Todas las conspiraciones conducen a Roma
Si hay algo que vamos a extrañar cuando termine la década ganada y redondeemos el desarrollo, son los viajes de la Jefa a Nueva York para participar de la Asamblea Anual en Naciones Unidas. Encima esta vez se le agregó una pasadita el sábado por Roma para almorzar con el Papa. Un lujo. Sólo faltó una escala en Barcelona para ver a Messi el domingo y hubiera sido perfecto.
Sin embargo, el clima era mucho más tenso que de costumbre. La tradicional paranoia del kirchnerismo atraviesa por uno de sus peores momentos: padecen de delirium tremens político y ven buitres volando hasta en la cocina. Si habitualmente suelen ver conspiraciones por todos lados, ahora directamente no ven otra cosa.
“Hola” , –le dijo Timerman a una vendedora del free shop del aeropuerto–, “soy el Excelentísimo Señor Canciller de la República Argentina y necesito un buen frasco de perfume “Tocade” de Madame Rochas para regalarle a mi Presidenta” .
“No hay más, no entregan” , le contestó la vendedora. El Canciller se enfureció.
“Mirá Buitra resentida, yo no tengo la culpa de que tengas que pasarte la vida en este free shop del orto mientras yo despliego mi talento por el mundo para que las proletarias de mierda como vos tengan una vida mejor, me entendés?? Así que andá y traeme un frasco ya mismo o te voy a aplicar la ley de abastecimiento, ok??!! La chica se quedó mirándolo fijo: “yo te voy a traer todos los perfumes que quieras cuando vos me traigas a declarar a todos los iraníes, ok? A propósito, ¿cómo vas con ese asuntito del memorándum, macho?”.
El Canciller reculó en el acto y todo quedó allí porque en ese momento llegaron los de La Cámpora que por primera vez acompañaban a la Jefa en un viaje de este nivel. Con sus pecheras azzurras aparecieron “el Cuervo” Larroque, “Wado” de Pedro, José Ottavis y Hernán Reibel. Venían entre las góndolas del freeshop con sus canastitos llenos al grito de “¡Cristina, Cristina, Cristina corazón, acá tenés los pibes con las cremas de Lancôme!!”.
De a poco fueron cayendo todos. Zannini, Parrilli, Scoccimarro, funcionarios de todo rango, intendentes del Conurbano e invitados varios. A último momento aparecieron tres monjitas que venían pegaditas y que al pie del avión se sacaron una selfie.
Una vez a bordo, no tardó mucho la Jefa en avivarse de que las tres monjitas eran Julián Domínguez, Aníbal Fernández y Mariotto que se colaron en busca de la foto con el Papa y la bendición presidencial para sus respectivas candidaturas a presidentes y gobernador. Bendición que, visto el discurso de Máximo, Ella no les va a dar ni que se disfracen de Perón, Evita y John William Cooke.
La Jefa los miró de costado: “No sean ridículos, por lo menos sáquense la cofia y el velo que en Roma hace un calor de la hostia”.
Despegamos, cantamos “soy soldado del pingüino” , morfamos y, para dormirnos rápido, nos pusieron el video de una entrevista de Jorge Coscia a Ricardo Forster. A los 5 minutos ya roncaban todos como troncos.
En Roma, en lugar de aterrizar en el Aeropuerto de Fiumicino, fuimos al Aeropuerto Miliar de Ciampino para evitar que la Jefa se cruce con los aviones de American Airlines.
Al bajar del avión, Timerman se adelantó rápidamente y se acercó al primero que vio con uniforme, botones dorados y gorra con visera: “Io sono il Eccellentísimo Cancelliere della República Argentina in missione ufficiale per la causa popolare” y le extendió la mano. El tipo le devolvió el saludo: “Qué hace’ macho, yo soy el fercho de la embajada. Los de la delegación oficial italiana son los que están ahí atrás”.
Y en secreto le acotó: “Yo laburaba en la Salada para un taller que falsifica zapatillas Nike y ahora laburo acá porque me trajo Moreno”.
Justamente el primero en aparecer fue el Guille que es agregado económico de la embajada en Roma, repartiendo remeras con la inscripción “Corrière de la Sera Miente”. Estaba indignado porque la noticia de la llegada de la Presidenta no figuraba ni en la página 20. Otro diario Buitre.
Rato después ya estábamos en el Hotel Eden. Tremendo. La suite presidencial costaba 2.500 Euros más tax (sin desayuno), pero por el riesgo argentino se la querían cobrar 4.000.
“No pasa nada”, dijo Aníbal, “usás la tarjeta y lo garpás en pesos a un dólar de 8,50 más el 35%. O sea a 11,50 cuando en realidad el dólar está a 15. Y si Dios quiere, cuando volvamos la semana que viene los Buitres lo van a poner a 16 o 17. Un negoción. Me encanta Kicillof. Hay que viajar más seguido”.
Parrilli resolvió el tema pagando cash por adelantado y hablando con el conserje para ver si zafábamos del tax: “Non precisamos factura, capisci?” La Compañera Jefa fue recibida con flores. Por suerte, Ella nunca vio la placa que hay en la entrada del hotel recordando la reinauguración de 1995 y que dice: “L’albergo è stato ufficialmente riaperto dalla baronesa Margaret Thatcher il 25 marzo 1995.”Zannini estaba indignado: “Puta madre, justo este hotel… estamos meados por los Buitres”.
A la mañana siguiente todo era ansiedad y emoción. Larroque comentaba feliz: “¡Menos mal que el Papa argentino que eligieron es Francisco, mirá si lo hubiesen elegido a Bergoglio, que era nuestro enemigo!”.
La delegación se apuró por llegar al Vaticano y sacarse fotos con el Papa. La más interesante fue una de Francisco con el núcleo duro del gobierno kirchnerista: la Jefa, Zannini y los pibes de La Cámpora. Una monjita comentó: È raro… In questa foto, l’ unico veramente peronista è il Papa”.
La foto con toda la delegación parecía un córner de un partido de la B. Todos a los codazos y tironeándose para figurar más cerca del Papa. En un momento dado Francisco se dio vuelta y les gritó: “Paren con los agarrones o cobro penal, ok?” El almuerzo fue muy ameno. Ella le explicó al Papa lo que tiene que hacer para que el mundo funcione mejor, y él le explicó a Ella que una cosa son los fondos buitres que tratan de cobrarle a la Argentina y otra cosa es el resto de la humanidad y el Planeta Tierra.
Todo pasó muy rápido. Un rato después, ya estábamos otra vez a bordo del avión. Cantito militante, morfi, y un videíto de Orlando Barone hablando de su vida y la relación con la poesía, como para que todo el mundo se duerma rápido.
En silencio, vamos cruzando el Atlántico rumbo a Nueva York. Nos espera el lujo del Mandarín Oriental Hotel, justo en la esquina sudoeste del Central Park, sobre Columbus Circle, allí donde se levanta, desafiante, la estatua de Colón en Manhattan.
Conociéndolos como son, yo supongo que alguien del Gobierno ya habrá pedido que la saquen. No sé si le darán bola. Estos buitres conspiran en todas partes. (continuará)
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