La Argentina es una extensa porción de tierra, ubicada al sur del mundo. Es el lugar que cobijó a tantos extranjeros que soñaban con un futuro mejor.
Ese mismo lugar donde las semillas brotaban, los suelos florecían, las industrias fluían, la clase media crecía, los trenes recorrían los pueblos y ciudades.
La educación prometía un buen futuro. Escuelas llenas de blancos guardapolvos y profesores con sed de enseñar y depositar en esas pequeñas mentes, los principios básicos para el progreso.
Imaginábamos crecer en un país próspero, fértil, sano, pujante, fuerte...
Hoy, ese país con el que soñábamos, sigue teniendo extensos campos, altas montañas, fecundo mar, exuberante vegetación, buen ganado y gente con potencial.
Pero ¿Qué ha pasado país ?
Esas mentes iluminadas, esos corazones solidarios y sacrificados que impulsaron el desarrollo, ¿dónde están ?
Queremos un futuro sano para nuestros hijos. Queremos ver el fruto de sus años de estudio y dedicación.
Hoy la Argentina llora. Llora en manos de la corrupción, llora en manos de un gobierno que se olvidó de su pueblo. Donde la clase media se derrumbó y en contrapartida, un grupo de desesperados avanza olvidándose del esfuerzo, del desarrollo personal, de la cultura, del trabajo, de los valores.
Muchos optamos por seguir peleando, ofreciendo batalla en nuestra tierra, donde varias décadas atrás, sentados en pequeños pupitres, nos imaginábamos compitiendo con el mundo hacia el futuro.
¡Qué desilusión! Somos familias tradicionales, que vemos derrumbarse nuestro país a pasos agigantados.
Vimos crecer a nuestros hijos y los educamos con muchas expectativas, y hoy los vemos ansiosos de conquista. Los vemos marcharse buscando nuevos rumbos, nuevos horizontes. Han perdido la confianza y la libertad, les han mentido. Se han sacado la venda de sus ojos y se han dado cuenta de ello.
Los gobernantes hablan sin sentido, ya no se animan a mirarnos a los ojos, nos han quitado la posibilidad de reaccionar. No reconocen sus errores, no aceptan otras ideas.
Hoy vivimos con miedo. Miedo al atropello, miedo a la inseguridad, miedo a la falta de garantías y a la injusticia.
¿Qué nos pasa país ?
Hagamos una reflexión, aunque sea la última. Si vamos a presenciar el derrumbe de nuestro país, hagámoslo de pie. De pie como lo hicieron nuestros héroes que lucharon hasta el final por nuestra libertad.
No nos entreguemos tan fácilmente, defendamos nuestros derechos, nuestros valores, nuestros hijos, nuestra patria... Si algo hay que entregar, que no sea nuestra dignidad.
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