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"Líneas y Entre Líneas"...

... los invita a disfrutar , con otra mirada y con sus opiniones personales, de los encuentros y desencuentros en los distintos roles que hoy nos tocan vivir en la sociedad.

En este espacio, "La Educación" será el centro en torno al cual giren los distintos temas. A veces delirantes, otras veces reales, mutando de una expresión dura a una actitud tierna.

Así serán las interesantes propuestas y sugerencias hacia un mismo objetivo : "Convivir en Sociedad"


miércoles, 6 de febrero de 2013

El sentido del Carnaval

Sentido del Carnaval

Dependerá del espiritu festivo y el lugar al que uno pertenezca, en como se vive y se ve el carnaval.

Sentido religioso del Carnaval

En estos días en que nuestro pueblo  festeja el Carnaval, no sólo es menester hacer una alusión al origen de tan tradicional fiesta, sino también analizar las proyecciones que ella podría tener para incentivar el turismo en el país.
          
Al contrario de lo que cree comúnmente la gente, el Carnaval es una fiesta eminentemente religiosa y contenía un profundo sentido teológico. Según la Iglesia, el hombre es ontológicamente un ser pecador por llevar dentro de él, el pecado original. Y por ello, está determinado a caer en el mal. Esta condición ontológica ocasionó durante la Edad Media, que la Iglesia eligiese alegóricamente los tres días anteriores al miércoles de ceniza, como símbolos del triunfo del pecado.
Por lo tanto, el Carnaval está contenido en el año litúrgico. Comienza el domingo de quincuagésima, prosigue el lunes y martes de carnestolendas, y termina el miércoles de ceniza, primer día de la Cuaresma, donde el pecador debe iniciar su arrepentimiento. Pero como el hombre no sólo es pecador sino reincidente, la Iglesia señalizaba este hecho permitiendo que el primer domingo de Cuaresma se reanude el Carnaval. Ese día se recuerda además, las tentaciones que sufrió Jesús por parte del Demonio y se lo denomina Domingo de Tentación. O sea que el mismo Cristo estuvo al borde del pecado. Pero, naturalmente, por su extraordinaria fe supo vencer las demoníacas seducciones.
Luego del Domingo de Tentación, continúa la Cuaresma, en la cual el hombre cristiano debía efectuar una vida de contrición con ayunos y abstinencias hasta llegar a la Semana Santa, y por último, al Domingo de Resurrección, donde finaliza la Cuaresma y comienza la liturgia del triunfo de Cristo.
Sabemos que el Carnaval surgió en Italia y tuvo su época de esplendor entre el Renacimiento y el siglo dieciocho. La fiesta se caracterizaba por el uso de disfraces y máscaras, lo cual servía para que los hombres y mujeres pudiesen alegrarse y desbordarse con mayor libertad. Y como era una temporada del predominio del mal, las fiestas se desmandaban y frecuentemente terminaban en grandes francachelas. Los pecados que en ellas se ensalzaban eran comprensiblemente, los más naturales, y teológicamente, los menos graves: la gula y la lujuria.
Con el protestantismo, el Carnaval quedó enérgicamente censurado ya que fue calificado de diversión pagana. Por ello, en la mayoría de los países europeos donde primó la Reforma, ha quedado extinguido. Pero continuó la festividad en el orbe católico.
En el continente iberoamericano, el Carnaval llegó con la conquista española y portuguesa. Posteriormente se fue mezclando con las tradiciones vernaculares ya cristianizadas.
En la actualidad, el Carnaval se está extinguiendo en la mayoría de los países americanos. Hay algunos como Chile, en donde ni siquiera se recuerda que alguna vez haya habido semejante festividad. Pero en otros como el nuestro, más tradicionales, fue evolucionando hasta constituirse en una fiesta típicamente nacional. Además aquí se ha mantenido en general, su esencia cristiana, ya que la gente hace promesas a la Virgen para bailar.
Aparte de ser una fiesta tradicional en el país y por tanto, muy digna de ser mantenida, el Carnaval ha demostrado que puede ser además, una fuente de riqueza. Es el caso del Brasil, en que su Carnaval carioca se ha convertido en un foco turístico a nivel mundial.
Guardando las proporciones, en Bolivia se podría hacer otro tanto. El Carnaval de Oruro que cada año tiene mayor extensión, podría devenir asimismo, en un importante centro turístico del continente. Mucho más ahora en que ha sido designado por la Unesco, patrimonio cultural de la humanidad. Se podrían explotar también los carnavales de Cochabamba, Santa Cruz, Tarabuco y Tarija.
De esta manera, aparte de ser un esparcimiento para nuestro pueblo, el Carnaval serviría para incentivar el turismo, y constituirse con ello, en un significativo ingreso para el país.
        *Ramiro Prudencio Lizón
         es diplomático e historiador.

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