En muchos países se conmemora el 1° de Mayo el "Día de los Trabajadores", recordando un triste hecho ocurrido a fines del siglo pasado en la ciudad de Chicago.
Pero también un 1° de Mayo de 1853, entró en vigencia, en la Argentina, la Constitución Nacional. Este episodio, clave en la reformulación del país, no tiene desde hace muchos años, la rememoración adecuada en los niveles de la comunicación social. Sólo hay una leve conexión nemotécnica con la inauguración de cada período parlamentario que se realiza, precisamente, en esa fecha.
Dentro del ordenamiento normativo de nuestra Ley Fundamental, hay una primera parte esencial que se refiere a los derechos y obligaciones del ciudadano. Ese encuadre es el que justifica la existencia de poderes dentro del Estado, destinados a administrar la cosa pública, administrar las normas legales a través de las leyes y finalmente administrar justicia.
Por lo tanto los ciudadanos que ocupan cargos públicos, electivos o no, son meros administradores que lo hacen en nombre del ciudadano, su poder es delegado en ellos en forma temporal, debiendo dar cuenta de la rectitud de su accionar en forma expresa o tácita de acuerdo a las circunstancias.
Los derechos del trabajador emanan de la misma Constitución Nacional, ya sea implícitamente en su versión original, o explícitamente en sus modificaciones posteriores.
La fuerza de la razón, la justicia y la ley son los elementos constitutivos de una nación. La Constitución Nacional no debe ser violada ni por los actos de gobierno, ni por las leyes del Congreso, ni por malos fallos de malos jueces, y menos por el silencio de los ciudadanos. La prensa es el espejo en donde se reflejan todas estas acciones u omisiones. Debemos por lo tanto, cuidar la calidad de la información y no empañarla para ocultar una realidad que pudiera avergonzarnos.
"Las verdades por sabidas se callan, y por calladas se olvidan"
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