que otros, quien esté libre de pecado que tire la primera piedra.
Creo que fue una gran alpinista quien acuñó la frase “prefiero vivir un sólo día como un tigre a cien años como un cordero”. Personas apasionadas, desafiando los límites de la vida y los suyos propios. Personas que saborean la vida de un modo que sólo ellas pueden apreciar. Y a veces nos dejan perlas, pequeñas reflexiones, pequeños gestos, grandes y pequeñas hazañas, grandes y pequeñas muestras de valor, coraje, humanidad en estado puro.
Una reflexión que me gusta es que puede que no sepamos el sentido o significado de la vida, no sabemos para qué sirve un ser humano. El caso es que en nuestra vida siempre habrá metas, cimas, cumbres, objetivos. Algunos que se alcanzan al final de una vida, otros que se alcanzan en pocos días, en algunos meses, en varios años. Siempre habrá metas por alcanzar, cimas que coronar. Y detrás de cada meta, desde lo alto de cada cima podemos pararnos a observar y disfrutar lo alcanzado. Al poco tiempo ya estaremos fijándonos en el próximo reto, la próxima meta, la próxima cima. Así cada meta no es más que una meta volante, una cima desde la que se nos permite ver la próxima cima a alcanzar.
Cuando eres consciente que siempre habrá nuevas metas, que siempre habrá nuevas cimas por conquistar, quizá descubras que la vida es siempre seguir avanzando, seguir escalando. Y entonces quizá empieces a valorar más tu manera de avanzar, tu manera de escalar, y sobre todo la compañía, las personas de las que te acompañas para alcanzar esas metas. Tu compañía de vida, quienes están allí para ascender juntos, para ayudaros, quienes comparten contigo las cimas. Esas personas cuyos éxitos también son parte de los tuyos y viceversa. Personas con las que cierras un pacto de vida, vida quizá de unos días, quizá de muchos años. Esas personas que transmitirán tu mensaje cuando tú faltes, mensaje que tú transmitirás cuando éstas falten.
Todos hemos perdido a alguien, todos tenemos mensajes que seguir transmitiendo, vidas que seguir viviendo, ejemplos que seguir dando. Disfrutemos de la vida mientras aún es nuestra.
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