Toda persona que haya hecho alguna vez actividad física conoce esa sensación tan característica
que experimentamos después de un entrenamiento. Gran parte de eso se debe a que nuestro
cuerpo produce endorfinas.
Se trata de un conjunto de agentes que tienen efectos analgésicos, es decir, pueden calmar dolores
Se trata de un conjunto de agentes que tienen efectos analgésicos, es decir, pueden calmar dolores
y modular el ánimo. Y esto tiene consecuencias en las emociones. Se ha demostrado que las
personas que realizan actividad física regularmente tienen niveles más bajos de depresión, ansiedad
e ira.
Practicar ejercicio físico impacta positivamente en nuestra salud. Esto se debe, en parte, a que facilita
la conexión del sistema nervioso con otros sistemas del cuerpo como el cardiovascular y el digestivo.
Así, genera una “orquesta biológica” que funciona a favor de nuestra salud en general. Más aún, se ha demostrado que el entrenamiento físico reduce el riesgo de desarrollar los síntomas de distintas
enfermedades que afectan el cerebro.
Por ejemplo, científicos de Suecia señalaron que las personas de mediana edad que entrenan al menos
dos veces por semana tienen el 60% menos de probabilidad de desarrollar trastornos cognitivos si se las
compara con personas sedentarias. Según estos estudios, esta práctica de ejercicio físico debe ser de, por
lo menos, 25 a 30 minutos y debe ser también entre moderada y altamente aeróbica para producir un
verdadero efecto. Del mismo modo, los tratamientos que incluyen programas de entrenamiento físico en pacientes con ansiedad y depresión han probado una mejor respuesta en el alivio de estas enfermedades.
Desde ya, no es necesario padecer una enfermedad para que el ejercicio físico ayude a que tengamos un
cerebro saludable. En un estudio se reunió a 120 adultos mayores sedentarios pero saludables y sin
problemas de memoria. Algunas de estas personas realizaron programas de actividad física de tres veces
por semana como caminatas o ejercicios tonificantes, mientras que otras personas no (grupo control).
Después de un año, observaron que el volumen del hipocampo, un área cerebral fundamental para la consolidación de la memoria, había disminuido en el grupo control (como suele suceder en los adultos
mayores), pero que había aumentado en aquellos que habían realizado actividad física. Otras
investigaciones también mostraron los beneficios inmediatos de la actividad física. Por ejemplo, en un
estudio en Irlanda, un grupo de hombres sedentarios realizó una prueba de memoria. Luego, la mitad
de ellos se sentó en una bicicleta fija sin pedalear por 30 minutos, mientras que la otra mitad realizó un entrenamiento físico intenso. Este último grupo mejoró notablemente cuando volvió a hacer la prueba de memoria. Al analizar su sangre, los investigadores notaron que en el grupo que había realizado ejercicio
existían niveles elevados de una proteína que favorece la salud de las neuronas.
Hacer una actividad física regularmente como parte de nuestro estilo de vida nos ayuda a mantener no sólo nuestro cuerpo, sino también nuestra mente en forma.
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