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"Líneas y Entre Líneas"...

... los invita a disfrutar , con otra mirada y con sus opiniones personales, de los encuentros y desencuentros en los distintos roles que hoy nos tocan vivir en la sociedad.

En este espacio, "La Educación" será el centro en torno al cual giren los distintos temas. A veces delirantes, otras veces reales, mutando de una expresión dura a una actitud tierna.

Así serán las interesantes propuestas y sugerencias hacia un mismo objetivo : "Convivir en Sociedad"


viernes, 8 de enero de 2016

Aprender nuevos idiomas...

¿Cuál es la edad perfecta para aprender nuevos idiomas?

En la actualidad sabemos que nuestro cerebro puede cambiar si lo ejercitamos, efecto que se evidencia incluso después de unas pocas sesiones.

         Escrito por James Lane    
        


“… para mí, ser viejo es siempre tener quince años más de los que tengo” – Bernard Baruch, financista y filántropo estadounidense
Querido lector, ¿estás en la flor de tu adolescencia? ¿O tienes veinte años, estás lleno de energía y listo para emprender aventuras? ¿Tienes toda la vida por delante, como un majestuoso tapete persa que acaban de desenrollar?
Qué bueno para ti. Pero mejor lárgate y ponte a leer otra cosa.
Ah, mucho mejor así. Ahora que todos esos jóvenes se han esfumado, podemos hablar de un tema delicado: ¿es posible para ti aprender un nuevo idioma si ya tienes un par de años más? ¿Eres capaz memorizar todo ese vocabulario nuevo? ¿Puedes aprender nuevas estructuras gramaticales? ¿O es demasiado tarde para comenzar?
Tenemos buenas noticias. La liebre joven probablemente correrá a toda velocidad dejándote atrás, pero tú, aunque avances como una tortuga, tienes ciertas ventajas en esta carrera lingüística. Tu cerebro es capaz de hacer cosas que ni siquiera te imaginas y puede desarrollarse de manera excepcional, incluso cuando ya has llegado a una edad avanzada. Además, existe un área en la que tu edad es una enorme ventaja: el aprendizaje autónomo. Quítate entonces tus cómodas pantuflas, sírvete una taza de té (o algo más fuerte) y continúa leyendo.

Tu cerebro es plástico

Décadas atrás, los científicos tenían un concepto mucho más rígido del cerebro. Creían que la manera como este se desarrolla en la niñez determina en mayor o menor grado la estructura que tendrá el resto de la vida.
Pero ahora sabemos que esto no es verdad. Un estudio decisivo llevado a cabo en 2000 (Macguire et al.) examinó la materia gris de los taxistas londinenses. No, no las pelusas grises que se acumulan en tu ombligo, sino lo que hay dentro de tu cerebro. Los taxistas que pasaban mucho tiempo conduciendo tenían un mayor volumen de materia gris en el hipocampo, una pequeña parte del cerebro que tiene la forma de un caballito de mar y está a cargo de la memoria (espacial). Esto era una prueba fehaciente de la neuroplasticidad, la capacidad del cerebro para cambiar y establecer nuevas conexiones neuronales.
El resultado generó una gran ola de investigaciones sobre neuroplasticidad. En la actualidad sabemos que nuestro cerebro puede cambiar si lo ejercitamos, efecto que se evidencia incluso después de unas pocas sesiones. Cuanto más larga la sesión de ejercicios, tanto más potentes serán los efectos. Posteriormente, en el año 2010, un equipo de científicos suecos examinó durante seis meses a un grupo de jóvenes (21 a 30 años) y a uno de mayores (65 a 80 años), ‘sin detectar ninguna diferencia significativa en la plasticidad de la microestructura de su materia gris que pudiese ser causada por la edad’. Traducción: también los cerebros de mayor edad pueden transformarse.

La neuroplasticidad y el aprendizaje de idiomas

¿Qué le sucede entonces al cerebro de un adulto que está aprendiendo idiomas? En 2012, los científicos examinaron durante nueve meses a un grupo de estudiantes adultos que estaban aprendiendo chino, quienes mostraron una ‘mejor cohesión de la materia blanca’ en este periodo de tiempo. La materia blanca es lo que conecta las células neuronales. Cuanto mejor estén conectadas, tanto mejor serán los resultados de nuestras actividades cognitivas.
Un resultado aún más significativo fue el aumento del tamaño del hipocampo (¡de nuevo el caballito de mar!) en un grupo de intérpretes militares después de estudiar intensamente idiomas durante tres meses.
¿Necesitas más? Con gusto: aprender idiomas amplía tu ‘reserva cognitiva’, lo que te hace más resistente contra el desgaste del cerebro. ¡Enhorabuena si eres bilingüe! Probablemente ya has aplazado el inicio de la demencia varios años. ¡Puedes volver a brindar por ello!

Esos viejos tramposos

Si te molesta no ser tan rápido como antes, o que tu memoria no lo sea, no te desanimes. Tienes algo a tu favor con lo que no cuenta ningún adolescente.
Has aprendido cómo aprender. Sabes qué estrategias funcionan en tu caso y cuáles, en cambio, son solo una pérdida de tiempo. Es posible que tu cerebro no sea tan ágil como el de alguien que tiene la mitad de tus años, pero tú tienes mejores ‘habilidades metacognitivas’. Otra manera de llamarlas es: ‘aprendizaje autónomo’.
Hace un par de años, unos científicos intentaron probarlo. Formaron grupos de personas jóvenes y viejas, y les mostraron palabras que tenían adherido un puntaje diferente, desde valores bajos hasta valores altos. Luego le permitieron a las personas repasar las palabras que desearan. Notaron que las personas mayores se tomaban más tiempo para las palabras de valores altos, pero su capacidad de recordar era igual de buena que la de los jóvenes.
De una manera muy interesante este estudio también demostró por qué las personas de edad avanzada no son dignas de confianza: los científicos descubrieron que los viejos, astutamente, habían revisado en secreto las palabras de alto puntaje justo antes de comenzar la prueba.
En conclusión, no existe ninguna razón para que no puedas aprender un idioma hasta una edad avanzada.
De modo que tendrás que buscarte otra disculpa…
¿Cómo funciona el cerebro de una persona bilingüe? ¿Cómo influye el hecho de crecer con dos lenguas?

Escrito por Marion Maurin

                                 SER BILINGÜE...

1. Lo primero, ¿qué es el bilingüismo?

Una definición

A la salida del supermercado, un niño se dirige a su padre en alemán. Al terminar la pregunta, el padre le responde: “Muy bien, ahora en portugués por favor”. Y se repite la misma escena, esta vez, en el otro idioma. Para la mayor parte de las personas, este ejercicio es la demostración de una gran capacidad cuando el bilingüismo parece un mito: ¿será por ello que no existe una definición exacta? Como muestra el vídeo, cada uno tiene su propia idea: para algunos significa ser capaz de comunicarse y de hacerse entender, con más o menos errores, en varios idiomas (también los aprendidos a través de los años). Para otros, por el contrario, la gramática y la pronunciación son fundamentales. Y si a la mayoría de los mortales nos gusta opinar sin argumentar demasiado, a la comunidad científica también le falta criterios para ponerse de acuerdo. Por ello, podemos concluir de este modo: el bilingüismo es un fenómeno relativo que debe medirse según varios parámetros y no a partir de una definición absoluta y, sobre todo, se trata de algo completamente personal y subjetivo.

El bilingüismo: cuestión de feeling

Un idioma no es algo inanimado que se aprende y se domina de forma definitiva, sino que se trata de una cosa viva que se construye y transforma según nuestro modo de pensar y de comportarnos con el mundo. Desde este punto de vista, la lengua está íntimamente ligada a nuestras emociones y a nuestra identidad. Es posible hablar una lengua de forma fluida desde la infancia y, aún así, no sentirse necesariamente bilingüe: esto sucede, por ejemplo, cuando no se vive en el país donde se habla esa lengua y, por consecuencia, donde no se viven las influencias culturales, humorísticas o sociales.
Asimismo, se podría decir que el bilingüismo se consigue cuando se supera la frustración típica de las primeras fases del aprendizaje de un idioma y uno se siente preparado para expresarse sin ningún tipo de bloqueo. En este vídeo hemos intentado explorar esta percepción partiendo de una base común: el bilingüismo está sobre todo presente en niños que han sido educados en dos idiomas maternos distintos y que son capaces de pasar de uno a otro de forma natural.
La pregunta que queda en el aire entonces es: ¿cuáles son las particularidades del cerebro bilingüe?

2. El cerebro bilingüe

Mundo y lenguaje

Un idioma viene definido por un conjunto de sonidos o como un código que sirve para comunicarse y que representa nuestro primer vínculo con el mundo. El recién nacido que grita y llora al llegar al mundo lo hace para expresarse y llamar la atención. Las palabras, la sintaxis, la gramática, todo eso llega más adelante y contribuyen a construir nuestro universo mental que ayuda a estructurar el modo en el cual percibimos al mundo. Un bilingüe puede hacer uso de dos sistemas de referencias lingüísticas para describir una sensación o expresar una idea. Por mucho tiempo se pensó que esto podría llevar a confusiones, sobre todo entre los niños de más tierna edad. Después del 1962, gracias a un estudio de Pearl y Lambert sobre la relación entre el bilingüismo y la inteligencia, la tendencia científica cambió su rumbo. En los últimos decenios, varios estudios han subrayado la existencia de una “conciencia metalingüística”, esto es, una actitud predominante entre las personas bilingües a resolver enigmas cognitivos sin pasar por el lenguaje: como si, enfrentándose a una ecuación matemática, un bilingüe tuviera más capacidad para resolverla.

A cada uno su camino

Imaginemos que la lengua sea un camino que atraviesa aquello que vemos, pensamos y expresamos: la sintaxis representa el itinerario, la gramática el medio de transporte y las palabras los puntos de referencia que marcan las diferentes etapas. ¿Qué es lo que pasa cuando hay dos puntos de referencia en vez de uno solo? Que entonces podremos elegir entre “pain” o “Brot” (pan). El ejemplo puede resultar facilón pero, como ahora veremos, las dos palabras no evocan la misma imagen: por un lado, “pain”, la baguette crujiente, caliente, dorada y para tomar con queso, por el otro, el “Brot”, un pan oscuro y con semillas, compacto y muy nutritivo. Ambas palabras no pertenecen a la misma imaginación, no evocan los mismos recuerdos, las mismas emociones o los mismos códigos sociales. En otras palabras, pertenecen a dos contextos diferentes. Los bilingües pueden entonces escoger la palabra “pan” que deseen para su comida, y con ella, un paisaje único. Para que se entienda mejor, podríamos comparar el bilingüismo con la sinestesia, la figura retórica que indica la fusión entre dos o más sentidos como la vista y el oído. Por ejemplo, la sinestesia hace posible ver literalmente la música en diferentes colores. Gracias a ella, la descripción de los sonidos puede estar enriquecida de imágenes y metáforas. Sobre este principio de asociaciones múltiples se fundan muchas poesías y expresiones lingüísticas, como por ejemplo la clásica oposición entre los colores cálidos y los colores fríos. Cuanto más aumentan las conexiones, más posibilidades tiene el cerebro de considerar un objeto y describirlo con palabras. La ciencia habla de “flexibilidad cognitiva”, una habilidad que hace referencia al pensamiento creativo y que está especialmente desarrollada en las personas bilingües.

3. Lenguaje y creatividad

Nunca es tarde para aprender una lengua nueva

Solamente un 13 % de los países de las Naciones Unidas es monolingüe. Pero si no estamos entre los afortunados que tuvieron la oportunidad de crecer en un entorno multilingüe o de haber aprendido dos lenguas a la vez desde la más tierna infancia, ¡no hay que desesperarse! Nunca es demasiado tarde: aprender un idioma nuevo es como empezar a practicar un deporte que mantiene despierto y activo el cerebro, que estimula las conexiones neuronales y que hace que nos sintamos jóvenes de espíritu. Además, el “paisaje” mental del que hablábamos se ampliará tanto como las ganas invertidas en aprender un nuevo idioma: cada idioma expresa conceptos y emociones de formas diferentes.

Liberar al artista que llevamos dentro

Algunas personas reconocen que el haber aprendido una nueva lengua les ha permitido sentirse más seguros de ellos mismos, más abiertos, más tolerantes y más creativos. El hecho de poder encontrar un modo alternativo de decir las cosas, de expresar un concepto cuando la palabra que queremos decir la tenemos en la punta de la lengua, ¡puede dar lugar a creaciones fantásticas y muy originales!

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