Hoy elegí este artículo para que reflexionemos juntos sobre el valor de lo que es ser “Madre“. Para las que lo somos, para las que aún no lo son, para los que la tienen y para aquellos que a pesar de los años transcurridos, la seguimos recordando.
Madres, siempre madres
Por Andrea Cattani
La columna de hoy tiene un dejo de tristeza. Sin embargo, su trasfondo es la esperanza, la fuerza y el amor que sólo una mamá puede aportar, incluso cuando todo parece oscuro.
¿Qué extraño fenómeno moviliza a las madres? Es como una fuerza interior que sólo quien lo experimenta puede entender. Buena parte ya viene con nosotras por el hecho de ser mujeres ¡Raza especial si las hay! Complejas, absolutamente “difíciles” como nos dicen los caballeros. No entienden que si fuésemos “simples” como ellos, sería imposible asumir tantos roles; sobre todo, no podríamos ser madres. Madres de nuestros hijos, madres de nuestros padres, madres de nuestro esposo, de una amiga desesperada y de toda persona que se precie de tal.
“Hoy mi amor no me despido, sólo nos damos un tiempo. Nos volveremos a ver”, escribió en su cuenta de Facebook, Analía Boutet, mamá de Luz Milagros, la beba prematura que tras ser dada por muerta, logró sobrevivir más de un año. “Dios me la prestó y puedo asegurar que en este año, dos meses y 20 días me hizo la mujer más feliz del planeta. Hoy mi ángel está feliz, corriendo, riendo, como fue el sueño de todos la que la amamos”, dijo en una carta la mujer al fallecer su hija.
Y claro que se notaba que al lado de su hija era feliz. Ejemplo de amor y dedicación, lejos de bajar los brazos, Analía luchó hasta el último día por la vida de su beba, a pesar de que la chiquita tenía secuelas neurológicas y para cualquiera su pronóstico hubiese sido desalentador.
Y no sólo eso: cada vez que se las podía ver juntas, la mirada de una hacia la otra lo decía todo. Luz Milagros estaba siempre impecable, con hermosos vestiditos llenos de colores, y su mamá había recobrado una belleza difícil de explicar...
También viene a mi memoria Isabel, mamá de Lucila Yaconis, la adolescente de 16 años asesinada durante un intento de violación en 2003, cuando regresaba del colegio.
La lucha de esta mujer -integrante de la Fundación Madres del Dolor- dio sus frutos en el Congreso de la Nación, cuando fue aprobado el Banco Genético de Huellas de Condenados por Delitos contra la Integridad Sexual. La mayor impulsora de este proyecto fue la mamá de Lucila. “Una herramienta eficaz que pueda agilizar la investigación de uno o varios delitos sexuales”, según ella misma lo describe...
Qué decir de Susana Trimarco, A partir de la desaparición de su hija Marita Verón, se inició como investigadora poniendo al descubierto una escalofriante red delictiva de Trata de Personas en Argentina, que operan en las provincias de La Rioja, Tucumán, Buenos Aires, Córdoba y Santa Cruz.
En la búsqueda de su hija logró recuperar la libertad de más de un centenar de víctimas, incluyendo a 17 mujeres de Argentina que se vieron obligadas a ejercer la prostitución en España. A varias de ellas las ayudó a reencontrarse con su familia.
Este sábado se cumplirán seis años de que Trimarco creara la Fundación María de los Ángeles, donde recibe denuncias y asiste a las víctimas a través de un equipo de profesionales. En julio de 2008 inauguró el primer refugio especializado para víctimas de la Trata de Personas. De este proyecto se han replicado los protocolos de asistencia en Buenos Aires y Córdoba.
En diciembre de 2010 inauguró un Centro Materno Infantil, el cual brinda atención integral y contención a los hijos de las víctimas de trata en sus primeros años de vida, en tanto su madre pueda emprender acciones y estrategias de autosuperación, relacionadas a terminar sus estudios y formarse laboralmente.
Susana recibió a lo largo de estos años innumerables premios y reconocimientos. Seguramente ninguno tan satisfactorio como el seguir la lucha por encontrar algún día a su hija, mientras se despoja de todo egoísmo y se esmera por rescatar del infierno a tantas otras chicas, demostrando que el ser madre trasciende a los hijos propios, para abrazar incluso a los ajenos.
Además, ha tenido la enorme misión de convertirse en madre de su nieta, una criatura muy chiquita cuando desapareció Marita –hoy convertida en una joven- pilar fundamental de la Fundación ...
También recuerdo a Carolina Píparo, la embarazada de 8 meses que fue baleada en una salidera bancaria. Para lograr que condenen a quienes le provocaron heridas mortales a Isidro, tuvo que probar que el bebé nació vivo y llegó a respirar por sus propios medios; de haber muerto en la panza de su mamá no era considerado un crimen; “apenas” un aborto, con una pena significativamente menor ¡Cuánta humillación tiene que soportar una madre en su pedido de justicia! Como si no alcanzara con el dolor de que jamás tendrás en tus brazos al bebé que acunaste en tu vientre...
Y los nombres siguen, no sólo de quienes atravesaron por el difícil transe de perder un hijo. No se trata de eso, no. También en las alegrías cotidianas se trasluce la presencia de una madre.
Tampoco hace falta ser reconocida públicamente; alcanza con rescatar en este momento nuestro cariñoso recuerdo de todas las que vemos a diario en nuestra familia y en nuestro barrio; o aquellas que conocimos de chicos. Cada una con su perfil, cada una con sus defectos y virtudes. Cada una, MADRE.
Por este maravilloso misterio que implica el rol de mamá en una familia y en una sociedad, pensé en consultar a psicólogos o médicos que puedan describir con términos científicos lo que nos es tan difícil poner en palabras.
Pero quizá en esta ocasión la poesía pueda “darle letra” a aquello que la razón no es capaz de explicar. Y entre tantos escritos, encontré este poema del argentino Hamlet Lima Quintana llamado “Gente”. Maravillosas palabras, para maravillosos seres. Dice así:
Hay gente que con solo decir una palabra
enciende la ilusión y los rosales;
que con solo sonreír entre los ojos
nos invita a viajar por otras zonas,
nos hace recorrer toda la magia.
Hay gente que con solo dar la mano
rompe la soledad, pone la mesa,
sirve el puchero, coloca las guirnaldas,
que con solo empuñar una guitarra
hace una sinfonía de entrecasa.
Hay gente que con solo abrir la boca
llega a todos los límites del alma,
alimenta una flor, inventa sueños,
hace cantar el vino en las tinajas
y se queda después, como si nada.
Y uno se va de novio con la vida
desterrando una muerte solitaria
pues sabe que a la vuelta de la esquina
hay gente que es así, tan necesaria.
Porque no hay nada más sano que ser mamá o desear serlo. Porque no hay nada más gratificante que haber sentido alguna vez en la vida el amor de una madre, aun cuando ese rol haya sido ocupado por una abuela, una tía o cualquier otra mujer que se precie de tal. MUY FELIZ DÍA EL DOMINGO, para esas bellas mujeres que “con sólo abrir la boca llegan a todos los límites del alma” y que a nuestro regreso “estarán a la vuelta de la esquina” porque son “así, tan necesarias”.
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