El igualitarismo embrutecedor
Por Nicolás Márquez
Tras diez años de mentira generalizada emitida desde el deficitario Estado kirchnerista, ni la inflación ha sido la del INDEC ni la inseguridad ha sido una “sensación”. Pero un dato mucho más alarmante todavía que los mencionados, lo constituye el ominoso resultado que el régimen decadente nos deja en el rubro educativo. En efecto, tras una década de embrutecimiento sistemático, el conocido informe del Programa PISA de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) publicado semanas atrás comparó la performance de 65 países, de entre los cuales la Argentina kirchnerista obtuvo el indecoroso y bochornoso puesto N: 59º, acompañado sólo de países latinoamericanos, los cuales que aparecen recién a partir del 51° lugar. Vale decir, tras diez años de “inclusión” y de “recuperación del Estado”, somos casi lo peor de lo peor: nuestro país quedó sexto de entre los ocho países de la región analizados y como si esto fuera poco, cayó un lugar respecto de la última evaluación elaborada por el citado organismo en el año 2009.
¿Este desastre fue producto de una política bien intencionada pero ineficaz o de una malicia eficazmente aplicada para envilecer el nivel intelectual o cultural del ciudadano?. Interesa la pregunta puesto que un pueblo cultivado no vota por demagogos ni se deja condicionar por el clientelismo dadivoso y feudal.
El interrogante se nos intensifica a medida que advertimos las medidas que el kirchnerismo intenta llevar adelante para pretender “revertir” la horrorosa situación educativa en la que ellos mismos nos instalaron. En efecto, ahora la banda que detenta el poder del Estado en la Provincia de Buenos Aires (que alberga al 40% de la población argentina) no tuvo mejor idea que seguir nivelar para abajo abrevando en una desopilante medida consistente en suprimir los aplazos y así, arrasar con toda noción de esfuerzo, mérito y responsabilidad personal, no encontrando mejor solución que aplicar la política de “aprobaciones a la marchanta” en el marco de un deletéreo igualitarismo demagógico signado por el facilismo y por lo que para el kirchnerismo constituye su más indecorosa marca registrada: “el paratodismo”, suerte de slogan proselitista el cual sugiere que todos, lo merezcan o no, tienen derecho a reclamarle al Estado (es decir al resto de sus conciudadanos) que estos les satisfagan sus necesidades, sean estas esenciales como alimentarse o meramente banales como financiar transmisiones de partidos de fútbol. Todo cabe en la misma bolsa demagógica, desde entregarle al vulgo sonajeros en vez de libros (equiparando al instruido con el iletrado), planes sociales en vez de trabajo (nivelando al perezoso respecto del laborioso), garantismo penal en vez castigos ejemplares (asimilando al delincuente con el ciudadano honesto) y ahora promoviendo aprobaciones escolares indiscriminadas (igualando al vago con el estudioso), generando en todos los ámbitos una disolvente atmósfera igualitaria de inequívoco tinte comunizante.
Si el que cumple y el que no cumplen tienen siempre el mismo premio, a la postre no cumple ninguno, y cuando ninguno cumple ninguna norma eso significa que salimos del Estado de derecho para ingresar en el estado de anomia. Pareciera ser este el último legado en el que nos pretende dejar un régimen dirigido por protervos que están pegando sus últimos manotazos de supervivencia política, desmoronamiento económico y corrupción ideológica.
Visto todo este entristecedor panorama desde la óptica de los intereses del oficialismo, ninguna duda cabe que ellos supieron hacer bien su trabajo. Justamente, nada mejor que haber fomentado el clientelismo político, la vagancia laboral y ahora el embrutecimiento escolar, para luego tener a su merced a un improductivo ejército de votantes desprovistos de toda habilidad, motivación y ambición personal que no sea la de venerar al caudillo de turno a cambio de una limosna de fin de semana. El problema es que encima ya no alcanza ni la limosna, porque esta es automáticamente carcomida por la inflación, pero eso ya forma parte de otro asunto para analizar en otro momento.
Casi 200 años atrás Juan Bautista Alberdi sobre la cuestión aquí abordada disparó: “La ignorancia no discierne, busca un tribuno y toma un tirano. La miseria no delibera, se vende”. No creemos que los jerarcas de la pandilla que nos gobierna hayan leído alguna vez al destacado pensador tucumano, pero todo indica que involuntariamente vuelven a darle la razón a muchas de sus perennes reflexiones.
La Prensa Popular | Edición 319 | Jueves 25 de Septiembre de 2014
Tras diez años de mentira generalizada emitida desde el deficitario Estado kirchnerista, ni la inflación ha sido la del INDEC ni la inseguridad ha sido una “sensación”. Pero un dato mucho más alarmante todavía que los mencionados, lo constituye el ominoso resultado que el régimen decadente nos deja en el rubro educativo. En efecto, tras una década de embrutecimiento sistemático, el conocido informe del Programa PISA de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) publicado semanas atrás comparó la performance de 65 países, de entre los cuales la Argentina kirchnerista obtuvo el indecoroso y bochornoso puesto N: 59º, acompañado sólo de países latinoamericanos, los cuales que aparecen recién a partir del 51° lugar. Vale decir, tras diez años de “inclusión” y de “recuperación del Estado”, somos casi lo peor de lo peor: nuestro país quedó sexto de entre los ocho países de la región analizados y como si esto fuera poco, cayó un lugar respecto de la última evaluación elaborada por el citado organismo en el año 2009.
¿Este desastre fue producto de una política bien intencionada pero ineficaz o de una malicia eficazmente aplicada para envilecer el nivel intelectual o cultural del ciudadano?. Interesa la pregunta puesto que un pueblo cultivado no vota por demagogos ni se deja condicionar por el clientelismo dadivoso y feudal.
El interrogante se nos intensifica a medida que advertimos las medidas que el kirchnerismo intenta llevar adelante para pretender “revertir” la horrorosa situación educativa en la que ellos mismos nos instalaron. En efecto, ahora la banda que detenta el poder del Estado en la Provincia de Buenos Aires (que alberga al 40% de la población argentina) no tuvo mejor idea que seguir nivelar para abajo abrevando en una desopilante medida consistente en suprimir los aplazos y así, arrasar con toda noción de esfuerzo, mérito y responsabilidad personal, no encontrando mejor solución que aplicar la política de “aprobaciones a la marchanta” en el marco de un deletéreo igualitarismo demagógico signado por el facilismo y por lo que para el kirchnerismo constituye su más indecorosa marca registrada: “el paratodismo”, suerte de slogan proselitista el cual sugiere que todos, lo merezcan o no, tienen derecho a reclamarle al Estado (es decir al resto de sus conciudadanos) que estos les satisfagan sus necesidades, sean estas esenciales como alimentarse o meramente banales como financiar transmisiones de partidos de fútbol. Todo cabe en la misma bolsa demagógica, desde entregarle al vulgo sonajeros en vez de libros (equiparando al instruido con el iletrado), planes sociales en vez de trabajo (nivelando al perezoso respecto del laborioso), garantismo penal en vez castigos ejemplares (asimilando al delincuente con el ciudadano honesto) y ahora promoviendo aprobaciones escolares indiscriminadas (igualando al vago con el estudioso), generando en todos los ámbitos una disolvente atmósfera igualitaria de inequívoco tinte comunizante.
Si el que cumple y el que no cumplen tienen siempre el mismo premio, a la postre no cumple ninguno, y cuando ninguno cumple ninguna norma eso significa que salimos del Estado de derecho para ingresar en el estado de anomia. Pareciera ser este el último legado en el que nos pretende dejar un régimen dirigido por protervos que están pegando sus últimos manotazos de supervivencia política, desmoronamiento económico y corrupción ideológica.
Visto todo este entristecedor panorama desde la óptica de los intereses del oficialismo, ninguna duda cabe que ellos supieron hacer bien su trabajo. Justamente, nada mejor que haber fomentado el clientelismo político, la vagancia laboral y ahora el embrutecimiento escolar, para luego tener a su merced a un improductivo ejército de votantes desprovistos de toda habilidad, motivación y ambición personal que no sea la de venerar al caudillo de turno a cambio de una limosna de fin de semana. El problema es que encima ya no alcanza ni la limosna, porque esta es automáticamente carcomida por la inflación, pero eso ya forma parte de otro asunto para analizar en otro momento.
Casi 200 años atrás Juan Bautista Alberdi sobre la cuestión aquí abordada disparó: “La ignorancia no discierne, busca un tribuno y toma un tirano. La miseria no delibera, se vende”. No creemos que los jerarcas de la pandilla que nos gobierna hayan leído alguna vez al destacado pensador tucumano, pero todo indica que involuntariamente vuelven a darle la razón a muchas de sus perennes reflexiones.
La Prensa Popular | Edición 319 | Jueves 25 de Septiembre de 2014
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