Los casos de violencia adolescente y juvenil en las instituciones de enseñanza, han dejado de ser hechos aislados para convertirse en un fenómeno creciente y mundial : ocurre tanto en la Argentina como en el resto del mundo.
El acoso u hostigamiento escolar, también conocido por su término inglés bullying, es cualquier forma de maltrato psicológico, verbal o físico producido entre escolares de forma reiterada.
Estadísticamente, el tipo de violencia dominante es la emocional y se da mayoritariamente en el aula y patio de los establecimientos escolares, aunque se ha extendido mediante el uso de las nuevas tecnologías como computadoras, celulares y otros dispositivos.
Las situaciones violentas más destacadas, son hechos producidos por personas que expresan conductas impertinentes, manifestaciones de burla, lenguaje obsceno, rebeldía en el tipo de vestimenta, peleas serias entre personas o grupos, actos de vandalismo que impliquen daño o destrucción de elementos de la institución y robos varios.
Es preciso enfrentarnos a esta problemática que aumenta día a día . En primer lugar es necesario aceptarla y luego analizarla para poder actuar sobre ella. Esta es una manera de trabajar en la prevención.
Un aspecto fundamental es el análisis del contexto donde se desenvuelven esos adolescentes. Es decir , las relaciones entre colegas, las nuevas formas de comunicarse, los códigos de conducta implícitos en los videojuegos, la cultura del ciber, y tantos otros factores que influyen en la socialización de los adolescentes mucho más que el sistema educativo. Desde hace tiempo se reclama la necesidad de contar con el apoyo del entorno, es decir de todos los agentes sociales que intervienen en su vida, pues poco puede hacer un docente que intenta suplir con su esfuerzo el abandono de responsabilidad de otras instituciones.
Sería interesante tener acceso a los análisis de la personalidad y de la conducta de los causantes directos de las agresiones, saber si reciben afecto, conocer sus actitudes respecto a los demás (incluyendo a sus padres); medir su nivel de agresividad, de individualidad a ultranza, de competitividad inútil, de incomunicación... En fin, sería interesante disponer de una valoración de los patrones culturales que les hemos infundido.
Es muy importante enfatizar en la prevención y detención del problema. Los docentes deben fomentar el intercambio y debate crítico sobre este tema, creando espacios de participación en jornadas de reflexión.
Desde sus distintos roles deben poner límites firmes y ofrecer la posibilidad de que cada uno conozca y defienda sus derechos dentro de actitudes civilizadas. Es por eso que es necesario ayudar a los adolescentes y a los docentes a establecer complicidad social con la educación. Que de verdad el tema violencia sea una prioridad política. Que sea un tema de debate en la sociedad . Por eso es preciso ponerse de acuerdo entre todos para evitar que las agresiones pasen de ser un caso aislado y anecdótico a convertirse en una realidad cotidiana.
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