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"Líneas y Entre Líneas"...

... los invita a disfrutar , con otra mirada y con sus opiniones personales, de los encuentros y desencuentros en los distintos roles que hoy nos tocan vivir en la sociedad.

En este espacio, "La Educación" será el centro en torno al cual giren los distintos temas. A veces delirantes, otras veces reales, mutando de una expresión dura a una actitud tierna.

Así serán las interesantes propuestas y sugerencias hacia un mismo objetivo : "Convivir en Sociedad"


domingo, 2 de octubre de 2016

"Expectativa de la vida humana" por Facundo Manes

Envejecer, un desafío y una oportunidad

Mientras la expectativa de vida humana es cada vez mayor, las neurociencias han cuestionado la idea de que el deterioro cognitivo es inevitable y fijo; en gran medida, la plasticidad del cerebro depende de mantenerlo activo con lecturas, paseos o inquietudes intelectuales
 PARA LA NACION

Facundo Manes

Una de las mayores tendencias sociales de los próximos siglos será el envejecimiento de la población mundial. Se calcula que el número de personas de mas de 60 años llegará a 2000 millones en 2050. Según un informe reciente de la Organización Mundial de la Salud (OMS), por primera vez en la historia la mayoría de la gente puede esperar vivir hasta los 60 años o más. Dentro de 35 años, el número de personas mayores de 60 casi se duplicará. Un niño nacido en Brasil en 2015 puede esperar vivir hasta 20 años más que uno nacido allí hace sólo 50. Para 2020, habrá más personas mayores de 60 años que niños de 5. Y la mayoría de los adultos mayores (80%) vivirá en países de "ingresos bajos y medios".
En nuestro país, según datos del Banco Mundial, la población adulta mayor pasará del 10,4% al 19,3% en 2050 y al 24,7% en 2100. Hoy la Argentina, junto con Uruguay, Cuba y Costa Rica, está entre los países más envejecidos poblacionalmente de América latina. A diferencia de la mayoría de los cambios sociales que sobrevendrán, esta tendencia es en gran parte previsible y nos da la oportunidad de planificar.
Uno de los elementos más importantes en el proceso de envejecimiento es el potencial (o no) deterioro de las capacidades cognitivas. Distintos estudios indican que los individuos con niveles más altos de reserva cognitiva pueden hacer más lento el proceso de neurodegeneración asociado a la edad. Investigaciones en neurociencias han cuestionado la idea de que el deterioro cognitivo es inevitable y fijo. Aunque se ha reportado que la plasticidad neuronal se reduce durante la llamada "tercera edad", trabajos recientes han demostrado que esta plasticidad se conserva mucho más de lo que se pensaba. Debemos enfocarnos más, entonces, en la idea de estímulo cognitivo que en la de deterioro.
Lo que hay que evitar, entonces, es "jubilarse intelectualmente". Un compromiso permanente con la exigencia intelectual sería uno de los caminos más eficaces para el mantenimiento cerebral.
Muchas veces, la carencia de estímulos no está determinada únicamente por la actividad específica que se deja de hacer, sino por el aumento o la disminución de las interacciones sociales y el sentido de autosuficiencia, ambas variables importantes que contribuyen al mantenimiento de la reserva cognitiva. La interacción también es clave para mantener el cerebro en forma.
Si nos concentramos en el efecto general de la pasividad ligada a la jubilación a fin de establecer políticas públicas, hay que tener en cuenta el carácter individual de la decisión de jubilarse. La forma en que se produzca este cambio de situación afecta el estado de ánimo del sujeto y su estabilidad psicológica emocional. Por ejemplo, no es lo mismo que una persona se jubile por propia decisión, habiendo esperado este cambio para dedicarse a un emprendimiento o un pasatiempo postergado, o que lo haga empujada por las normas o la realidad de una empresa que lo reemplaza por un individuo más joven. Esto queda expuesto en el libro De vuelta. Diálogos con personas que vivieron mucho (y lo cuentan bien), de mi colega Diego Bernardini, que tuve el gusto de prologar. En todos los casos, sin embargo, las políticas públicas deben comprender, intervenir y proteger. El marco político del "envejecimiento activo" que promueve la OMS dice que se deben ofrecer salud y seguridad, porque con ellas se logra que la persona mayor sea partícipe de la sociedad y no un sujeto "pasivo".
Debemos comprometernos con el envejecimiento saludable y generar políticas basadas en la evidencia científica para fortalecer las capacidades de todas las personas. Solo así será posible construir ciudades y comunidades amigas. El envejecimiento es un desafío y una oportunidad para las sociedades. La experiencia y la sabiduría son bienes esenciales que pueden desestimarse (y así se estaría perdiendo un tesoro incalculable) o aprovecharse. El reto es que esa "nueva edad" sea considerada en un doble aspecto: el de protección de las capacidades a partir de desafíos cognitivos e intelectuales novedosos, y el de servicio a los demás a partir de la transmisión de saberes. Las escuelas intergeneracionales, en las que los adultos mayores brindan apoyo, contención y experiencia a los niños y jóvenes, son uno de entre muchos ejemplos posibles. Allí el conocimiento se construye socialmente y el aprendizaje se entiende como un proceso de desarrollo de toda la vida. En Diario de la guerra del cerdo, novela de Adolfo Bioy Casares, se cuenta el antagonismo manifiesto de los jóvenes hacia las personas mayores. Se narra una historia de inmoralidad, pero también de torpeza ("matar a un viejo equivale a suicidarse", escribe el autor).
Resulta indispensable cambiar la percepción social sobre los adultos mayores. Los Estados deben establecer una dinámica que permita brindar los mejores servicios a los jubilados (pagas suficientes y dignas, eficacia de los sistemas de salud, actividades sociales, etc.) y los canales necesarios para que integren redes en donde interactúen no sólo con sus pares generacionales, sino también con niños, adolescentes y jóvenes. Esto se transforma en un círculo virtuoso, ya que esa exigencia genera en los mayores nuevas conexiones neurales; y, en el mismo movimiento, esa sabiduría y esa experiencia enriquecen a las personas jóvenes.
Silvina Ocampo cuenta en "Los retratos apócrifos" que en la infancia le gustaban los viejos, porque cuando miraban "extraían de los más modestos objetos un secreto importante, que tal vez nos comunicaran un día, si los escuchábamos con atención". En comprender el valor de esos secretos quizás esté el principal desafío.
Neurólogo y neurocientífico, rector de la Universidad Favaloro y presidente de la Fundación Ineco para la investigación en neurociencias

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